/ martes 23 de octubre de 2018

CHARLAS

… con Lic. José Carlos Guerra Aguilera


Carlos Martínez Inda


Amiga Yolanda: perdona que la charla de hoy no sea para ti como habíamos quedado, mi tocayo el Lic. Guerra me apretó el corazón. Vas a ver…


El pasado domingo 14, mi tocayo publicó en El Sol del Bajío atinados comentarios que deben tener eco, sobre una situación preocupante la que paradójicamente a nadie preocupa o cuando menos así lo parece, sobre la fuerza motora que está oculta, como en modorra, tal vez gestando cómo salir a la superficie, con un fundamento cabalmente razonable: la inconformidad


Deseo ser y hacer eco. La inconformidad que vive el mundo por el abismo que separa a las “clases pudientes” de las “clases miserables” sin que nadie logre evitarlo, a pesar de los llamados al mundo que emite el Papa Francisco con desesperación, es la mecha de una bomba de tiempo.


El Papa Francisco no deja de estar señalando esta situación que provoca deshumanización. Mientras pueblos enteros padecen hambre y sed, un grupúsculo de insensibles adinerados, desentendiéndose del problema, derrocha a manos llenas su fortuna, al parecer inacabable, que forja con la explotación de feudos, minas, monopolios, trabajo de sus semejantes, grupúsculo que paga rentas de apartamentos, transporte, servicios, sólo accesibles para ellos, difíciles hasta de calcular para el resto de la gente.


Existe un gran sector de marginados, que no sabe leer, ni escribir, ni tiene televisión ni radio para enterarse de lo que hablamos, que no conoce el aspecto oficial de su propia situación, pero sí conoce algo que es peor: su hambre. Voltea a todos lados y un desierto se le aparece, aunque haya mucha gente, porque la gente que existe hace mutis a este problema y es cuando su espíritu se rebela, se siente marginado, grita su hambre, sus enfermedades, su sed y, aunque tal vez lo desconozca, sólo espera un líder que venga a redimirlos. He ahí el problema de amenaza…


Comenta mi Tocayo Guerra que “la sociedad satisfecha” sólo busca seguir igual, satisfecha, basada en un concepto para ellos privilegiado: la seguridad. En busca de esa seguridad para mantener su posición dicha sociedad no mide el costo, dice Carlitos Guerra, de “…rejas, cámaras, videos, guardias, escoltas, policías civiles…” que resguarden sus tesoros y vidas, pero se esconde cuando se habla de salarios, comprensión y vida justos.


La sociedad exige seguridad, exige rendimiento a los policías aunque los salarios que les pagan a éstos son miserables en relación con lo que exponen: su vida misma.


Las madres tienen que salir a trabajar para completar el valor de sus requerimientos familiares a costa de la disolución a veces del hogar mientras que el marido hace por su lado un esfuerzo titánico para obtener lo máximo para su casa, lo que contadas veces lo logra. Familias que ni se acuerdan de la seguridad… su objetivo es la supervivencia.


Los insumos se encarecen a ciencia y paciencia de quienes deben luchar por su abaratamiento. Nadie sabe, nadie supo.


Los hermanos que salen de un país, sin importarles amenazas ni perder sus derechos, rompen fronteras buscando otras mejores condiciones de vida, van pasando por las ciudades como gente indeseable por su condición de miseria sin que valga el considerar que son nuestros semejantes, seres humanos. Si no… la marcha de hondureños, la marcha de la amenaza…

Los marginados y malvivientes quieren vivir, quieren comer, quieren tener e individualmente o en pandillas luchan por lo que desean a costa de robar aunque para ello tengan que matar… la inseguridad andando por las calles…


No hay solución posible a la vista y eso abona la inconformidad, lo que hace del enorme sector de marginados una bomba de tiempo.


La Independencia de México se logró con ejércitos de inconformes, lo mismo que la Revolución; ignorar a esta masa ha orillado a los partidos políticos a perder su fuerza, se atienen éstos a “gentes de valor” que son muy pocos y se olvidan de los marginados, que son un montón incontable.


