Para crear debes estar consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes crear algo nuevo
Carlos Fuentes.
El hombre gira alrededor de un eje que lo sostiene en actividad. En un principio es la madre, el bebé, antes de nacer es 100% dependiente de ella, para luego entrar al círculo creado por sus padres y continuar en la construcción que se edifica con los conocimientos adquiridos y, sobre todo, por el valor que les da a estos para desenvolverse en la sociedad, que al fin de cuentas el hombre por naturaleza es social. Los hombres y mujeres que por voluntad propia o inducida se afilian a cofradías de monjes o religiosas que se enclaustran o retiran a lugares solitarios para entregarse a la meditación, la oración y la penitencia, son excepciones inciertas. Costumbres que se han esfumado como fruto de la época de la comunicación instantánea de la actualidad.
Hay hechos o actividades que perduran a través del tiempo. Pautas de convivencia de una familia o comunidad que sin proponerse son dignas de preservarse con el tiempo. Tradiciones que se fortalecen con el conocimiento y con los principios o fundamentos socioculturales considerados por su valor que influye en el ánimo de quienes participan, activa o pasivamente en ellas, actores u observadores.
La fuerza descomunal de un hecho sucedido hace 2019 años (aproximadamente) año con año transforma temporalmente nuestras vidas, a la que se agrega un ciclo más que vigoriza la esperanza de un futuro mejor. Época de dar gracias por la vida, por la excelsitud que descubrimos en la creación divina. El agnóstico da gracias a la naturaleza y a la vida misma, que al fin de cuentas viene siendo lo mismo. En mi opinión, no es ocasión de pedir, ¿a quién? Dios o la madre naturaleza no nos van a dar nada que nosotros no hagamos por nuestra cuenta. La excepción es tomar el ejemplo del hijo del rey David, el joven rey Salomón, que, ante el ofrecimiento de Jehová, no pidió riqueza ni larga vida, pidió sabiduría para gobernar a su pueblo. Nosotros pediríamos sabiduría para gobernarnos a nosotros mismos. Si pedimos bienes, en realidad es, más que una petición, es un propósito de trabajar con más ahínco y superarse para ser más productivos y mejorar nuestras vidas y las relaciones con quienes nos rodean.
El inicio de un año es semejante a un libro en blanco cuya pasta es atrayente pero insustancial, el alma la encontramos adentro, en el contenido. En el libro que iniciamos en el año nuevo lo llenaremos con renglones y capítulos que se irán integrando con nuestras actitudes, con lo que hacemos, con lo que puede afectarnos y a los demás. Cada uno de nosotros iniciamos esta obra de la vida que al final, el 31 de diciembre, si antes no nos pilla la muerte, se pondrá en la repisa de la historia no repetible de nuestra existencia.
La navidad, el fin de un año y uno más al calendario, es etapa rica en tradiciones. Muy pocas conservan su originalidad. Se han mezclado costumbres importadas del extranjero, aunque, en estos quehaceres nada se importa, las costumbres, como el arte no tienen aduana ni pasaporte, simplemente nos gusta y participamos en ellas.
Hay tantas doctrinas, ritos y prácticas que se han mantenido de generación en generación que no hay suficiente espacio para señalarlas. Siendo la música el lenguaje universal por excelencia, medio de comunicación que no requiere del aprendizaje de palabras, construcción de frases y modulación de la voz como los dialectos, lenguajes o la pura comunicación verbal que representan los idiomas, el arte musical es, una de las bellas artes que siempre están presentes en la época que acabamos de pasar.
El Concierto que la Orquesta del Conservatorio de Celaya ofrece cada año en las vísperas de la celebración de la natividad del Señor, a pesar de su corta existencia, es ya en una tradición, que, al hacerse en la vía pública ensanchada en el lugar más emblemático de nuestra ciudad, donde las torres de las iglesias y” la bola del agua” adornan el escenario más popular para todo el que deseé asistir (y encuentre lugar).
Sin duda, la orquesta del mundo con más tradición y excelencia es la Orquesta Filarmónica de Viena (Das Neujahrskonzert der Wiener Philharmoniker) que desde el año de 1939 ofrece el tradicional Concierto de año Nuevo. El primero fue dirigido por Clemens Krauss, el mismo que murió la madrugada del domingo 16 de mayo de 1954, unas horas después de haber dirigido la Orquesta Sinfónica Nacional en el Palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México.
En este inicio de año, animados por la intención de hacer cosas mejores, en que renovamos propósitos de una vida plena, sirvan estos renglones para desear a mis lectores que tengan un año de paz interior, de salud y de felicidad.