El pasado martes (6 de abril de 2020) el Gobernador del Estado de Guanajuato anunció en sus redes sociales, su decisión de donar su salario, por el tiempo que dure la contingencia sanitaria causada por el COVID-19, a los trabajadores del sector Salud local, y pidió a su gabinete legal y ampliado, así como a los Subsecretarios, a hacer lo propio. El anuncio tuvo un efecto multiplicador cuyos alcances llegaron al propio Ejecutivo, pues el mismo día algunos Secretarios y Subsecretarios siguieron el ejemplo, al Poder Legislativo, toda vez que el Grupo Parlamentario local del Partido Acción Nacional, así como algunas representaciones parlamentarias, harán lo mismo, al Poder Judicial, mediante la donación que harán Magistrados, Consejeros y Secretarios Generales y a la Fiscalía General, cuyo parte de su personal harán lo propio.
En honor a la verdad, es de señalarse que ya otros órganos del Poder público habían donado su contraprestación económica (dieta, en el caso de los representantes, como los Senadores de la República) y por una temporalidad más amplia a un mes. Sin embargo, es importante reconocer que algunas buenas prácticas comienzan a replicarse en Guanajuato.
Claramente, no es una medida populista, sino un gesto de solidaridad y empatía.
En ambos casos (ámbitos local y federal) la aportación es voluntaria, sin coacción; se trata de una mera invitación, apelando al sentido humanista de los servidores públicos de alto nivel, cuyas percepciones salariales (o contraprestaciones por su trabajo, en el caso de los legisladores) son mucho más elevadas del promedio.
Ciertamente, la medida no resolverá el problema de fondo, pero sí es una muestra de empatía y solidaridad para con los servidores públicos que hoy se encuentran en el centro de la solución del problema. Ahora deberá seguir ejerciendo el recurso público de manera responsable y apegado a Derecho.
Probablemente la acción del gober se acerque a la doctrina tomista que definió parte de los documentos básicos del partido político en el que milita, los cuales giran en torno al bien común; demostrado que la privatización de todo, sector salud incluido, es perjudicial, pues el Estado pierde su rectoría en temas torales para el que fue creado: establecer las condiciones para lograr el bienestar colectivo, ese bien público temporal o bien común del que hablaba Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica.
Bien por el gober al fortalecer el Estado, el sector salud, aunque sea por vía de mientras, mediante un donativo, quitándose su salario y otorgándoselo al sector que hoy por hoy lo requiere urgentemente.
Termino citando a Alfonso Pérez Daza (EL UNIVERSAL, 8 de abril de 2020), suscribiendo todas y cada una de sus afirmaciones: «En estos tiempos de adversidad, no es la indiferencia, la ignorancia o la búsqueda del interés propio lo que nos sacará adelante, sino la solidaridad, el reconocimiento y el apoyo a todo el personal médico que, poniendo en riesgo sus vidas, tienen el valor de salir a trabajar por las nuestras.».
De ahí la importancia de este gesto solidario del gobernador, ejemplificante para otros servidores públicos; de ahí la memez de algunas personas que agredieron a personal de la salud, lanzándoles cloro, probablemente influenciado por las paparruchas (gran cartón de Helguera, denominado INVOLUCIÓN, publicado ayer en La Jornada https://www.jornada.com.mx/2020/04/13/cartones/1 en el que se sintetiza el retrasado pensamiento de estos agresores); de ahí el acuerdo al que llegaron los empresarios del sector con el sector salud, mediante el cual pondrán a disposición del gobierno tres mil camas (al costo, es decir, sin utilidad, sin lucro).
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