“Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos”, Abraham Lincoln
Una de las cosas que más impactó al filósofo presocrático e iniciador de la filosofía de Grecia, Heráclito de Éfeso fue el cambio, cambio en el universo, cambio en la vida, cambio en el pensamiento que transforma las cosas y el rumbo de la historia. Dieciséis siglos después, Tomás de Aquino retoma el pensamiento socrático aristotélico tomando la realidad puesta en forma de verdad sin dar cabida a la duda, la verdad por encima de todas las cosas como medio del progreso del hombre inteligente, concepto que sigue vigente si echamos mano del sentido común.
Un momento -por decirlo así- histórico fue el cambio surgido en el Renacimiento donde el principio de los filósofos griegos se explica con la noción de la realidad, aplicación que se va innovando conforme contamos los años en el calendario que ayuda a entender que la realidad en términos políticos no es fortuita, no es espontánea; la realidad se construye. Sin embargo, hay escollos que echan por tierra la tesis de aplicar el contexto en base a la verdad que edifique una estructura social de convivencia pacífica y progreso, es la acumulación de poder en un solo hombre en lugar de compartirlo para aplicar el conocimiento de versados en diferentes ramas en pro del bienestar común, la falla está en decisiones y caprichos personales destructivos y perjudiciales.
Sabemos que el ejercicio de la autoridad es fundamental en todas las tareas de la sociedad puesto que representa el establecimiento del orden, de la seguridad y dotación de servicios, por un lado del quien ejerce el mando y por otro del que obedece, entendiendo que hablamos de un sistema democrático donde hay intermediarios que garantizan que el que ejecuta (el ejecutivo) sea en acatamiento de la voluntad de los gobernados (los que obedecen). No obstante, esto no es absoluto, tiene sus peros por el manipuleo de la voluntad de las mayorías de bajo estrato socioeconómico manejadas con mentiras.
El ministro de divulgación de la Alemania nacionalsocialista Joseph Goebbels, clave en el régimen nazi, dejó la frase “Miente, miente, miente que algo quedará, cuando más grande sea una mentira, más gente la creerá”. Al mismo personaje amigo inseparable del Führer también se le atribuye haber dicho “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. No es extraño, “el ser humano tiene la capacidad infinita de inventar, de reinventar, de distorsionar y por supuesto de mentir” (La Jornada 29/10/2008). En un ensayo, Mario Vargas Llosa argumenta que la mentira cobra una dimensión estética, de asombros y otras maravillas, dimensión que llega a “la verdad de la mentira”. Así es como los ingenuos gobernados experimentan un cambio sustentado en fantasías que ocultan la realidad, una política de mentiras de un postulante a dictador.
Resaca. El cochinero para elegir delegados a la Asamblea general de Morena mostró los filos de dos grupos en disputa por conseguir la dirigencia del Partido con miras a nominar candidato presidencial para 2024. Violencia donde se vio el desprecio al orden, a la razón y a las leyes que presagia nubes de tormenta para las elecciones de presidente de la república y miembros del poder legislativo.
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