/ martes 15 de junio de 2021

Desencanto Democrático

Puede parecer dramático el título de la presente entrega, pero así lo veo, pues no me está encantando el proceso electoral en curso, ya que la violencia lo ha contaminado y la participación ciudadana ha mermado su legitimidad.

Se dice que hay que partir de un diagnóstico realista, expresado en la frase «es lo que hay»; se dice, también, que la alegría debe estar en nuestro estado de ánimo, pues votó –en números gruesos- la mitad de los potenciales electores, gran jornada para una elección intermedia, como hace algunos procesos no se veía; y, sin embargo, no me siento satisfecho.

Me quedó a deber la participación ciudadana. Parece que la educación cívica deberá fortalecerse.

Votar en las elecciones constitucionales es una obligación ciudadana y constituye el nivel (deber) más básico, mínimo de participación. Decepcionante que solamente a la mitad de la ciudadanía le haya importado su cumplimiento. No considero como un argumento válido, señalar que no convencía la oferta de candidatos pues, estimo, en algunos distritos electorales y municipios los había adecuados para desempañar el cargo del órgano de gobierno municipal o del congresual, local o federal, para el que se postulaban.

Podría decirse que estoy siendo muy exigente y que, atento a la analogía del contenido del vaso, lo estoy viendo medio vacío. Sin embargo, considero que en los asuntos públicos debemos ser perfeccionistas y sumamente exigentes, lo cual solamente se logra con participación, con Participación Ciudadana (con mayúscula inicial, como concepto), misma que compromete aún más a la autoridad a rendir cuentas en torno a su gestión pública, es decir, a que justifique sus decisiones.

Los resultados, en términos generales y hablando de órganos legislativos, no me sorprendieron: quedamos igual que antes de la jornada, pues la 4T continúa con la mayoría calificada en el ámbito federal (eso sí, los partidos aliados elevarán el costo de la negociación); y en lo local, se confirma la amplia preferencia del electorado por el Partido Acción Nacional.

Sin soslayar, en ambos casos, que creció su respectiva oposición (el PAN, PRI y PRD, en el ámbito federal; Morena, en el local).

También es de llamar la atención la cantidad de gubernaturas ganadas por Morena (11 de 15 en disputa, resultado directamente proporcional a las perdidas por el PRI) y el tremendo avance del PAN y aliados en el bastión del lopezobradorismo, la Ciudad de México, al ganar un buen número de alcaldías, con lo que se divide la ciudad en dos grandes bloques.

Sin duda, los análisis continuarán en torno a los partidos, a la constitución de las cámaras legislativas y de los ayuntamientos; hago votos para que también continúen en torno a la nociva apatía ciudadana, para buscar soluciones y, entonces, corregirla y transformarla en Participación Ciudadana.

No se vale quejarnos, si no participamos en lo básico de la cosa pública. Habrá que incentivar el voto, pero esa será materia de otra colaboración.

germanrodriguez32@hotmail.com

Puede parecer dramático el título de la presente entrega, pero así lo veo, pues no me está encantando el proceso electoral en curso, ya que la violencia lo ha contaminado y la participación ciudadana ha mermado su legitimidad.

Se dice que hay que partir de un diagnóstico realista, expresado en la frase «es lo que hay»; se dice, también, que la alegría debe estar en nuestro estado de ánimo, pues votó –en números gruesos- la mitad de los potenciales electores, gran jornada para una elección intermedia, como hace algunos procesos no se veía; y, sin embargo, no me siento satisfecho.

Me quedó a deber la participación ciudadana. Parece que la educación cívica deberá fortalecerse.

Votar en las elecciones constitucionales es una obligación ciudadana y constituye el nivel (deber) más básico, mínimo de participación. Decepcionante que solamente a la mitad de la ciudadanía le haya importado su cumplimiento. No considero como un argumento válido, señalar que no convencía la oferta de candidatos pues, estimo, en algunos distritos electorales y municipios los había adecuados para desempañar el cargo del órgano de gobierno municipal o del congresual, local o federal, para el que se postulaban.

Podría decirse que estoy siendo muy exigente y que, atento a la analogía del contenido del vaso, lo estoy viendo medio vacío. Sin embargo, considero que en los asuntos públicos debemos ser perfeccionistas y sumamente exigentes, lo cual solamente se logra con participación, con Participación Ciudadana (con mayúscula inicial, como concepto), misma que compromete aún más a la autoridad a rendir cuentas en torno a su gestión pública, es decir, a que justifique sus decisiones.

Los resultados, en términos generales y hablando de órganos legislativos, no me sorprendieron: quedamos igual que antes de la jornada, pues la 4T continúa con la mayoría calificada en el ámbito federal (eso sí, los partidos aliados elevarán el costo de la negociación); y en lo local, se confirma la amplia preferencia del electorado por el Partido Acción Nacional.

Sin soslayar, en ambos casos, que creció su respectiva oposición (el PAN, PRI y PRD, en el ámbito federal; Morena, en el local).

También es de llamar la atención la cantidad de gubernaturas ganadas por Morena (11 de 15 en disputa, resultado directamente proporcional a las perdidas por el PRI) y el tremendo avance del PAN y aliados en el bastión del lopezobradorismo, la Ciudad de México, al ganar un buen número de alcaldías, con lo que se divide la ciudad en dos grandes bloques.

Sin duda, los análisis continuarán en torno a los partidos, a la constitución de las cámaras legislativas y de los ayuntamientos; hago votos para que también continúen en torno a la nociva apatía ciudadana, para buscar soluciones y, entonces, corregirla y transformarla en Participación Ciudadana.

No se vale quejarnos, si no participamos en lo básico de la cosa pública. Habrá que incentivar el voto, pero esa será materia de otra colaboración.

germanrodriguez32@hotmail.com