/ jueves 23 de mayo de 2019

Contingencia ambiental

Parece que Tláloc contribuyó para aminorar la presión de la 4T: cuando el ambiente político capitalino subía su temperatura al límite, como si fuera una medida espejo de lo ocurrido en el ambiente natural, con temperaturas altísimas que provocaron varios incendios forestales que, a su vez, coadyuvaron para hacer que la calidad del aire que se respira, finalmente llovió copiosamente el miércoles pasado, fenómeno natural que distendió el ambiente político aún y cuando la contingencia continúa y sigue siendo grave.

El gobierno capitalino es el más visible, pero al tratarse de la megalópolis, también son responsables los de Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Morelos y, por supuesto, Estado de México. Llama la atención que las justificadas críticas por omisión o por reacción tardía se dirijan solamente hacia la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

A meses de ejercer el gobierno no se ha puesto orden ni en el aspecto jurídico, lo que se demuestra con la carencia de protocolos de actuación ante la contingencia, ni con acciones ejecutivas, pues el monstruo inmobiliario y las mafias del transporte público siguen imponiéndose (posiblemente mediante prácticas corruptas), lo cual deriva en contaminación. Además, la austeridad republicana ha impuesto restricciones a diversos programas ambientales.

Hace años, Ciudad de México dejó de ser el lugar ideal para vivir, si la calificamos desde la variable salud (en cultura, historia, política nacional y un largo etcétera, es indiscutible su estatus), lo que convierte en buen deseo el mandato constitucional consignado en el artículo cuatro, párrafo quinto: toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano, generando responsabilidad para quien le provoque daño y/o deterioro, incluyendo autoridades.

Resulta oportuno recordar la letra de la popular canción de Óscar Chávez, pues la preocupación por la polución capitalina se visualizaba desde hace más de tres décadas: «Quien sabe que te pasa, ciudad de los palacios, / que tu rico vestido te lo han hecho pedazos, / quien sabe que te pasa, región más transparente, / que a un paso de distancia ya no se ve la gente / … quien sabe que te pasa que no hay ninguna flor: es culpa del gobierno o es culpa del esmog …». ¡Qué ganas de que México se convierta en un pueblo bicicletero, como Ámsterdam! Sin embargo, es de recordarse que las acciones capitalinas orientadas a la movilidad, no fueron el impulso al transporte público, sino se dirigieron a privilegiar vías carreteras (segundos pisos) que, indirectamente, incentivaron el uso del automóvil.

Urge atención en temas ambientales, desde hacer conciencia que un popote, una bolsa de plástico o un chicle tardan décadas en degradarse, hasta crear una política medioambiental adecuada y dotar de presupuesto a la autoridad ejecutora del mismo para implementarla. A veces parece olvidarse que solamente contamos con un planeta, cada vez más mermado por la acción humana.

En su séptimo aniversario luctuoso (15 de mayo de 2012), por el tema en comento, recuerdo dos obras de uno de mis escritores mexicanos favoritos, Carlos Fuentes: «La región más transparente» a propósito de la gran ciudad de los palacios, su magnanimidad y belleza, herencia histórica de nuestra mezcla racial y su elegía «Agua quemada», donde refleja lo lioso y estresante que ahora resulta aquella.

germanrodriguez32@hotmail.com

Parece que Tláloc contribuyó para aminorar la presión de la 4T: cuando el ambiente político capitalino subía su temperatura al límite, como si fuera una medida espejo de lo ocurrido en el ambiente natural, con temperaturas altísimas que provocaron varios incendios forestales que, a su vez, coadyuvaron para hacer que la calidad del aire que se respira, finalmente llovió copiosamente el miércoles pasado, fenómeno natural que distendió el ambiente político aún y cuando la contingencia continúa y sigue siendo grave.

El gobierno capitalino es el más visible, pero al tratarse de la megalópolis, también son responsables los de Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Morelos y, por supuesto, Estado de México. Llama la atención que las justificadas críticas por omisión o por reacción tardía se dirijan solamente hacia la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

A meses de ejercer el gobierno no se ha puesto orden ni en el aspecto jurídico, lo que se demuestra con la carencia de protocolos de actuación ante la contingencia, ni con acciones ejecutivas, pues el monstruo inmobiliario y las mafias del transporte público siguen imponiéndose (posiblemente mediante prácticas corruptas), lo cual deriva en contaminación. Además, la austeridad republicana ha impuesto restricciones a diversos programas ambientales.

Hace años, Ciudad de México dejó de ser el lugar ideal para vivir, si la calificamos desde la variable salud (en cultura, historia, política nacional y un largo etcétera, es indiscutible su estatus), lo que convierte en buen deseo el mandato constitucional consignado en el artículo cuatro, párrafo quinto: toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano, generando responsabilidad para quien le provoque daño y/o deterioro, incluyendo autoridades.

Resulta oportuno recordar la letra de la popular canción de Óscar Chávez, pues la preocupación por la polución capitalina se visualizaba desde hace más de tres décadas: «Quien sabe que te pasa, ciudad de los palacios, / que tu rico vestido te lo han hecho pedazos, / quien sabe que te pasa, región más transparente, / que a un paso de distancia ya no se ve la gente / … quien sabe que te pasa que no hay ninguna flor: es culpa del gobierno o es culpa del esmog …». ¡Qué ganas de que México se convierta en un pueblo bicicletero, como Ámsterdam! Sin embargo, es de recordarse que las acciones capitalinas orientadas a la movilidad, no fueron el impulso al transporte público, sino se dirigieron a privilegiar vías carreteras (segundos pisos) que, indirectamente, incentivaron el uso del automóvil.

Urge atención en temas ambientales, desde hacer conciencia que un popote, una bolsa de plástico o un chicle tardan décadas en degradarse, hasta crear una política medioambiental adecuada y dotar de presupuesto a la autoridad ejecutora del mismo para implementarla. A veces parece olvidarse que solamente contamos con un planeta, cada vez más mermado por la acción humana.

En su séptimo aniversario luctuoso (15 de mayo de 2012), por el tema en comento, recuerdo dos obras de uno de mis escritores mexicanos favoritos, Carlos Fuentes: «La región más transparente» a propósito de la gran ciudad de los palacios, su magnanimidad y belleza, herencia histórica de nuestra mezcla racial y su elegía «Agua quemada», donde refleja lo lioso y estresante que ahora resulta aquella.

germanrodriguez32@hotmail.com