Se han olvidado de las palabras de Cristo cuando nos instruyó a amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos o como Él nos amó.


La educación, dice mi Tocayo Guerra, ha perdido el espíritu y se concentra en la materia, se educa sólo para tener, pero no para ser, lo que conlleva a olvidarnos de la fraternidad, ya no somos hermanos, somos seres independientes luchando por una seguridad personal.


La humanidad está vacía de conciencia, ejemplo fácil: se busca legislar el aborto para lograr ser menos en la tierra o amparar desvíos de conducta. El domingo pasado, en 228 ciudades de nuestra república se realizó la “Marcha por la Vida”, multitudinaria en cada caso, defendiendo los valores, la familia y la vida, una marcha donde se demanda honor, respeto, garantía al ser humano desde que es embrión con vida en el seno materno.


Mi Tocayo Guerra habla e incluye las palabras del Papa Francisco “…tenemos una felicidad pedante, vacía de humanidad, en donde hasta para abortar, indica Jorge Bergoglio, se contratan sicarios…”


Mucha inconformidad. Esta fuerza oculta es una amenaza a la paz y la convivencia sana a largo plazo de la humanidad.

Algo tenemos que hacer, pero, pienso, lo primero es educarnos, educar a nuestros hijos integralmente, en cuerpo y alma, en materia y espíritu.


Termina mi Tocayo: “…esos prójimos… pasan cerca de nosotros, de nuestras conciencias sin que hagamos algo… no atendemos la solución sabia de la misericordia, de la ayuda al prójimo más próximo…”


Si nos preocupamos por este problema oculto, querido amigo, haremos lo mejor de nuestra vida. Actuemos ¡ya!, seamos mejores semejantes, hombres de Dios


… con Lic. José Carlos Guerra Aguilera


Carlos Martínez Inda


Amiga Yolanda: perdona que la charla de hoy no sea para ti como habíamos quedado, mi tocayo el Lic. Guerra me apretó el corazón. Vas a ver…


El pasado domingo 14, mi tocayo publicó en El Sol del Bajío atinados comentarios que deben tener eco, sobre una situación preocupante la que paradójicamente a nadie preocupa o cuando menos así lo parece, sobre la fuerza motora que está oculta, como en modorra, tal vez gestando cómo salir a la superficie, con un fundamento cabalmente razonable: la inconformidad


Deseo ser y hacer eco. La inconformidad que vive el mundo por el abismo que separa a las “clases pudientes” de las “clases miserables” sin que nadie logre evitarlo, a pesar de los llamados al mundo que emite el Papa Francisco con desesperación, es la mecha de una bomba de tiempo.


El Papa Francisco no deja de estar señalando esta situación que provoca deshumanización. Mientras pueblos enteros padecen hambre y sed, un grupúsculo de insensibles adinerados, desentendiéndose del problema, derrocha a manos llenas su fortuna, al parecer inacabable, que forja con la explotación de feudos, minas, monopolios, trabajo de sus semejantes, grupúsculo que paga rentas de apartamentos, transporte, servicios, sólo accesibles para ellos, difíciles hasta de calcular para el resto de la gente.


Existe un gran sector de marginados, que no sabe leer, ni escribir, ni tiene televisión ni radio para enterarse de lo que hablamos, que no conoce el aspecto oficial de su propia situación, pero sí conoce algo que es peor: su hambre. Voltea a todos lados y un desierto se le aparece, aunque haya mucha gente, porque la gente que existe hace mutis a este problema y es cuando su espíritu se rebela, se siente marginado, grita su hambre, sus enfermedades, su sed y, aunque tal vez lo desconozca, sólo espera un líder que venga a redimirlos. He ahí el problema de amenaza…


Comenta mi Tocayo Guerra que “la sociedad satisfecha” sólo busca seguir igual, satisfecha, basada en un concepto para ellos privilegiado: la seguridad. En busca de esa seguridad para mantener su posición dicha sociedad no mide el costo, dice Carlitos Guerra, de “…rejas, cámaras, videos, guardias, escoltas, policías civiles…” que resguarden sus tesoros y vidas, pero se esconde cuando se habla de salarios, comprensión y vida justos.


