/ martes 15 de enero de 2019

Charlas

El servicio social

… con mis entretelas

Hablar del servicio social es hablar de un acto de gran valor moral cuyo contenido es muy amplio, que lo hace difícil resumirlo. Lamentablemente hay quien no lo entiende y hasta paga por no entrarle. Abordaré superficialmente algunas ideas que pueden explicar el meollo de mi charla.

El concepto se integra con dos palabras: SERVICIO, acto de servir, de realizar acciones para cubrir desinteresadamente, sin retribución alguna, un requerimiento de otra persona y SOCIAL, algo relacionado con la comunidad, con la sociedad en la que nos desenvolvemos.

Así las cosas, quienes prestan un servicio social coadyuvan al bienestar de la sociedad participando en lograr una mejor calidad de vida comunitaria.

Regularmente lo vemos emanado tanto de las autoridades como de organizaciones no gubernamentales, como universidades, clubes, asociaciones.

En el caso de las instituciones educativas, que fue donde surgieron mis primeros servicios sociales, las hay de dos clases: 1) la actividad que debe hacer el estudiante como soporte solidario con la comunidad, no necesariamente dirigido a sectores vulnerables sino a requerimientos ciudadanos, que constituyen una herramienta de formación de la persona misma y 2) como aplicación práctica con beneficio directo al estudiante, de las teorías aprendidas en las que sí cabe voltear a ver a los sectores vulnerables, como es el caso de los médicos.

Finalmente, para abrir las puertas a mi charla que me está haciendo cosquillas, pensemos en algunos beneficios personales de quienes realizan un servicio social y sus consecuencias en la comunidad: * genera un ENLACE que vincula a las instituciones con la sociedad en beneficio de un mejor ambiente de vida comunitaria * sentirse REALIZADO como ser humano * da SENTIDO DE PERTENENCIA con la labor realizada * genera satisfacción personal al DAR AYUDA a quien lo necesita * ¡Ojo!... refuerza los altos valores de COMPROMISO y SOLIDARIDAD que debemos tener con nuestros semejantes.

Ahora sí, chicos, a sufrir… les contaré mis historias… sólo dos, pues…

a) La primera, en el año de 1945. De “chinches”, esto es, recién entrados a los estudios superiores, lucíamos una cabeza rapada a cero, corolario de la acción salvaje de los tijeretazos a nuestra melena, corte que teníamos que aguantar como testimonio de dicho ingreso. Con esa facha escuchamos la convocatoria al alumnado para hacer de un viejo corral aledaño a la casona de estudios, una cancha deportiva. Nuestra participación se calificaría como servicio social a la Universidad.

Muchos nos inscribimos. Era gusto ver a chiquillos casi jóvenes y a jóvenes casi “casaderos”, uno pelones, los nuevos, otros con melena, los viejos, ir y venir como hormiguitas cargando en nuestros hombros varillas, sacos de cemento, botes de arena, todo al acecho de la mirada inquisidora del “maistro” albañil que con presunción nos hacía trabajar al canto de “…ora sí, curritos, pa´que sepan lo que es ganarse el pan…”, cuando se ponía decente y otras expresiones léperas, cuando le salía el cobre, ofensas que nos hacían trabajar entre risas y bufidos.

La cancha que se terminó con baños y tribunas, mereció los aplausos de las Autoridades civiles y universitarias. Con los años se hizo espacio de usos múltiples.

Allí bailé al compás de la orquesta de Juan García Medeles, en ese entonces la mejor de México, con mi novia, ustedes la conocen ahora como “mi Becos” a quien le presumía la cancha como “mi cancha”, ¡seguro!... si la rociamos con el sudor de nuestro trabajo.

b) La segunda, por los años 1949 y 1950. Planté árboles.

Estaba por terminarse la carretera 45, conocida también como la Carretera Panamericana, la que nos permitió alcanzar la ciudad de México en pocas horas. Se planeaba como regia inauguración organizar una carrera internacional de autos, deportivos y de turismo, de gran altura. Saldría del Zuchiate con meta en Ciudad Juárez.

La expectación era muy grande. Se pidió la colaboración escolar para plantar árboles a los lados de la cinta asfáltica. Conscriptos y estudiantes inscritos en el programa, formamos un grupo joven de voluntarios. El compromiso: plantar equis número de árboles en el tramo de Apaseo el Bajo, ahora Apaseo el Grande, a Apaseo el Alto.

