/ jueves 23 de junio de 2022

Colombia, de la Guerrilla a la Institucionalidad

El fin de semana pasado, la hermana república de Colombia realizó sus elecciones presidenciales. Con una participación ciudadana del 58% de los 39 millones de colombianos (en números redondos) con posibilidad de ejercer sus derechos políticos, decidieron votar por los candidatos del Pacto Histórico, eligiendo a Gustavo Petro y a Francia Márquez como presidente y vicepresidenta, respectivamente.

En el mensaje del presidente electo, se aludió a la política del amor, del entendimiento y del diálogo, es decir, a privilegiar el respeto a la postura del otro y a la construcción de consensos; se hizo referencia al capitalismo y a la economía popular como modelo económico a seguir, enfatizando como prioridades la conectividad (por algunos ya considerada como derecho humano y requisito de progreso individual y colectivo), la educación y el crédito barato (para incentivar la actividad económica de los sectores sociales con más carencias de esta naturaleza).

Importante conocer el perfil de los próximos gobernantes, pues la experiencia y la carta de vida pueden ser determinantes, tanto en el ejercicio del poder público como en la legitimidad del mismo, toda vez que ésta no necesariamente es la misma con la que se arriba al poder: Petro es senador y fue guerrillero; Márquez, ambientalista, feminista y afrodescendiente.

Importante señalar, entonces, que Colombia es un país en el que las guerrillas han estado presentes en décadas recientes. Así, el presidente electo ha combatido por medio de las armas, es decir, al margen de la legalidad, los poderes públicos legalmente constituidos que, en breve, como jefe de estado, representará. De ahí que uno de sus más grandes desafíos es lograr la absoluta disciplina de las fuerzas armadas, mediante el convencimiento, toda vez que debe ser difícil subordinarse a quien, en su momento y bajo otro contexto, combatió y quizás mató a compañeros entrañables.

En los representantes del Pacto Histórico convergen posturas de partidos políticos y movimientos sociales de izquierda, con ideología socialdemócrata y progresista. Ganó la postura reformista por encima de la otra oferta política representada por Rodolfo Hernández: el combate a la corrupción, no porque no fuera necesaria, atractiva o importante, sino porque quien enarbolaba tal bandera, enfrentó un proceso derivado de su gestión como alcalde en Bucaramanga, toda vez que otorgó una concesión de recolección de basura a una empresa en la que su hijo tenía intereses. Así, percibo, el discurso no empató con la práctica.

Colombia, entonces, se suma a la mayoritaria lista de los países americanos con gobiernos de izquierda. Veremos si el sueño de Bolívar en torno a la Patria Grande, deja de ser sueño y se convierte en realidad; veremos si la raza de bronce (Vasconcelos dixit) o los hijos del quinto sol (Fuentes dixit) logran aglutinarse y, en bloque, sacar lo mejor de sí para competir y colaborar con las grandes potencias mundiales.

No hay duda: el tiempo y las circunstancias cambian. Petro transitó de la guerrilla a la institucionalidad democrática. Veremos si la experiencia influye como factor transformacional de la realidad actual. Al tiempo.

germanrodriguez32@hotmail.com

El fin de semana pasado, la hermana república de Colombia realizó sus elecciones presidenciales. Con una participación ciudadana del 58% de los 39 millones de colombianos (en números redondos) con posibilidad de ejercer sus derechos políticos, decidieron votar por los candidatos del Pacto Histórico, eligiendo a Gustavo Petro y a Francia Márquez como presidente y vicepresidenta, respectivamente.

En el mensaje del presidente electo, se aludió a la política del amor, del entendimiento y del diálogo, es decir, a privilegiar el respeto a la postura del otro y a la construcción de consensos; se hizo referencia al capitalismo y a la economía popular como modelo económico a seguir, enfatizando como prioridades la conectividad (por algunos ya considerada como derecho humano y requisito de progreso individual y colectivo), la educación y el crédito barato (para incentivar la actividad económica de los sectores sociales con más carencias de esta naturaleza).

Importante conocer el perfil de los próximos gobernantes, pues la experiencia y la carta de vida pueden ser determinantes, tanto en el ejercicio del poder público como en la legitimidad del mismo, toda vez que ésta no necesariamente es la misma con la que se arriba al poder: Petro es senador y fue guerrillero; Márquez, ambientalista, feminista y afrodescendiente.

Importante señalar, entonces, que Colombia es un país en el que las guerrillas han estado presentes en décadas recientes. Así, el presidente electo ha combatido por medio de las armas, es decir, al margen de la legalidad, los poderes públicos legalmente constituidos que, en breve, como jefe de estado, representará. De ahí que uno de sus más grandes desafíos es lograr la absoluta disciplina de las fuerzas armadas, mediante el convencimiento, toda vez que debe ser difícil subordinarse a quien, en su momento y bajo otro contexto, combatió y quizás mató a compañeros entrañables.

En los representantes del Pacto Histórico convergen posturas de partidos políticos y movimientos sociales de izquierda, con ideología socialdemócrata y progresista. Ganó la postura reformista por encima de la otra oferta política representada por Rodolfo Hernández: el combate a la corrupción, no porque no fuera necesaria, atractiva o importante, sino porque quien enarbolaba tal bandera, enfrentó un proceso derivado de su gestión como alcalde en Bucaramanga, toda vez que otorgó una concesión de recolección de basura a una empresa en la que su hijo tenía intereses. Así, percibo, el discurso no empató con la práctica.

Colombia, entonces, se suma a la mayoritaria lista de los países americanos con gobiernos de izquierda. Veremos si el sueño de Bolívar en torno a la Patria Grande, deja de ser sueño y se convierte en realidad; veremos si la raza de bronce (Vasconcelos dixit) o los hijos del quinto sol (Fuentes dixit) logran aglutinarse y, en bloque, sacar lo mejor de sí para competir y colaborar con las grandes potencias mundiales.

No hay duda: el tiempo y las circunstancias cambian. Petro transitó de la guerrilla a la institucionalidad democrática. Veremos si la experiencia influye como factor transformacional de la realidad actual. Al tiempo.

germanrodriguez32@hotmail.com