/ martes 21 de septiembre de 2021

El Discurso Político del Grito

La conmemoración del Grito de Dolores, evento en el que recordamos la arenga del padre de la Patria para revelarse en contra del mal gobierno, es el discurso político más visto - y, quizás, más esperado- por un gran número de personas, nacionales y extranjeras, debido a su brevedad, sencillez y popularidad; constituye una gran oportunidad para transmitir aspiraciones, oportunidades y posturas gubernamentales. Así, se ha transitado del discurso de odio (¡Mueran los gachupines!) a la paridad de género (¡Mexicanas y mexicanos! ¡Viva Leona Vicario!) y la inclusión de comunidades históricamente segregadas y menos favorecidas (¡Vivan las culturas del México prehispánico!).

En ese orden de ideas, veo con agrado que en la noche del Grito los mexicanos tengamos más interés en el discurso político que en la forma como viste-calza-maquilla la esposa y/o acompañante del jefe del Estado mexicano, única persona que puede estar en ese lugar (Palacio Nacional) y en ese momento, pronunciándolo.

El discurso pronunciado la noche del 15 de septiembre pasado, me resulta muy interesante por su contenido y no por su forma, pues esta se dio en el contexto de la conmemoración del Grito de Dolores, con solemnidades inamovibles y, por tanto, comunes entre los diversos mandatarios: la escolta, la salutación, la arenga, el himno, la música y la pirotecnia (los invitados, la cena o la bebida, sí dependerán del primer mandatario en turno).

El más reciente grito, además de proclamar a los héroes nacionales con motivo del inicio de la gesta independentista (la Independencia per se, Hidalgo, Morelos, la Corregidora, Allende, Leona Vicario, Guerrero y, al final, México en tres ocasiones), se le dio su lugar y peso específico a ciertos principios constitucionales vinculados con la creación misma, finalidad y funcionamiento del Estado, concebido desde la modernidad.

En ese orden de ideas, el Presidente de México reconoció a las miles de personas que participaron en el movimiento (Héroes anónimos) y sin su labor no hubiera sido posible la independencia nacional; también gritó vivas a la democracia y a los presupuestos de los que deriva, fuente del Estado moderno: la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Se refirió, asimismo, a la soberanía nacional y a las culturas del México prehispánico, en el vísperas del discurso pronunciado en el contexto del desfile conmemorativo del 16 de septiembre en el que defendió la soberanía de los países, denunció el bloqueo económico cubano y la ineficacia de la Organización de Estados Americanos; además, previo al ejercicio de la Presidencia pro tempore, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, el 18 de septiembre, con China como país invitado.

Finalmente, pero no menos relevante, un fuerte ¡viva! a la Honestidad y al Amor al prójimo. La honestidad como esencia del servidor público, eje que limita la aceptación de algún cargo o encargo y el desempeño del mismo; y el amor al prójimo como brújula de actuación, conscientes de que vivimos en comunidad y nuestras conductas -buenas o malas- inciden en el resto de nuestros conciudadanos.

El Grito, potencial discurso breve, bueno y sustancioso, dependiendo de la inspiración del gobernante en turno (diría el bohemio en su brindis).

germanrodriguez32@hotmail.com

La conmemoración del Grito de Dolores, evento en el que recordamos la arenga del padre de la Patria para revelarse en contra del mal gobierno, es el discurso político más visto - y, quizás, más esperado- por un gran número de personas, nacionales y extranjeras, debido a su brevedad, sencillez y popularidad; constituye una gran oportunidad para transmitir aspiraciones, oportunidades y posturas gubernamentales. Así, se ha transitado del discurso de odio (¡Mueran los gachupines!) a la paridad de género (¡Mexicanas y mexicanos! ¡Viva Leona Vicario!) y la inclusión de comunidades históricamente segregadas y menos favorecidas (¡Vivan las culturas del México prehispánico!).

En ese orden de ideas, veo con agrado que en la noche del Grito los mexicanos tengamos más interés en el discurso político que en la forma como viste-calza-maquilla la esposa y/o acompañante del jefe del Estado mexicano, única persona que puede estar en ese lugar (Palacio Nacional) y en ese momento, pronunciándolo.

El discurso pronunciado la noche del 15 de septiembre pasado, me resulta muy interesante por su contenido y no por su forma, pues esta se dio en el contexto de la conmemoración del Grito de Dolores, con solemnidades inamovibles y, por tanto, comunes entre los diversos mandatarios: la escolta, la salutación, la arenga, el himno, la música y la pirotecnia (los invitados, la cena o la bebida, sí dependerán del primer mandatario en turno).

El más reciente grito, además de proclamar a los héroes nacionales con motivo del inicio de la gesta independentista (la Independencia per se, Hidalgo, Morelos, la Corregidora, Allende, Leona Vicario, Guerrero y, al final, México en tres ocasiones), se le dio su lugar y peso específico a ciertos principios constitucionales vinculados con la creación misma, finalidad y funcionamiento del Estado, concebido desde la modernidad.

En ese orden de ideas, el Presidente de México reconoció a las miles de personas que participaron en el movimiento (Héroes anónimos) y sin su labor no hubiera sido posible la independencia nacional; también gritó vivas a la democracia y a los presupuestos de los que deriva, fuente del Estado moderno: la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Se refirió, asimismo, a la soberanía nacional y a las culturas del México prehispánico, en el vísperas del discurso pronunciado en el contexto del desfile conmemorativo del 16 de septiembre en el que defendió la soberanía de los países, denunció el bloqueo económico cubano y la ineficacia de la Organización de Estados Americanos; además, previo al ejercicio de la Presidencia pro tempore, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, el 18 de septiembre, con China como país invitado.

Finalmente, pero no menos relevante, un fuerte ¡viva! a la Honestidad y al Amor al prójimo. La honestidad como esencia del servidor público, eje que limita la aceptación de algún cargo o encargo y el desempeño del mismo; y el amor al prójimo como brújula de actuación, conscientes de que vivimos en comunidad y nuestras conductas -buenas o malas- inciden en el resto de nuestros conciudadanos.

El Grito, potencial discurso breve, bueno y sustancioso, dependiendo de la inspiración del gobernante en turno (diría el bohemio en su brindis).

germanrodriguez32@hotmail.com