/ lunes 3 de mayo de 2021

Del Sordo, De Los Sordos

"México piadoso y justiciero, o injusto y despiadado. México libre o cautivo (…) México paciente y sereno, o exasperado y violento".

Sergio Garcia Ramirez.

“¡Ojalá y todas las autoridades y todos los ciudadanos se levantaran como un solo hombre, creyendo que el ataque a las garantías de un individuo, es un ataque a la sociedad entera!”

Ponciano Arriaga, el 10 de julio de 1856.

1.- Hace mucho he querido escribir el tema de los sordos. Hace mucho me place leer (y aprender algo) de la prosa fina y certera de don Sergio Garcia Ramirez, he visto en su libro con título promisorio: “Los Nuevos tiempos de la Nación” de editorial Diana, editado en 1995 (qué años aquellos…) en donde escribió: "México piadoso y justiciero, o injusto y despiadado. México libre o cautivo (…) México paciente y sereno, o exasperado y violento".

2.- Este pasado abril de 2021, volvió a escribir:

“Abundan las piedras en el camino del Estado de Derecho, puestas por quien debiera allanarlo. En este escenario me atrajo el título de una nota en EL UNIVERSAL (24 de abril): “La última batalla de Porfirio”. En ella se dijo que el diputado Muñoz Ledo “salía de su cuarentena para dar su última batalla”, impugnando un dictamen favorecido por su fracción parlamentaria. El “decano legislador” reunió sus fuerzas —que las tiene sobradas— y arremetió contra la infamia que rompió el orden democrático.”

Y también expreso:

“Pero en el debate que encendió la oratoria del gladiador hubo otro tema delicado, que saltó a la vista cuando sus adversarios pretendieron refutar sus argumentos. Ocurrió, para dolor y vergüenza, que un líder de legisladores utilizó la tribuna para favorecer el desacato a la Constitución. El líder proclamó: si la ley suprema contraviene la voluntad “justiciera” del poderoso en turno, hay que desecharla. Una vez más, la explotación pedestre del dilema, pésimamente planteado, entre la ley y la justicia. Gravísima confusión entre la justicia y el capricho.

La bárbara clarinada de ese hacedor de leyes, que debiera ser el primero en sostener la primacía de la Constitución, nos obliga a recordar el agravio que padecimos hace poco tiempo, cuando el Ejecutivo exhortó a sus subalternos a desatender la ley y atenerse a la versión de la justicia que les dictaran su instinto o su conciencia. Algo así como decir: si te estorba la ley, deséchala y actúa como te parezca mejor. Debemos recordar esta instrucción precisamente ahora, cuando se pretende violar la Constitución para satisfacer la conveniencia política de quien ya no reconoce freno para su poder imperial: ni la razón ni la Constitución.

La Suprema Corte dirá la última palabra, de la que estamos pendientes. Pero se requiere más: que los ciudadanos reaccionen con la misma vehemencia con que lo hizo el “decano legislador” en defensa de la Constitución. Si ésta declina frente al capricho del poderoso, no habrá defensa que ampare nuestros derechos. Y entonces ¿qué será de la Nación?”

3.- Esta es una voz fuerte, elegante, aguda pero inaudible a los oídos de los de arriba. Tampoco se escuchará a la voz de otro gigante, Don Porfirio Muñoz Ledo. Tampoco se escuchó, en su tiempo, a los que estaban cerca del señor de Palacio, que le renunciaron y que expusieron serias razones. No se hizo caso a la voz de Dante Delgado en un discurso memorable en defensa de la Constitución. Menos se escuchó a un ministro Cossio, en retiro y no tan retirado, pero que ahora es señalado por una lengua flamígera. Muchísimo menos se ha escuchado a quien fuera su abogado Don Elisur Arteaga Nava. Menos se escucharía al juez Juan Pablo Gomez Fierro que estableció en su frase memorable, en la página 18 de la resolución sobre la suspensión: “(…) ningún acto (…) puede desconocer el contenido de la Constitución (…) Y mucho menos al señor Arturo Salvidar que indicó: “(…) que la Constitución despliegue toda su fuerza normativa a favor de la ciudadanía” en un ensayo denominado, “Ser juez constitucional” en el Periódico Milenio, del 27 de abril de 2021.

4.- Mucho menos se escucha a tantas voces, que sin ser coro, estamos en defensa de la Constitución. Ojalá todos los ciudadanos se levantaran como un solo hombre, creyendo que el ataque a las garantías de un individuo, es un ataque a la sociedad entera. Tenemos un México paciente y sereno, exasperado a veces y violento, y estamos dejado la ilusión de tener “nuevos tiempos” de legalidad para la Nación.

