/ lunes 7 de enero de 2019

Diario de un gobierno

Nuestro país es el único de los del Grupo de Lima que no votó en contra de la dictadura de Venezuela, porque le gusta el desabasto, la represión, la falsa democracia, ser de izquierda golfa, peinarse de partido y ser mentiroso. Pero todo esto es el gobierno actual, nosotros los ciudadanos somos lo contrario de todo eso, nunca antes había colas en las gasolineras, ni únicamente te ofrecían de un tipo, siempre he dicho que el anterior presidente fue de los mejores que hemos tenido, lo único que le faltó es un Durazo, pero no Alfonso sino “el Negro” ese que desaparecía problemas y cerraba el periférico para que nadie se levantara a dominar las ciudades.

Los mañaneros se limpian las lagañas sucias de escupitajos sin sentido, salivas tempraneras que cargan falsedades, ojos cansados que casi se cierran con tergiversaciones blandas, cuellos mal colocados como los que salen al hablar a las seis del sol por salir, palabras congeladas que arrastran incertidumbres gachas, narices que aspiran frases malolientes de cama, aires que han dejado en los colchones las buenas intenciones.

Solos, sin mancuernas ni soluciones rectas se escuchan los cuervos del invierno de la ciudad de México, posturas sin experiencia, movimientos bajos que en nada vuelan por solucionar los problemas del México lindo y querido.

Añoramos los esfuerzos, las noticias con sol, aquellos intentos que se hacían por levantar los titulares de periódicos, las voces cambiantes para sorprender y hacer que el café se mezclara bien con las dulces noticias.

Nuestro país es el único de los del Grupo de Lima que no votó en contra de la dictadura de Venezuela, porque le gusta el desabasto, la represión, la falsa democracia, ser de izquierda golfa, peinarse de partido y ser mentiroso. Pero todo esto es el gobierno actual, nosotros los ciudadanos somos lo contrario de todo eso, nunca antes había colas en las gasolineras, ni únicamente te ofrecían de un tipo, siempre he dicho que el anterior presidente fue de los mejores que hemos tenido, lo único que le faltó es un Durazo, pero no Alfonso sino “el Negro” ese que desaparecía problemas y cerraba el periférico para que nadie se levantara a dominar las ciudades.

Los mañaneros se limpian las lagañas sucias de escupitajos sin sentido, salivas tempraneras que cargan falsedades, ojos cansados que casi se cierran con tergiversaciones blandas, cuellos mal colocados como los que salen al hablar a las seis del sol por salir, palabras congeladas que arrastran incertidumbres gachas, narices que aspiran frases malolientes de cama, aires que han dejado en los colchones las buenas intenciones.

Solos, sin mancuernas ni soluciones rectas se escuchan los cuervos del invierno de la ciudad de México, posturas sin experiencia, movimientos bajos que en nada vuelan por solucionar los problemas del México lindo y querido.

Añoramos los esfuerzos, las noticias con sol, aquellos intentos que se hacían por levantar los titulares de periódicos, las voces cambiantes para sorprender y hacer que el café se mezclara bien con las dulces noticias.