/ lunes 11 de octubre de 2021

Crónicas de Guerra

El día sábado 09 de octubre a las 07:00 am, a los habitantes de Acámbaro, Guanajuato, nos despertaron ráfagas de ametralladora y el sonido de un helicóptero que sobrevolaba en círculos la zona sur de la ciudad. Los que habitamos en la calle Omega fuimos los primeros en darnos cuenta que algo grave sucedía ya que a pocos metros se suscitaba un enfrentamiento que se prolongó durante horas. La Guardia Nacional acordonó la zona y nadie pudo entrar ni salir de sus casas por mi cuadra, los disparos cesaban algún tiempo y después reiniciaban.

Suponemos que tenían rodeada alguna casa de seguridad porque había policías estatales en las azoteas, pero nadie decía nada, el hermetismo era total, e incluso algunos medios de comunicación aseguraban que no había habido disparos. Como Acámbaro ni dentro de Guanajuato es considerado por las autoridades estatales, para ellos les fue más fácil querer tapar el sol con un dedo.

Por fortuna, mi casa tiene otra salida por la avenida Hidalgo de dónde huimos cuando vimos que el tiroteo empeoraba. Nos enfilamos hacia la salida a Morelia pero estaba bloqueada, así que nos fuimos hacia Celaya. En el camino para atravesar la ciudad vimos que los enfrentamientos se habían dado en todo Acámbaro. Camionetas atravesadas con las puertas abiertas, zonas acordonadas, ambulancias con las sirenas abiertas. Las calles vacías simulaban una ciudad en estado de sitio.

El saldo de muertos, heridos o desaparecidos sigue siendo un misterio, pero se vivió una jornada afgana el sábado 9 de noviembre, de la que muchos guanajuatenses no se enteraron.

El día sábado 09 de octubre a las 07:00 am, a los habitantes de Acámbaro, Guanajuato, nos despertaron ráfagas de ametralladora y el sonido de un helicóptero que sobrevolaba en círculos la zona sur de la ciudad. Los que habitamos en la calle Omega fuimos los primeros en darnos cuenta que algo grave sucedía ya que a pocos metros se suscitaba un enfrentamiento que se prolongó durante horas. La Guardia Nacional acordonó la zona y nadie pudo entrar ni salir de sus casas por mi cuadra, los disparos cesaban algún tiempo y después reiniciaban.

Suponemos que tenían rodeada alguna casa de seguridad porque había policías estatales en las azoteas, pero nadie decía nada, el hermetismo era total, e incluso algunos medios de comunicación aseguraban que no había habido disparos. Como Acámbaro ni dentro de Guanajuato es considerado por las autoridades estatales, para ellos les fue más fácil querer tapar el sol con un dedo.

Por fortuna, mi casa tiene otra salida por la avenida Hidalgo de dónde huimos cuando vimos que el tiroteo empeoraba. Nos enfilamos hacia la salida a Morelia pero estaba bloqueada, así que nos fuimos hacia Celaya. En el camino para atravesar la ciudad vimos que los enfrentamientos se habían dado en todo Acámbaro. Camionetas atravesadas con las puertas abiertas, zonas acordonadas, ambulancias con las sirenas abiertas. Las calles vacías simulaban una ciudad en estado de sitio.

El saldo de muertos, heridos o desaparecidos sigue siendo un misterio, pero se vivió una jornada afgana el sábado 9 de noviembre, de la que muchos guanajuatenses no se enteraron.

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