/ martes 7 de diciembre de 2021

Día Internacional de las Personas con Discapacidad

Llegó diciembre, fin de año, fechas en que se acostumbran los ejercicios introspectivos, la reflexión, el agradecimiento por lo que somos, porque estamos y por lo que tenemos. No obstante, es probable que, con cierta frecuencia, ni siquiera valoramos con el peso específico necesario, las capacidades que tenemos de ver, oír, trasladarnos de un lugar a otro, hablar, hacer nuestras necesidades fisiológicas, pensar, imaginar.

La presente opinión se emite en el contexto del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, conmemorado el pasado viernes 3 de diciembre y así proclamado desde 1992 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

Afortunadamente, la concepción de la discapacidad ha cambiado sustancialmente desde la Edad Media hasta la actualidad; en aquella época, se le veía como una cuestión mágica, religiosa, como un castigo, catalogando a las personas con discapacidad como improductivas, como una carga social, es decir, se adoptó el modelo de prescindencia. Con el transcurso de los siglos, el paradigma se modificó, actualizándose al fin de la Primera Guerra Mundial el modelo individual, médico o rehabilitador, según el cual, estás personas eran consideradas enfermas y se trataba de un inconveniente personal, por tanto, era el médico quien determinaba lo que las personas con alguna discapacidad podían hacer, y eran los operadores jurídicos quienes decidían qué derechos podían ejercer.

El Derecho ha evolucionado. Hoy nos encontramos en el modelo social o de derechos humanos, según el cual, la discapacidad tiene un origen preponderantemente social y atañe al colectivo. Así, es la sociedad quien establece barreras, las cuales, corresponde a la propia sociedad, derribarlas a efecto de asegurar que las necesidades de todas las personas sean consideradas dentro de la organización.

Las barreras sociales son, fundamentalmente, compuestas de dos elementos: (i) Deficiencias de las personas, condiciones individuales y (ii) Barreras del entorno: físicas, comunicacionales y actitudinales como los prejuicios y los estereotipos. Ambas dan paso a la discapacidad.

En ese orden de ideas, es importante entender que todas las personas somos distintas, es decir, en la especie humana, cada quien es único y todos iguales en dignidad, esencia de los derechos humanos. No existe un modelo único de personas.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU) refiere en su preámbulo que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

Las barreras, entonces, no se encuentran en las personas que tienen alguna incapacidad; en ocasiones, ellas ponen la directriz en actitud.

Como cantaba José María Napoleón: «Trata de ser feliz con lo que tienes, vive la vida intensamente, luchando lo conseguirás». Abonemos para conseguirlo y derribemos los prejuicios y las barreras sociales.

germanrodriguez32@hotmail.com

Llegó diciembre, fin de año, fechas en que se acostumbran los ejercicios introspectivos, la reflexión, el agradecimiento por lo que somos, porque estamos y por lo que tenemos. No obstante, es probable que, con cierta frecuencia, ni siquiera valoramos con el peso específico necesario, las capacidades que tenemos de ver, oír, trasladarnos de un lugar a otro, hablar, hacer nuestras necesidades fisiológicas, pensar, imaginar.

La presente opinión se emite en el contexto del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, conmemorado el pasado viernes 3 de diciembre y así proclamado desde 1992 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

Afortunadamente, la concepción de la discapacidad ha cambiado sustancialmente desde la Edad Media hasta la actualidad; en aquella época, se le veía como una cuestión mágica, religiosa, como un castigo, catalogando a las personas con discapacidad como improductivas, como una carga social, es decir, se adoptó el modelo de prescindencia. Con el transcurso de los siglos, el paradigma se modificó, actualizándose al fin de la Primera Guerra Mundial el modelo individual, médico o rehabilitador, según el cual, estás personas eran consideradas enfermas y se trataba de un inconveniente personal, por tanto, era el médico quien determinaba lo que las personas con alguna discapacidad podían hacer, y eran los operadores jurídicos quienes decidían qué derechos podían ejercer.

El Derecho ha evolucionado. Hoy nos encontramos en el modelo social o de derechos humanos, según el cual, la discapacidad tiene un origen preponderantemente social y atañe al colectivo. Así, es la sociedad quien establece barreras, las cuales, corresponde a la propia sociedad, derribarlas a efecto de asegurar que las necesidades de todas las personas sean consideradas dentro de la organización.

Las barreras sociales son, fundamentalmente, compuestas de dos elementos: (i) Deficiencias de las personas, condiciones individuales y (ii) Barreras del entorno: físicas, comunicacionales y actitudinales como los prejuicios y los estereotipos. Ambas dan paso a la discapacidad.

En ese orden de ideas, es importante entender que todas las personas somos distintas, es decir, en la especie humana, cada quien es único y todos iguales en dignidad, esencia de los derechos humanos. No existe un modelo único de personas.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU) refiere en su preámbulo que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

Las barreras, entonces, no se encuentran en las personas que tienen alguna incapacidad; en ocasiones, ellas ponen la directriz en actitud.

Como cantaba José María Napoleón: «Trata de ser feliz con lo que tienes, vive la vida intensamente, luchando lo conseguirás». Abonemos para conseguirlo y derribemos los prejuicios y las barreras sociales.

germanrodriguez32@hotmail.com