/ martes 16 de noviembre de 2021

Día Internacional Para la Tolerancia

Desde tiempos remotos al ser humano ha pugnado por el respeto, al cual se le ha dotado de contenido según el contexto específico: a la mayoría de ciudadanos, en la democracia de la Grecia clásica o a los dictados eclesiásticos, en el caso de la Edad Media. En México, rescato dos momentos: (i) en el siglo XIX, con la frase de Don Benito Juárez: «Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz» y (ii) al inicio del mileno que corre, el anuncio de la autoridad administrativa electoral, a propósito de la pluralidad política: «Tolerancia, base de la democracia».

En efecto, la democracia lleva de suyo la creación de mayorías y de minorías en el ejercicio del poder público, en razón de las elecciones periódicas realizadas, bajo la precisa de que esa condición puede modificarse, ya que las mayorías ineludiblemente se convierten en minorías y éstas, en aquellas; asimismo, la democracia tiene la inherente concepción del ejercicio de derechos políticos, ya que existen las condiciones para ello. En todo caso, el respeto, en tanto sinónimo de tolerancia, es el cimiento del sistema democrático.

Tolerancia, según la segunda acepción de la gramática española, significa respecto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró en 1996 que el 16 de noviembre conmemoraríamos el Día Internacional para la Tolerancia, entendida no solo como un deber moral, sino como un requisito político y legal para los individuos; en consecuencia, la tolerancia, si bien es cierto, se pensó para aplicarse entre las naciones, no menos cierto es que, se ha ensanchado su campo conceptual hasta alcanzar al individuo. Hoy la tolerancia ante la diferencia es el núcleo de los derechos humanos.

Es necesaria la existencia de un marco normativo adecuado; de educación para desterrar la ignorancia que puede derivar en miedo a lo desconocido y, por tanto, en violencia en cualquiera de sus modalidades; de información suficiente y adecuada; y de conciencia individual para reflexión de nosotros mismos y de nuestro entorno.

La tolerancia implica empatía hacia el otro, ponernos en su lugar, vernos en un espejo e imaginar su situación, por tanto, humaniza, sensibiliza y es propicia para la introspección, para la reflexión en torno a la propia situación, planteándonos interrogantes: ¿qué haría en su lugar? ¿qué contexto vivió? ¿por qué actuará así? En la medida en que respondamos estas cuestiones, es probable que seamos más tolerantes y, en consecuencia, tengamos más respeto por las posturas y actitudes de otros, en la inteligencia de que esos otros, también lo tendrán con nosotros, pues todos somos individualmente distintos y nadie poseemos la verdad absoluta.

La tolerancia, entonces, es una condición y un presupuesto de orden y convivencia sociales y no una concesión graciosa para los demás.

Tolerar (respetar) implica reconocernos distintos y discutir en paz, a sabiendas que tenemos posturas distintas y caminos diversos para ser felices (en lo individual) y para alcanzar el bien común (en lo colectivo).

germanrodriguez32@hotmail.com

Desde tiempos remotos al ser humano ha pugnado por el respeto, al cual se le ha dotado de contenido según el contexto específico: a la mayoría de ciudadanos, en la democracia de la Grecia clásica o a los dictados eclesiásticos, en el caso de la Edad Media. En México, rescato dos momentos: (i) en el siglo XIX, con la frase de Don Benito Juárez: «Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz» y (ii) al inicio del mileno que corre, el anuncio de la autoridad administrativa electoral, a propósito de la pluralidad política: «Tolerancia, base de la democracia».

En efecto, la democracia lleva de suyo la creación de mayorías y de minorías en el ejercicio del poder público, en razón de las elecciones periódicas realizadas, bajo la precisa de que esa condición puede modificarse, ya que las mayorías ineludiblemente se convierten en minorías y éstas, en aquellas; asimismo, la democracia tiene la inherente concepción del ejercicio de derechos políticos, ya que existen las condiciones para ello. En todo caso, el respeto, en tanto sinónimo de tolerancia, es el cimiento del sistema democrático.

Tolerancia, según la segunda acepción de la gramática española, significa respecto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró en 1996 que el 16 de noviembre conmemoraríamos el Día Internacional para la Tolerancia, entendida no solo como un deber moral, sino como un requisito político y legal para los individuos; en consecuencia, la tolerancia, si bien es cierto, se pensó para aplicarse entre las naciones, no menos cierto es que, se ha ensanchado su campo conceptual hasta alcanzar al individuo. Hoy la tolerancia ante la diferencia es el núcleo de los derechos humanos.

Es necesaria la existencia de un marco normativo adecuado; de educación para desterrar la ignorancia que puede derivar en miedo a lo desconocido y, por tanto, en violencia en cualquiera de sus modalidades; de información suficiente y adecuada; y de conciencia individual para reflexión de nosotros mismos y de nuestro entorno.

La tolerancia implica empatía hacia el otro, ponernos en su lugar, vernos en un espejo e imaginar su situación, por tanto, humaniza, sensibiliza y es propicia para la introspección, para la reflexión en torno a la propia situación, planteándonos interrogantes: ¿qué haría en su lugar? ¿qué contexto vivió? ¿por qué actuará así? En la medida en que respondamos estas cuestiones, es probable que seamos más tolerantes y, en consecuencia, tengamos más respeto por las posturas y actitudes de otros, en la inteligencia de que esos otros, también lo tendrán con nosotros, pues todos somos individualmente distintos y nadie poseemos la verdad absoluta.

La tolerancia, entonces, es una condición y un presupuesto de orden y convivencia sociales y no una concesión graciosa para los demás.

Tolerar (respetar) implica reconocernos distintos y discutir en paz, a sabiendas que tenemos posturas distintas y caminos diversos para ser felices (en lo individual) y para alcanzar el bien común (en lo colectivo).

germanrodriguez32@hotmail.com