/ lunes 17 de febrero de 2020

El Camino del Infierno

“Yo no tenía malas intenciones, pero creo que tenía el poder”. Hermon Killebrew

En 1949 en que se consolidó la República Federal Alemana surgió en Europa una idea entre las cicatrices que dejó la segunda guerra mundial. Europa estaba partida en dos, el occidente aliado a los Estados Unidos y el oriente najo el yugo de la URSS, Con saleas se capitalismo y de comunismo se disputaban los mercados del mundo.

Después varios sucesos y acomodos geopolíticos, en 1993 se estableció una comunidad para propiciar y acoger la integración de los países de Europa. Nació la Unión Europea. Alemania, Italia, Francia, Bélgica, Países Bajos, Italia y Luxemburgo lograron una Asociación económica y política única en el mundo que ha contribuido a elevar la calidad de vida de los europeos. En cierto modo se borraron fronteras. Adiós visas, se creó una sola moneda para los 28 países integrantes. Se crearon reglas para la observancia de los Derechos Humanos y se fortaleció la democracia según cada sistema de gobierno respetando la soberanía de cada Estado.

Empero, no todo es miel sobre hojuelas, la democracia cambia líderes y por consecuencia criterios. Sirva de ejemplo el Brexit, producto de la voluntad ciudadana del Reino Unido. El resurgimiento de corrientes independistas quebrantó reglas. Recordemos la antigua Checoslovaquia. La rebeldía del País Vasco y la reciente catalana o la inquietud en Irlanda del Norte. No obstante la UE sin Inglaterra, es una economía contrapeso al poderoso país al norte del nuestro. Asia merece capítulo aparte,

En nuestro continente hay tratados comerciales con pocas exigencias humanas no comparables con los acuerdos de la UE. El más destacado es el T-MEC (USMCA en inglés) por el volumen de negocio. Tratado comercial sucesor del TLCAN (NAFTA en inglés) que giró al país hacia el progreso. Creación, nos guste o no, del presidente Salinas de Gortari el hombre más odiado antes que apareciera al escenario la corrupción en el sexenio de Peña Nieto.

Pero el libre comercio internacional no es el único pilar del progreso. Lo interior es más sustancial, ahí es donde fallamos. La intención del presidente López de acabar con la corrupción y la impunidad es una meta plausible sin discusión. Objetivos que se degradan al retomar el desastroso pasado de gobierno/empresa; del debilitamiento de los entes autónomos para monopolizar el poder en una sola persona, que si sumamos los programas sociales con miras electoreras y la amenaza inminente para controlar en IFE, los buenos propósitos son como el camino del infierno: sembrado de buenas intenciones.

“Yo no tenía malas intenciones, pero creo que tenía el poder”. Hermon Killebrew

En 1949 en que se consolidó la República Federal Alemana surgió en Europa una idea entre las cicatrices que dejó la segunda guerra mundial. Europa estaba partida en dos, el occidente aliado a los Estados Unidos y el oriente najo el yugo de la URSS, Con saleas se capitalismo y de comunismo se disputaban los mercados del mundo.

Después varios sucesos y acomodos geopolíticos, en 1993 se estableció una comunidad para propiciar y acoger la integración de los países de Europa. Nació la Unión Europea. Alemania, Italia, Francia, Bélgica, Países Bajos, Italia y Luxemburgo lograron una Asociación económica y política única en el mundo que ha contribuido a elevar la calidad de vida de los europeos. En cierto modo se borraron fronteras. Adiós visas, se creó una sola moneda para los 28 países integrantes. Se crearon reglas para la observancia de los Derechos Humanos y se fortaleció la democracia según cada sistema de gobierno respetando la soberanía de cada Estado.

Empero, no todo es miel sobre hojuelas, la democracia cambia líderes y por consecuencia criterios. Sirva de ejemplo el Brexit, producto de la voluntad ciudadana del Reino Unido. El resurgimiento de corrientes independistas quebrantó reglas. Recordemos la antigua Checoslovaquia. La rebeldía del País Vasco y la reciente catalana o la inquietud en Irlanda del Norte. No obstante la UE sin Inglaterra, es una economía contrapeso al poderoso país al norte del nuestro. Asia merece capítulo aparte,

En nuestro continente hay tratados comerciales con pocas exigencias humanas no comparables con los acuerdos de la UE. El más destacado es el T-MEC (USMCA en inglés) por el volumen de negocio. Tratado comercial sucesor del TLCAN (NAFTA en inglés) que giró al país hacia el progreso. Creación, nos guste o no, del presidente Salinas de Gortari el hombre más odiado antes que apareciera al escenario la corrupción en el sexenio de Peña Nieto.

Pero el libre comercio internacional no es el único pilar del progreso. Lo interior es más sustancial, ahí es donde fallamos. La intención del presidente López de acabar con la corrupción y la impunidad es una meta plausible sin discusión. Objetivos que se degradan al retomar el desastroso pasado de gobierno/empresa; del debilitamiento de los entes autónomos para monopolizar el poder en una sola persona, que si sumamos los programas sociales con miras electoreras y la amenaza inminente para controlar en IFE, los buenos propósitos son como el camino del infierno: sembrado de buenas intenciones.