La técnica: un camión de redilas del ejército nacional, pasaría por nosotros al lugar de reunión fijado en la Presidencia Municipal. Nos trepábamos con el alborozo de la aventura y con alegría de nuestra juventud hacíamos del traslado, una fiesta. Cuando llegábamos al lugar, nos íbamos bajando cada kilómetro, cuatro por cuatro, dos para cada lado y se nos daban sendas palas. Nos esperaban soldados que guiarían los trabajos. La clasificación: servicio a la patria.

Los arbolitos a plantar tirados en el suelo, nos indicaban el lugar de la excavación, que tenía que ser profunda. ¡A darle!.

Autorizado el trabajo, se procedía a plantar el arbolito, se afianzaba y regaba y ya terminada esta labor nos íbamos otros 20 ó 25 metros más adelante a hacer lo mismo con el arbolito que nos esperaba. Así hasta terminar la labor propuesta para ese día.


¡Cómo he presumido durante mi vida, con mis hijos mismos, mis árboles! grandes eucaliptos y pinos. Quedan pocos en pie… más de alguno será de los míos… con emoción creo oír la voz de mi patria que me dice “Gracias Carlos”.

En 1950 se inauguró la carretera con la tal gran carrera que se conoce como “Carrera Panamericana” la que nos permitió ver a pilotos campeones del mundo, entre ellos a Piero Taruffi y Felice Bonneto. Éstos corrían en fiero reto por la conquista del triunfo, con sus autos “pegados” casi para llegar a Silao, Bonneto, se adelantó pero lamentablemente se olvidó de un vado en el cruce de una calle de la ciudad, Voló el auto y Bonneto murió al estrellarse 30 metros más adelante, contra una casa.

¿Carros? Ferrari, Porche, Lancia, Alfa Romeo, Masserati , Mercedes.

Recordemos que nuestro querido paisano y estimable caballero don Polo Almanza Vera participó en la carrera piloteando un auto, si no recuerdo mal, Mercury. ¿Por qué no le preguntamos y que nos platique un rato? Seguramente a él le daría mucho gusto

Mi correo: abuelitocarlos@hotmail.com

Si Dios lo permite, nos encontraremos el próximo martes.

El servicio social

… con mis entretelas

Hablar del servicio social es hablar de un acto de gran valor moral cuyo contenido es muy amplio, que lo hace difícil resumirlo. Lamentablemente hay quien no lo entiende y hasta paga por no entrarle. Abordaré superficialmente algunas ideas que pueden explicar el meollo de mi charla.

El concepto se integra con dos palabras: SERVICIO, acto de servir, de realizar acciones para cubrir desinteresadamente, sin retribución alguna, un requerimiento de otra persona y SOCIAL, algo relacionado con la comunidad, con la sociedad en la que nos desenvolvemos.

Así las cosas, quienes prestan un servicio social coadyuvan al bienestar de la sociedad participando en lograr una mejor calidad de vida comunitaria.

Regularmente lo vemos emanado tanto de las autoridades como de organizaciones no gubernamentales, como universidades, clubes, asociaciones.

En el caso de las instituciones educativas, que fue donde surgieron mis primeros servicios sociales, las hay de dos clases: 1) la actividad que debe hacer el estudiante como soporte solidario con la comunidad, no necesariamente dirigido a sectores vulnerables sino a requerimientos ciudadanos, que constituyen una herramienta de formación de la persona misma y 2) como aplicación práctica con beneficio directo al estudiante, de las teorías aprendidas en las que sí cabe voltear a ver a los sectores vulnerables, como es el caso de los médicos.

Finalmente, para abrir las puertas a mi charla que me está haciendo cosquillas, pensemos en algunos beneficios personales de quienes realizan un servicio social y sus consecuencias en la comunidad: * genera un ENLACE que vincula a las instituciones con la sociedad en beneficio de un mejor ambiente de vida comunitaria * sentirse REALIZADO como ser humano * da SENTIDO DE PERTENENCIA con la labor realizada * genera satisfacción personal al DAR AYUDA a quien lo necesita * ¡Ojo!... refuerza los altos valores de COMPROMISO y SOLIDARIDAD que debemos tener con nuestros semejantes.

