/ jueves 21 de abril de 2022

Conmemoremos al Libro

Un día como el próximo sábado, pero de 1616, murió el más grande representante de las letras hispanas, Miguel de Cervantes Saavedra, razón por la cual se ha establecido el 23 de abril como el Día Internacional del Libro, celebración promovida por la UNESCO para fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual y los consecuentes derechos de autor.

Con independencia del formato (prefiero los físicos para estudiar; los físicos de pasta suave, para viajar; los digitales casa) y de la temática (científicos, académicos, de ocio, esparcimiento y recreo), los libros hacen de sus lectores personas menos ignorantes (Sor Juana Inés de la Cruz, dixit). No necesariamente mejores (recuerden que importantes criminales han sido lectores voraces), pero sí más letrados. En ese sentido, el conocimiento adquirido de las lecturas, similar a lo que pasa con la ciencia: no es bueno ni malo, pues depende de cómo lo utilicemos.

La lectura de libros es indispensable en estos tiempos de aparente adquisición de conocimiento inmediato, orientado a adquirir competencias para saber hacer, en detrimento de saber pensar y, en consecuencia, de incrementar nuestra capacidad de análisis. Más letras y menos tic toc y redes sociales, aunque cueste más trabajo, por eso es mejor.

Una persona lectora se nota en su forma de hablar: utiliza los vocablos adecuados, es capaz de emitir un buen y breve discurso, es convincente, claro y evita las confusiones; también es evidente en su forma de escribir: con orden de ideas que denotan conocimiento y con precisión de adjetivos y sustantiva al emitir sus posturas en torno a un tema, por polémico que sea. De hecho, la consecuencia -y supongo que también la aspiración- de un buen lector es convertirse en escritor. Mi admiración y respeto a quien ejerce ese oficio, particularmente, a los escribidores de libros.

Persiste una duda personal: ¿cuántas hojas son necesarias para dar la categoría de libro, en la inteligencia de que, gramáticamente, este se define como un conjunto de muchas hojas o con extensión suficiente para formar un volumen? ¿Cuántas son muchas; cuántas, suficientes? He visto libros con muy pocas hojas y muy pequeños.

En ese orden de ideas, aprovecho el espacio para reconocer el esfuerzo del Fondo de Cultura Económica y para recomendar los libros que edita, pues son muy buenos y a muy bajo costo; hay algunos que cuestan doce pesos (son de esos libros pequeños), es decir, menos que una lata de refresco, una cerveza o una bolsa de cacahuates. En este caso, el precio es inversamente proporcional a la calidad, con autores como Poniatovska o Villoro, por citar solo a un par.

La invitación para conmemorar el Día Internacional del Libro, como estimo que es la mejor manera: leyendo o escribiendo alguno. Yo continuaré con M EL HIJO DEL SIGLO, autoría de Antonio Scurati, el cual adquirí en digital por $159.00; el físico cuesta más de $500.00.

Termino señalando que la lectura es un placer y de ninguna manera debe asumirse como una obligación, ni siquiera escolar.

germanrodriguez32@hotmail.com

Un día como el próximo sábado, pero de 1616, murió el más grande representante de las letras hispanas, Miguel de Cervantes Saavedra, razón por la cual se ha establecido el 23 de abril como el Día Internacional del Libro, celebración promovida por la UNESCO para fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual y los consecuentes derechos de autor.

Con independencia del formato (prefiero los físicos para estudiar; los físicos de pasta suave, para viajar; los digitales casa) y de la temática (científicos, académicos, de ocio, esparcimiento y recreo), los libros hacen de sus lectores personas menos ignorantes (Sor Juana Inés de la Cruz, dixit). No necesariamente mejores (recuerden que importantes criminales han sido lectores voraces), pero sí más letrados. En ese sentido, el conocimiento adquirido de las lecturas, similar a lo que pasa con la ciencia: no es bueno ni malo, pues depende de cómo lo utilicemos.

La lectura de libros es indispensable en estos tiempos de aparente adquisición de conocimiento inmediato, orientado a adquirir competencias para saber hacer, en detrimento de saber pensar y, en consecuencia, de incrementar nuestra capacidad de análisis. Más letras y menos tic toc y redes sociales, aunque cueste más trabajo, por eso es mejor.

Una persona lectora se nota en su forma de hablar: utiliza los vocablos adecuados, es capaz de emitir un buen y breve discurso, es convincente, claro y evita las confusiones; también es evidente en su forma de escribir: con orden de ideas que denotan conocimiento y con precisión de adjetivos y sustantiva al emitir sus posturas en torno a un tema, por polémico que sea. De hecho, la consecuencia -y supongo que también la aspiración- de un buen lector es convertirse en escritor. Mi admiración y respeto a quien ejerce ese oficio, particularmente, a los escribidores de libros.

Persiste una duda personal: ¿cuántas hojas son necesarias para dar la categoría de libro, en la inteligencia de que, gramáticamente, este se define como un conjunto de muchas hojas o con extensión suficiente para formar un volumen? ¿Cuántas son muchas; cuántas, suficientes? He visto libros con muy pocas hojas y muy pequeños.

En ese orden de ideas, aprovecho el espacio para reconocer el esfuerzo del Fondo de Cultura Económica y para recomendar los libros que edita, pues son muy buenos y a muy bajo costo; hay algunos que cuestan doce pesos (son de esos libros pequeños), es decir, menos que una lata de refresco, una cerveza o una bolsa de cacahuates. En este caso, el precio es inversamente proporcional a la calidad, con autores como Poniatovska o Villoro, por citar solo a un par.

La invitación para conmemorar el Día Internacional del Libro, como estimo que es la mejor manera: leyendo o escribiendo alguno. Yo continuaré con M EL HIJO DEL SIGLO, autoría de Antonio Scurati, el cual adquirí en digital por $159.00; el físico cuesta más de $500.00.

Termino señalando que la lectura es un placer y de ninguna manera debe asumirse como una obligación, ni siquiera escolar.

germanrodriguez32@hotmail.com