/ martes 24 de noviembre de 2020

De la Protesta Social

En este contexto histórico, conmemorativo del CX aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, atribuido a la divulgación del Plan de San Luis, ideado por Francisco I. Madero, partidario de la no reelección y del derrocamiento, por tanto, del General Porfirio Díaz, titular del Poder Ejecutivo de aquel entonces; pero también en esta coyuntura en que opositores a la manera de ejercer el poder del gobierno federal, con marga registrada de 4T (Cuarta Transformación) convocan a dejar de pagar impuestos, es que vale la pena una reflexión en torno a la protesta civil, en cuyo extremo más radical se encuentra, precisamente, la revolución armada.

En el ámbito individual, la protesta civil pacífica es un derecho humano, pues puede constituirse como una especie de manifestación de ideas, se trata, entonces de un derecho subjetivo público; en lo colectivo, se trata de un derecho subjetivo político, pues lo ejerce el individuo en tanto parte de una sociedad actuante, mutante y exigente de lo que ocurre o puede ocurrir en su entorno; así, puede participarse en el ámbito público -mas no gubernamental, que es distinto-.

La protesta civil es un deber ético ante cualquier injusticia social; hay qué demandar, alzar la voz, exigir el cumplimiento de derechos, que no son concesiones graciosas del gobernante en turno, sino obligaciones que deben cumplir y hacer cumplir; no obstante, hay qué hacerlo de manera pacífica, utilizando los causes legales y sin perturbar los derechos de otras personas, pues el ejercicio de un derecho individual tiene como límite el ejercicio de un derecho individual de otro.

Hay situaciones, contextos y entornos extremos, en donde la protesta civil se torna extrema, cuando las condiciones de pobreza, opresión y carencia hacen que las personas, que no tienen nada qué perder (ni la vida, ni la integridad), se motiven para iniciar una revolución armada, caiga quien caiga y hasta donde tope. Como ocurrió hace ciento diez años en México y que debe ser motivo de conmemoración.

Es importante que un pueblo tenga memoria colectiva, que sepa de dónde viene, cuáles son sus raíces, qué principios rigen la actuación pública y cuál fue su fuente. En México, entonces, es importante recordar las causas revolucionarias: sufragio efectivo, no reelección; tierra y libertad; pugna por el reconocimiento y ejercicio de los derechos sociales: educación laica, gratuita y obligatoria, derechos laborales, tenencia privada de la tierra, y que las cabezas más importantes de esta gesta las encontramos en Madero, Villa y Zapata.

Sin embargo, percibo que esta conmemoración ha perdido fuerza; con motivo del asueto revolucionario, se difunde el puente, el buen fin, los viajes, las ofertas, pero no las causas, la esencia, el motivo del asueto. Veo un esfuerzo por retomar acciones orientadas a fortalecer el orgullo por la gesta revolucionaria.

Todos debemos ser revolucionarios, es decir, estar en constante evolución, volver a evolucionar para ser mejores.

Ejerzamos nuestro derecho a la manifestación, en la vertiente de la protesta social pacífica; cumplamos ese deber ético. La omisión en el pago de impuestos no es opción como protesta civil pacífica, toda vez que puede traer consecuencias administrativas y penales.

germanrodriguez32@hotmail.com

En este contexto histórico, conmemorativo del CX aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, atribuido a la divulgación del Plan de San Luis, ideado por Francisco I. Madero, partidario de la no reelección y del derrocamiento, por tanto, del General Porfirio Díaz, titular del Poder Ejecutivo de aquel entonces; pero también en esta coyuntura en que opositores a la manera de ejercer el poder del gobierno federal, con marga registrada de 4T (Cuarta Transformación) convocan a dejar de pagar impuestos, es que vale la pena una reflexión en torno a la protesta civil, en cuyo extremo más radical se encuentra, precisamente, la revolución armada.

En el ámbito individual, la protesta civil pacífica es un derecho humano, pues puede constituirse como una especie de manifestación de ideas, se trata, entonces de un derecho subjetivo público; en lo colectivo, se trata de un derecho subjetivo político, pues lo ejerce el individuo en tanto parte de una sociedad actuante, mutante y exigente de lo que ocurre o puede ocurrir en su entorno; así, puede participarse en el ámbito público -mas no gubernamental, que es distinto-.

La protesta civil es un deber ético ante cualquier injusticia social; hay qué demandar, alzar la voz, exigir el cumplimiento de derechos, que no son concesiones graciosas del gobernante en turno, sino obligaciones que deben cumplir y hacer cumplir; no obstante, hay qué hacerlo de manera pacífica, utilizando los causes legales y sin perturbar los derechos de otras personas, pues el ejercicio de un derecho individual tiene como límite el ejercicio de un derecho individual de otro.

Hay situaciones, contextos y entornos extremos, en donde la protesta civil se torna extrema, cuando las condiciones de pobreza, opresión y carencia hacen que las personas, que no tienen nada qué perder (ni la vida, ni la integridad), se motiven para iniciar una revolución armada, caiga quien caiga y hasta donde tope. Como ocurrió hace ciento diez años en México y que debe ser motivo de conmemoración.

Es importante que un pueblo tenga memoria colectiva, que sepa de dónde viene, cuáles son sus raíces, qué principios rigen la actuación pública y cuál fue su fuente. En México, entonces, es importante recordar las causas revolucionarias: sufragio efectivo, no reelección; tierra y libertad; pugna por el reconocimiento y ejercicio de los derechos sociales: educación laica, gratuita y obligatoria, derechos laborales, tenencia privada de la tierra, y que las cabezas más importantes de esta gesta las encontramos en Madero, Villa y Zapata.

Sin embargo, percibo que esta conmemoración ha perdido fuerza; con motivo del asueto revolucionario, se difunde el puente, el buen fin, los viajes, las ofertas, pero no las causas, la esencia, el motivo del asueto. Veo un esfuerzo por retomar acciones orientadas a fortalecer el orgullo por la gesta revolucionaria.

Todos debemos ser revolucionarios, es decir, estar en constante evolución, volver a evolucionar para ser mejores.

Ejerzamos nuestro derecho a la manifestación, en la vertiente de la protesta social pacífica; cumplamos ese deber ético. La omisión en el pago de impuestos no es opción como protesta civil pacífica, toda vez que puede traer consecuencias administrativas y penales.

germanrodriguez32@hotmail.com