La sociedad exige seguridad, exige rendimiento a los policías aunque los salarios que les pagan a éstos son miserables en relación con lo que exponen: su vida misma.


Las madres tienen que salir a trabajar para completar el valor de sus requerimientos familiares a costa de la disolución a veces del hogar mientras que el marido hace por su lado un esfuerzo titánico para obtener lo máximo para su casa, lo que contadas veces lo logra. Familias que ni se acuerdan de la seguridad… su objetivo es la supervivencia.


Los insumos se encarecen a ciencia y paciencia de quienes deben luchar por su abaratamiento. Nadie sabe, nadie supo.


Los hermanos que salen de un país, sin importarles amenazas ni perder sus derechos, rompen fronteras buscando otras mejores condiciones de vida, van pasando por las ciudades como gente indeseable por su condición de miseria sin que valga el considerar que son nuestros semejantes, seres humanos. Si no… la marcha de hondureños, la marcha de la amenaza…

Los marginados y malvivientes quieren vivir, quieren comer, quieren tener e individualmente o en pandillas luchan por lo que desean a costa de robar aunque para ello tengan que matar… la inseguridad andando por las calles…


No hay solución posible a la vista y eso abona la inconformidad, lo que hace del enorme sector de marginados una bomba de tiempo.


La Independencia de México se logró con ejércitos de inconformes, lo mismo que la Revolución; ignorar a esta masa ha orillado a los partidos políticos a perder su fuerza, se atienen éstos a “gentes de valor” que son muy pocos y se olvidan de los marginados, que son un montón incontable.


Se han olvidado de las palabras de Cristo cuando nos instruyó a amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos o como Él nos amó.


La educación, dice mi Tocayo Guerra, ha perdido el espíritu y se concentra en la materia, se educa sólo para tener, pero no para ser, lo que conlleva a olvidarnos de la fraternidad, ya no somos hermanos, somos seres independientes luchando por una seguridad personal.


La humanidad está vacía de conciencia, ejemplo fácil: se busca legislar el aborto para lograr ser menos en la tierra o amparar desvíos de conducta. El domingo pasado, en 228 ciudades de nuestra república se realizó la “Marcha por la Vida”, multitudinaria en cada caso, defendiendo los valores, la familia y la vida, una marcha donde se demanda honor, respeto, garantía al ser humano desde que es embrión con vida en el seno materno.


Mi Tocayo Guerra habla e incluye las palabras del Papa Francisco “…tenemos una felicidad pedante, vacía de humanidad, en donde hasta para abortar, indica Jorge Bergoglio, se contratan sicarios…”


Mucha inconformidad. Esta fuerza oculta es una amenaza a la paz y la convivencia sana a largo plazo de la humanidad.

Algo tenemos que hacer, pero, pienso, lo primero es educarnos, educar a nuestros hijos integralmente, en cuerpo y alma, en materia y espíritu.


Termina mi Tocayo: “…esos prójimos… pasan cerca de nosotros, de nuestras conciencias sin que hagamos algo… no atendemos la solución sabia de la misericordia, de la ayuda al prójimo más próximo…”


Si nos preocupamos por este problema oculto, querido amigo, haremos lo mejor de nuestra vida. Actuemos ¡ya!, seamos mejores semejantes, hombres de Dios


ÚLTIMASCOLUMNAS
martes 30 de abril de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 02 de abril de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

miércoles 20 de marzo de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 12 de marzo de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 05 de marzo de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 26 de febrero de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 19 de febrero de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

martes 12 de febrero de 2019

Charlas

Carlos Martínez Inda

Cargar Más