Ahora sí, chicos, a sufrir… les contaré mis historias… sólo dos, pues…

a) La primera, en el año de 1945. De “chinches”, esto es, recién entrados a los estudios superiores, lucíamos una cabeza rapada a cero, corolario de la acción salvaje de los tijeretazos a nuestra melena, corte que teníamos que aguantar como testimonio de dicho ingreso. Con esa facha escuchamos la convocatoria al alumnado para hacer de un viejo corral aledaño a la casona de estudios, una cancha deportiva. Nuestra participación se calificaría como servicio social a la Universidad.

Muchos nos inscribimos. Era gusto ver a chiquillos casi jóvenes y a jóvenes casi “casaderos”, uno pelones, los nuevos, otros con melena, los viejos, ir y venir como hormiguitas cargando en nuestros hombros varillas, sacos de cemento, botes de arena, todo al acecho de la mirada inquisidora del “maistro” albañil que con presunción nos hacía trabajar al canto de “…ora sí, curritos, pa´que sepan lo que es ganarse el pan…”, cuando se ponía decente y otras expresiones léperas, cuando le salía el cobre, ofensas que nos hacían trabajar entre risas y bufidos.

La cancha que se terminó con baños y tribunas, mereció los aplausos de las Autoridades civiles y universitarias. Con los años se hizo espacio de usos múltiples.

Allí bailé al compás de la orquesta de Juan García Medeles, en ese entonces la mejor de México, con mi novia, ustedes la conocen ahora como “mi Becos” a quien le presumía la cancha como “mi cancha”, ¡seguro!... si la rociamos con el sudor de nuestro trabajo.

b) La segunda, por los años 1949 y 1950. Planté árboles.

Estaba por terminarse la carretera 45, conocida también como la Carretera Panamericana, la que nos permitió alcanzar la ciudad de México en pocas horas. Se planeaba como regia inauguración organizar una carrera internacional de autos, deportivos y de turismo, de gran altura. Saldría del Zuchiate con meta en Ciudad Juárez.

La expectación era muy grande. Se pidió la colaboración escolar para plantar árboles a los lados de la cinta asfáltica. Conscriptos y estudiantes inscritos en el programa, formamos un grupo joven de voluntarios. El compromiso: plantar equis número de árboles en el tramo de Apaseo el Bajo, ahora Apaseo el Grande, a Apaseo el Alto.

La técnica: un camión de redilas del ejército nacional, pasaría por nosotros al lugar de reunión fijado en la Presidencia Municipal. Nos trepábamos con el alborozo de la aventura y con alegría de nuestra juventud hacíamos del traslado, una fiesta. Cuando llegábamos al lugar, nos íbamos bajando cada kilómetro, cuatro por cuatro, dos para cada lado y se nos daban sendas palas. Nos esperaban soldados que guiarían los trabajos. La clasificación: servicio a la patria.

Los arbolitos a plantar tirados en el suelo, nos indicaban el lugar de la excavación, que tenía que ser profunda. ¡A darle!.

Autorizado el trabajo, se procedía a plantar el arbolito, se afianzaba y regaba y ya terminada esta labor nos íbamos otros 20 ó 25 metros más adelante a hacer lo mismo con el arbolito que nos esperaba. Así hasta terminar la labor propuesta para ese día.


¡Cómo he presumido durante mi vida, con mis hijos mismos, mis árboles! grandes eucaliptos y pinos. Quedan pocos en pie… más de alguno será de los míos… con emoción creo oír la voz de mi patria que me dice “Gracias Carlos”.

En 1950 se inauguró la carretera con la tal gran carrera que se conoce como “Carrera Panamericana” la que nos permitió ver a pilotos campeones del mundo, entre ellos a Piero Taruffi y Felice Bonneto. Éstos corrían en fiero reto por la conquista del triunfo, con sus autos “pegados” casi para llegar a Silao, Bonneto, se adelantó pero lamentablemente se olvidó de un vado en el cruce de una calle de la ciudad, Voló el auto y Bonneto murió al estrellarse 30 metros más adelante, contra una casa.

¿Carros? Ferrari, Porche, Lancia, Alfa Romeo, Masserati , Mercedes.

Recordemos que nuestro querido paisano y estimable caballero don Polo Almanza Vera participó en la carrera piloteando un auto, si no recuerdo mal, Mercury. ¿Por qué no le preguntamos y que nos platique un rato? Seguramente a él le daría mucho gusto

Mi correo: abuelitocarlos@hotmail.com

Si Dios lo permite, nos encontraremos el próximo martes.

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