/ viernes 9 de abril de 2021

A Evitar el Abstencionismo y Ejercer el Sufragio

Como era de esperarse, estas elecciones no solamente serán las más grandes en la vida política del país, también serán en su estructura interna de los partidos las evidencias claras de quien posee la mejor propuesta ganadora y quienes de plano solo ejercerán las candidaturas por pretender brillar en sociedad.

El juego político como cualquier otro tema de interés entre los ciudadanos comprometidos por el crecimiento colectivo lejos de la apatía, evidencia los dos polos contrastados en un mismo plano.

Mientras unos se agrupan con la finalidad de llegar a la meta, reconociendo su estatus, capacidades y recursos, otros solo reflejan la más profunda de la idiosincrasia mexicana, donde denotan su falta de liderazgo e ideas firmes y se fanatizan por consolidarse entre el voto de la gente a costa de la manipulación de emociones de hartazgo.

No es cosa simple, es cosa de realidades. Hoy por hoy, los partidos y por ende los candidatos, tienen que reinventarse, adoptarse a ellos mismos antes de salir a dar cualquier discurso desproporcionado y fuera de la realidad, cimentar los valores a través de la propia mística del partido al cual representan, recolectando una agenda verdaderamente ciudadana, viable y proclive a transformar los aparatos tan deficientes que evitan el progreso de la riqueza que contiene esta región (laja-bajío) y todo el país.

Las reglas del juego para entrar a competir en la arena electoral fueron dictadas meses atrás, y con ello, atrajo mecanismos que se han usado para entorpecer o facilitar los trámites de aquellos aspirantes a asumir un cargo. Si bien puede beneficiar o perjudicar, también es cierto que mucho dependerá del entendimiento de acuerdos entre la militancia y la ciudadanía. Pues no siempre los partidistas son los mejores perfiles como tampoco la ciudadanía posee las verdaderas soluciones.

Complicado más no imposible enarbolar al mejor candidato (entre cientos de miles) con las panaceas de todos los conflictos. ¿De dónde partir? Si nadie se quiere quedar fuera de ser protagonista. Lo mejor sería partir desde cero, aunque suene lógico, pero muchos se alistan esperando partir de la mitad, o, mejor dicho, recibir algún tipo de intercambio. La democracia cuesta, y no puede florecer si no se práctica una buena política, partamos desde aquí. No será suficiente quitar los estigmas que se han arrastrado por años, pero tenemos que iniciar antes de que no podamos mover un dedo sin recibir antes algo de comer. Por tanto, la buena política inicia entonces por uno mismo, y nuestra carta magna nos ha dado un mandato claro para cada uno de los actores que constituimos esta gran nación, el derecho de votar.

El tema no radica en los partidos, tampoco en los candidatos, todo se reduce en cada uno de nosotros, que ante malas prácticas de unos cuantos permitamos nos llegue el descontento ante estos 60 días de proselitismo y la lista nominal se quede más de la mitad sin la participación de los votantes. Desde nuestro voto, estamos buscando cambiar el chip del funcionario público, y cambiar la visión tradicional de lo que se percibe de ellos. En medida que se ejerza este derecho y nos comprometamos por el bien común, de esa misma medida crecerán las exigencias para los resultados, se fortalecerán los diálogos de gobernantes con gobernados, y la búsqueda de consensos con otros partidos políticos no será una limitante para hacer política sino una vía para enriquecerla. Hoy los que tenemos más de 18 años tenemos un nuevo chance para hacer una buena política y hacer una nueva clase política conjuntamente, recuperando la confianza con el compromiso que ya tenemos adquirido. Y ¿Por qué no? Quizás alguien que asuma este compromiso por votar hoy, pueda ser votado el día de mañana. Partiendo desde cero.

Como era de esperarse, estas elecciones no solamente serán las más grandes en la vida política del país, también serán en su estructura interna de los partidos las evidencias claras de quien posee la mejor propuesta ganadora y quienes de plano solo ejercerán las candidaturas por pretender brillar en sociedad.

El juego político como cualquier otro tema de interés entre los ciudadanos comprometidos por el crecimiento colectivo lejos de la apatía, evidencia los dos polos contrastados en un mismo plano.

Mientras unos se agrupan con la finalidad de llegar a la meta, reconociendo su estatus, capacidades y recursos, otros solo reflejan la más profunda de la idiosincrasia mexicana, donde denotan su falta de liderazgo e ideas firmes y se fanatizan por consolidarse entre el voto de la gente a costa de la manipulación de emociones de hartazgo.

No es cosa simple, es cosa de realidades. Hoy por hoy, los partidos y por ende los candidatos, tienen que reinventarse, adoptarse a ellos mismos antes de salir a dar cualquier discurso desproporcionado y fuera de la realidad, cimentar los valores a través de la propia mística del partido al cual representan, recolectando una agenda verdaderamente ciudadana, viable y proclive a transformar los aparatos tan deficientes que evitan el progreso de la riqueza que contiene esta región (laja-bajío) y todo el país.

Las reglas del juego para entrar a competir en la arena electoral fueron dictadas meses atrás, y con ello, atrajo mecanismos que se han usado para entorpecer o facilitar los trámites de aquellos aspirantes a asumir un cargo. Si bien puede beneficiar o perjudicar, también es cierto que mucho dependerá del entendimiento de acuerdos entre la militancia y la ciudadanía. Pues no siempre los partidistas son los mejores perfiles como tampoco la ciudadanía posee las verdaderas soluciones.

Complicado más no imposible enarbolar al mejor candidato (entre cientos de miles) con las panaceas de todos los conflictos. ¿De dónde partir? Si nadie se quiere quedar fuera de ser protagonista. Lo mejor sería partir desde cero, aunque suene lógico, pero muchos se alistan esperando partir de la mitad, o, mejor dicho, recibir algún tipo de intercambio. La democracia cuesta, y no puede florecer si no se práctica una buena política, partamos desde aquí. No será suficiente quitar los estigmas que se han arrastrado por años, pero tenemos que iniciar antes de que no podamos mover un dedo sin recibir antes algo de comer. Por tanto, la buena política inicia entonces por uno mismo, y nuestra carta magna nos ha dado un mandato claro para cada uno de los actores que constituimos esta gran nación, el derecho de votar.

El tema no radica en los partidos, tampoco en los candidatos, todo se reduce en cada uno de nosotros, que ante malas prácticas de unos cuantos permitamos nos llegue el descontento ante estos 60 días de proselitismo y la lista nominal se quede más de la mitad sin la participación de los votantes. Desde nuestro voto, estamos buscando cambiar el chip del funcionario público, y cambiar la visión tradicional de lo que se percibe de ellos. En medida que se ejerza este derecho y nos comprometamos por el bien común, de esa misma medida crecerán las exigencias para los resultados, se fortalecerán los diálogos de gobernantes con gobernados, y la búsqueda de consensos con otros partidos políticos no será una limitante para hacer política sino una vía para enriquecerla. Hoy los que tenemos más de 18 años tenemos un nuevo chance para hacer una buena política y hacer una nueva clase política conjuntamente, recuperando la confianza con el compromiso que ya tenemos adquirido. Y ¿Por qué no? Quizás alguien que asuma este compromiso por votar hoy, pueda ser votado el día de mañana. Partiendo desde cero.