/ martes 29 de octubre de 2019

De los Entremeses al Festival

Con inmenso aprecio a Merche y Mari Pepa.

Músicos y escritores como otros virtuosos del arte se inician antes de hacer una operación aritmética simple. Niños con genio matemático realizan operaciones complejas antes escribir una frase completa o tatarear una melodía. Para crecer no solo se exige nacer con ese don, es preciso el cultivo de la gracia.

El humano posee la necesidad de expresar ideas y sentimientos ataviados por el corazón, en particular del individuo que tiene el don de haber nacido con ciertas facultades o de una sociedad que las costumbres las convierte en tradiciones por sus cualidades que trascienden con el tiempo.

Sabemos que el arte es realizado con una finalidad estética y comunicativa. Un renglón pautado “relleno” de notas del compositor; un par de trazos en el lienzo del pintor o una sola frase del literato comunican más que un luengo discurso.

Mientras la literatura inglesa tiene a su dramaturgo, poeta y actor William Shakespeare, en el lenguaje castellano tenemos a Miguel de Cervantes Saavedra como el máximo emblema del arte de la palabra escrita. Bajo diferentes culturas, ambos murieron con un día de diferencia en abril de 1616. Más tarde, los alemanes simbolizan su literatura con J. W. Goethe.

Ese arte florece cada año en Guanajuato capital aquella noche del 20 de febrero de 1953 cuando en la plaza de San Roque, estudiantes de la Universidad guiados por el genio y la visión del maestro Enrique Ruelas se presentaron los primeros Entremeses Cervantinos haciendo memoria del ilustre literato de Alcalá de Henares, bellísima ciudad con su Universidad y Colegio de San Idelfonso en el barrio antiguo, donde en la estrecha Calle Mayor se conserva con esmero la casa que habitó el Manco de Lepanto y en la cual, hace unos días entoné mi ánimo e imaginación.

Justo es memorar los primeros entremeses en el escenario con techumbre de cielo y estrellas, donde la figura espigada del estimado amigo que terminaba la carrera de derecho, Vicente Martínez Santibáñez personificaba al ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.

Entremeses que son la piedra angular del Festival Internacional Cervantino, donde el arte de la palabra se funde con la música, las artes escénicas, plásticas y populares. Expresiones nacionales y de países invitados en homenaje a Cervantes, preclaro de la lengua castellana y a los personajes de su obra cumbre, el Quijote y su fiel siervo Sancho Panza que permanecen incólumes en el espíritu del Festival.

P.S. Sirva para aludir en el Día del Médico, que la medicina es el arte que implica el ejercicio de la ciencia, ¿o al revés?

Con inmenso aprecio a Merche y Mari Pepa.

Músicos y escritores como otros virtuosos del arte se inician antes de hacer una operación aritmética simple. Niños con genio matemático realizan operaciones complejas antes escribir una frase completa o tatarear una melodía. Para crecer no solo se exige nacer con ese don, es preciso el cultivo de la gracia.

El humano posee la necesidad de expresar ideas y sentimientos ataviados por el corazón, en particular del individuo que tiene el don de haber nacido con ciertas facultades o de una sociedad que las costumbres las convierte en tradiciones por sus cualidades que trascienden con el tiempo.

Sabemos que el arte es realizado con una finalidad estética y comunicativa. Un renglón pautado “relleno” de notas del compositor; un par de trazos en el lienzo del pintor o una sola frase del literato comunican más que un luengo discurso.

Mientras la literatura inglesa tiene a su dramaturgo, poeta y actor William Shakespeare, en el lenguaje castellano tenemos a Miguel de Cervantes Saavedra como el máximo emblema del arte de la palabra escrita. Bajo diferentes culturas, ambos murieron con un día de diferencia en abril de 1616. Más tarde, los alemanes simbolizan su literatura con J. W. Goethe.

Ese arte florece cada año en Guanajuato capital aquella noche del 20 de febrero de 1953 cuando en la plaza de San Roque, estudiantes de la Universidad guiados por el genio y la visión del maestro Enrique Ruelas se presentaron los primeros Entremeses Cervantinos haciendo memoria del ilustre literato de Alcalá de Henares, bellísima ciudad con su Universidad y Colegio de San Idelfonso en el barrio antiguo, donde en la estrecha Calle Mayor se conserva con esmero la casa que habitó el Manco de Lepanto y en la cual, hace unos días entoné mi ánimo e imaginación.

Justo es memorar los primeros entremeses en el escenario con techumbre de cielo y estrellas, donde la figura espigada del estimado amigo que terminaba la carrera de derecho, Vicente Martínez Santibáñez personificaba al ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.

Entremeses que son la piedra angular del Festival Internacional Cervantino, donde el arte de la palabra se funde con la música, las artes escénicas, plásticas y populares. Expresiones nacionales y de países invitados en homenaje a Cervantes, preclaro de la lengua castellana y a los personajes de su obra cumbre, el Quijote y su fiel siervo Sancho Panza que permanecen incólumes en el espíritu del Festival.

P.S. Sirva para aludir en el Día del Médico, que la medicina es el arte que implica el ejercicio de la ciencia, ¿o al revés?