/ martes 21 de julio de 2020

El aire y la ciencia

Ya lo decían tanto las culturas ancestrales mesoamericanas como los grandes pensadores antiguos del viejo continente, señaladamente el político y filósofo griego Empédocles: para que haya vida se requieren cuatro elementos o raíces: agua, fuego, tierra y aire. Me centraré en el aire como elemento esencial de vida para el ser humano.

Teniendo como contexto la pandemia generada por la enfermedad COVID-19, originada por el coronavirus recién descubierto, cuyo efecto principal es la restricción notable del adecuado uso de las vías respiratorias, resulta fundamental el aire, como elemento de vida del ser humano; poder respirar es esencial. Sin aire no hay vida.

La semana pasada (14 de julio, aniversario de la Toma de la Bastilla, evento inaugural de la Revolución cuyo resultado trajo consigo las bases del Estado moderno), en el marco de la conferencia matutina presidencial, la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), presentó dos respiradores artificiales (ventiladores) creados por ese Consejo, con patente mexicana, 70% más baratos que los fabricados en el extranjeros, inventados en un tiempo récord de cuatro meses (considerando que atento a sus características tienen una duración de creación de tres a cinco años): Ehécatl-4T (homónimo del Dios del Viento náhuatl) y Gätsi (que significa suspiro, en otomí); ambos cumplen con la normativa internacional en materia de calidad. Gätsi fue creado con la participación de la iniciativa privada.

Da gusto y esperanza, que los científicos mexicanos estén orientando su habilidad, conocimiento y trabajo, para crear, inventar, generar satisfactores sociales; que el conocimiento científico tenga resultados prácticos en beneficio social; que paulatinamente, con los criterios que van estableciéndose en el Conacyt, la ciencia se ponga al servicio de la gente y no solamente de algunos; que con los recursos públicos que ejerce el Conacyt, se apoyen a los científicos que investiguen y puedan generar conocimiento que coadyuve en lograr el bienestar de la mayoría y se dejen las investigaciones científicas que poco o nada abonan en la consecución de tal fin, pero sí en becas, puntos y estímulos -que se traducen en dinero- para algunos investigadores.

Ehécatl-4T y Gätsi ponen a México, de nueva cuenta, en el centro del debate mundial; algunos se molestarán porque el negocio de la salud, al menos el de los respiradores artificiales, será menos redituable; sin embargo, coadyuvan en el objetivo planteado: que los satisfactores para combatir la pandemia se distribuyan entre todos los países y no haya acaparamiento de los desarrollados, marginando a los que se encuentran en vías de desarrollo (México, en este punto, aludió solamente a las vacunas contra la COVID-19, pero el argumento puede hacerse extensivo a todos los satisfactores vinculados con esta enfermedad).

Necesitamos, como país, avanzar en ciencia y tecnología, como lo hemos hecho con Ehécatl-4T y Gätsi. Cabe recordar que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3, fracción V, constitucional, toda persona tiene derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. En ese sentido, el Estado apoyará la investigación e innovación científica, humanística y tecnológica, y garantizará el acceso abierto a la información que derive de ella, para lo cual deberá proveer recursos y estímulos suficientes.

Ehécatl-4T y Gätsi son, sin duda, una buena noticia.

germanrodriguez32@hotmail.com

Ya lo decían tanto las culturas ancestrales mesoamericanas como los grandes pensadores antiguos del viejo continente, señaladamente el político y filósofo griego Empédocles: para que haya vida se requieren cuatro elementos o raíces: agua, fuego, tierra y aire. Me centraré en el aire como elemento esencial de vida para el ser humano.

Teniendo como contexto la pandemia generada por la enfermedad COVID-19, originada por el coronavirus recién descubierto, cuyo efecto principal es la restricción notable del adecuado uso de las vías respiratorias, resulta fundamental el aire, como elemento de vida del ser humano; poder respirar es esencial. Sin aire no hay vida.

La semana pasada (14 de julio, aniversario de la Toma de la Bastilla, evento inaugural de la Revolución cuyo resultado trajo consigo las bases del Estado moderno), en el marco de la conferencia matutina presidencial, la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), presentó dos respiradores artificiales (ventiladores) creados por ese Consejo, con patente mexicana, 70% más baratos que los fabricados en el extranjeros, inventados en un tiempo récord de cuatro meses (considerando que atento a sus características tienen una duración de creación de tres a cinco años): Ehécatl-4T (homónimo del Dios del Viento náhuatl) y Gätsi (que significa suspiro, en otomí); ambos cumplen con la normativa internacional en materia de calidad. Gätsi fue creado con la participación de la iniciativa privada.

Da gusto y esperanza, que los científicos mexicanos estén orientando su habilidad, conocimiento y trabajo, para crear, inventar, generar satisfactores sociales; que el conocimiento científico tenga resultados prácticos en beneficio social; que paulatinamente, con los criterios que van estableciéndose en el Conacyt, la ciencia se ponga al servicio de la gente y no solamente de algunos; que con los recursos públicos que ejerce el Conacyt, se apoyen a los científicos que investiguen y puedan generar conocimiento que coadyuve en lograr el bienestar de la mayoría y se dejen las investigaciones científicas que poco o nada abonan en la consecución de tal fin, pero sí en becas, puntos y estímulos -que se traducen en dinero- para algunos investigadores.

Ehécatl-4T y Gätsi ponen a México, de nueva cuenta, en el centro del debate mundial; algunos se molestarán porque el negocio de la salud, al menos el de los respiradores artificiales, será menos redituable; sin embargo, coadyuvan en el objetivo planteado: que los satisfactores para combatir la pandemia se distribuyan entre todos los países y no haya acaparamiento de los desarrollados, marginando a los que se encuentran en vías de desarrollo (México, en este punto, aludió solamente a las vacunas contra la COVID-19, pero el argumento puede hacerse extensivo a todos los satisfactores vinculados con esta enfermedad).

Necesitamos, como país, avanzar en ciencia y tecnología, como lo hemos hecho con Ehécatl-4T y Gätsi. Cabe recordar que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3, fracción V, constitucional, toda persona tiene derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. En ese sentido, el Estado apoyará la investigación e innovación científica, humanística y tecnológica, y garantizará el acceso abierto a la información que derive de ella, para lo cual deberá proveer recursos y estímulos suficientes.

Ehécatl-4T y Gätsi son, sin duda, una buena noticia.

germanrodriguez32@hotmail.com