Mayo 1 de 2021.

"México piadoso y justiciero, o injusto y despiadado. México libre o cautivo (…) México paciente y sereno, o exasperado y violento".

Sergio Garcia Ramirez.

“¡Ojalá y todas las autoridades y todos los ciudadanos se levantaran como un solo hombre, creyendo que el ataque a las garantías de un individuo, es un ataque a la sociedad entera!”

Ponciano Arriaga, el 10 de julio de 1856.

1.- Hace mucho he querido escribir el tema de los sordos. Hace mucho me place leer (y aprender algo) de la prosa fina y certera de don Sergio Garcia Ramirez, he visto en su libro con título promisorio: “Los Nuevos tiempos de la Nación” de editorial Diana, editado en 1995 (qué años aquellos…) en donde escribió: "México piadoso y justiciero, o injusto y despiadado. México libre o cautivo (…) México paciente y sereno, o exasperado y violento".

2.- Este pasado abril de 2021, volvió a escribir:

“Abundan las piedras en el camino del Estado de Derecho, puestas por quien debiera allanarlo. En este escenario me atrajo el título de una nota en EL UNIVERSAL (24 de abril): “La última batalla de Porfirio”. En ella se dijo que el diputado Muñoz Ledo “salía de su cuarentena para dar su última batalla”, impugnando un dictamen favorecido por su fracción parlamentaria. El “decano legislador” reunió sus fuerzas —que las tiene sobradas— y arremetió contra la infamia que rompió el orden democrático.”

Y también expreso:

“Pero en el debate que encendió la oratoria del gladiador hubo otro tema delicado, que saltó a la vista cuando sus adversarios pretendieron refutar sus argumentos. Ocurrió, para dolor y vergüenza, que un líder de legisladores utilizó la tribuna para favorecer el desacato a la Constitución. El líder proclamó: si la ley suprema contraviene la voluntad “justiciera” del poderoso en turno, hay que desecharla. Una vez más, la explotación pedestre del dilema, pésimamente planteado, entre la ley y la justicia. Gravísima confusión entre la justicia y el capricho.

La bárbara clarinada de ese hacedor de leyes, que debiera ser el primero en sostener la primacía de la Constitución, nos obliga a recordar el agravio que padecimos hace poco tiempo, cuando el Ejecutivo exhortó a sus subalternos a desatender la ley y atenerse a la versión de la justicia que les dictaran su instinto o su conciencia. Algo así como decir: si te estorba la ley, deséchala y actúa como te parezca mejor. Debemos recordar esta instrucción precisamente ahora, cuando se pretende violar la Constitución para satisfacer la conveniencia política de quien ya no reconoce freno para su poder imperial: ni la razón ni la Constitución.

La Suprema Corte dirá la última palabra, de la que estamos pendientes. Pero se requiere más: que los ciudadanos reaccionen con la misma vehemencia con que lo hizo el “decano legislador” en defensa de la Constitución. Si ésta declina frente al capricho del poderoso, no habrá defensa que ampare nuestros derechos. Y entonces ¿qué será de la Nación?”

3.- Esta es una voz fuerte, elegante, aguda pero inaudible a los oídos de los de arriba. Tampoco se escuchará a la voz de otro gigante, Don Porfirio Muñoz Ledo. Tampoco se escuchó, en su tiempo, a los que estaban cerca del señor de Palacio, que le renunciaron y que expusieron serias razones. No se hizo caso a la voz de Dante Delgado en un discurso memorable en defensa de la Constitución. Menos se escuchó a un ministro Cossio, en retiro y no tan retirado, pero que ahora es señalado por una lengua flamígera. Muchísimo menos se ha escuchado a quien fuera su abogado Don Elisur Arteaga Nava. Menos se escucharía al juez Juan Pablo Gomez Fierro que estableció en su frase memorable, en la página 18 de la resolución sobre la suspensión: “(…) ningún acto (…) puede desconocer el contenido de la Constitución (…) Y mucho menos al señor Arturo Salvidar que indicó: “(…) que la Constitución despliegue toda su fuerza normativa a favor de la ciudadanía” en un ensayo denominado, “Ser juez constitucional” en el Periódico Milenio, del 27 de abril de 2021.

4.- Mucho menos se escucha a tantas voces, que sin ser coro, estamos en defensa de la Constitución. Ojalá todos los ciudadanos se levantaran como un solo hombre, creyendo que el ataque a las garantías de un individuo, es un ataque a la sociedad entera. Tenemos un México paciente y sereno, exasperado a veces y violento, y estamos dejado la ilusión de tener “nuevos tiempos” de legalidad para la Nación.

Mayo 1 de 2021.