/ domingo 18 de abril de 2021

Cuando el gobierno se convierte en el dios de una nación

¿Te has puesto a pensar alguna vez cómo el ser humano puede hacer un dios de cualquier cosa, es más, puede hacer un dios de cualquier persona?

Por eso no resulta extraño que convierta al gobierno en un dios, y no es difícil de reconocer esto si tan solo lo reflexionamos con una mente abierta.

Pensemos por ejemplo en cómo a la mayoría de los mexicanos les gustan las cosas gratis, y en éste periodo de elecciones políticas vamos a ver desfilando las múltiples ofertas de cosas gratis por todos lados a cambio de nuestro voto.

Observemos también cómo los sueldos de una gran parte de los empleados de gobierno están por encima de los del sector privado, haciendo más deseable un puesto en el gobierno que arriesgar capital en el sector privado para generar empleos. Y lo más absurdo de esto es que los sueldos de los empleados del gobierno tienen que salir del sector privado.

Por otro lado, nuestros Congresos son usados para redefinir lo que es un matrimonio y una familia, y aún para determinar dar muerte a ciudadanos indefensos por nacer sólo porque la madre o el padre así lo quieren, y se proyectan estas cosas y otras muchas leyes fatales como algo bueno que el gobierno hace para el bien de los menos afortunados.

No por nada podemos decir que nuestro gobierno tiene más rasgos de un dios, y no precisamente de un dios bueno, aunque sin lugar a dudas él se cree bueno, y esto es muy peligroso, pues como escribió Gary DeMar “el poder es más peligroso en las manos de la gente buena, porque están convencidas de que sus intenciones de ayudar a los menos afortunados son correctas y justas”.

Y como escribiera el historiador Herbert Schlossberg sobre el paternalismo del Estado que éste no sólo busca alimentar a sus hijos, sino además busca proveerles todo, y esto en sí ya es una manera insultante de tratar a los adultos (pues ¿qué adulto que se considere digno de ostentar ese título puede acceder a seguir siendo tratado como un niño dependiente?). Esto transforma al Estado de ser un regalo de Dios para protegernos de la violencia, a ser un ídolo que nos da todas las cosas y al cual miramos para todas nuestras necesidades.

Siendo esta dependencia muy peligrosa, pues cuando una nación llega a este nivel de idolatría hacia el dios gobierno, sucede lo que dijo C. S. Lewis “no tiene sentido decirles a nuestros funcionarios de Estado que no se metan en nuestra vida, cuando nuestra vida completa es lo que les importa”.

Es decir, ya no vale quejarnos de haber perdido nuestras libertades en manos del dios gobierno, pues en realidad eso es lo que busca éste dios: el control absoluto sobre sus siervos.

Cuando el dios gobierno adquiere este nivel de poder siempre trabajará con ahínco para mantenerlo, prometiéndonos más cosas gratis y resolver todos nuestros problemas y deseos a cambio de nuestro voto.

Pero esas cosas gratis, cumplir deseos, y resolver problemas, requieren que éste dios quite el dinero a la gente productiva del país para poder entregar todo ese montón de cosas gratis, matando con esto, por así decirlo, a la gallina de los huevos de oro que es la gente del país que produce el dinero, y entonces no puede cumplir sus promesas de cosas gratis, pero lo que sí puede cumplir es llevar a la nación a la quiebra.

Este sistema vicioso donde los deseos de seguridad y dependencia de la gente son aprovechados por candidatos y partidos para buscar puestos de poder en el gobierno, tiende a usar un lenguaje compasivo para llegar a las masas, para proyectarse como su mesías, porque encuentran a las masas abusadas e indefensas como ovejas que necesitan un pastor, y se presentan ante ellas como su salvador.

Esta rancia inclinación ancestral de que los ciudadanos conviertan al gobierno en el dios de su nación, siempre ha resultado de lo más terrible, pues las pérdidas que trae son difíciles de recuperar a corto plazo.

Jesucristo jamás enseñó que la función del gobierno civil era quitar el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, más bien, esclareció las funciones limitadas que debe tener un gobierno civil en una nación libre, es tiempo que los países que dicen tener su fe en Jesucristo y que Él es su Dios, consideren sus enseñanzas contenidas en el documento bíblico.

Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo:

metamorfosiscultural2016@gmail.com Gracias.


¿Te has puesto a pensar alguna vez cómo el ser humano puede hacer un dios de cualquier cosa, es más, puede hacer un dios de cualquier persona?

Por eso no resulta extraño que convierta al gobierno en un dios, y no es difícil de reconocer esto si tan solo lo reflexionamos con una mente abierta.

Pensemos por ejemplo en cómo a la mayoría de los mexicanos les gustan las cosas gratis, y en éste periodo de elecciones políticas vamos a ver desfilando las múltiples ofertas de cosas gratis por todos lados a cambio de nuestro voto.

Observemos también cómo los sueldos de una gran parte de los empleados de gobierno están por encima de los del sector privado, haciendo más deseable un puesto en el gobierno que arriesgar capital en el sector privado para generar empleos. Y lo más absurdo de esto es que los sueldos de los empleados del gobierno tienen que salir del sector privado.

Por otro lado, nuestros Congresos son usados para redefinir lo que es un matrimonio y una familia, y aún para determinar dar muerte a ciudadanos indefensos por nacer sólo porque la madre o el padre así lo quieren, y se proyectan estas cosas y otras muchas leyes fatales como algo bueno que el gobierno hace para el bien de los menos afortunados.

No por nada podemos decir que nuestro gobierno tiene más rasgos de un dios, y no precisamente de un dios bueno, aunque sin lugar a dudas él se cree bueno, y esto es muy peligroso, pues como escribió Gary DeMar “el poder es más peligroso en las manos de la gente buena, porque están convencidas de que sus intenciones de ayudar a los menos afortunados son correctas y justas”.

Y como escribiera el historiador Herbert Schlossberg sobre el paternalismo del Estado que éste no sólo busca alimentar a sus hijos, sino además busca proveerles todo, y esto en sí ya es una manera insultante de tratar a los adultos (pues ¿qué adulto que se considere digno de ostentar ese título puede acceder a seguir siendo tratado como un niño dependiente?). Esto transforma al Estado de ser un regalo de Dios para protegernos de la violencia, a ser un ídolo que nos da todas las cosas y al cual miramos para todas nuestras necesidades.

Siendo esta dependencia muy peligrosa, pues cuando una nación llega a este nivel de idolatría hacia el dios gobierno, sucede lo que dijo C. S. Lewis “no tiene sentido decirles a nuestros funcionarios de Estado que no se metan en nuestra vida, cuando nuestra vida completa es lo que les importa”.

Es decir, ya no vale quejarnos de haber perdido nuestras libertades en manos del dios gobierno, pues en realidad eso es lo que busca éste dios: el control absoluto sobre sus siervos.

Cuando el dios gobierno adquiere este nivel de poder siempre trabajará con ahínco para mantenerlo, prometiéndonos más cosas gratis y resolver todos nuestros problemas y deseos a cambio de nuestro voto.

Pero esas cosas gratis, cumplir deseos, y resolver problemas, requieren que éste dios quite el dinero a la gente productiva del país para poder entregar todo ese montón de cosas gratis, matando con esto, por así decirlo, a la gallina de los huevos de oro que es la gente del país que produce el dinero, y entonces no puede cumplir sus promesas de cosas gratis, pero lo que sí puede cumplir es llevar a la nación a la quiebra.

Este sistema vicioso donde los deseos de seguridad y dependencia de la gente son aprovechados por candidatos y partidos para buscar puestos de poder en el gobierno, tiende a usar un lenguaje compasivo para llegar a las masas, para proyectarse como su mesías, porque encuentran a las masas abusadas e indefensas como ovejas que necesitan un pastor, y se presentan ante ellas como su salvador.

Esta rancia inclinación ancestral de que los ciudadanos conviertan al gobierno en el dios de su nación, siempre ha resultado de lo más terrible, pues las pérdidas que trae son difíciles de recuperar a corto plazo.

Jesucristo jamás enseñó que la función del gobierno civil era quitar el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, más bien, esclareció las funciones limitadas que debe tener un gobierno civil en una nación libre, es tiempo que los países que dicen tener su fe en Jesucristo y que Él es su Dios, consideren sus enseñanzas contenidas en el documento bíblico.

Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo:

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