/ domingo 24 de abril de 2022

El Grupo De Los Cinco

“La naturaleza me ha equipado con un talento musical del que no reniego y estoy orgulloso, porque también les trae calma y placer a las personas”. Piotr Illich Tchaikovsky.

En el siglo XIX Viena fue escenario de grandes faenas de embellecimiento de la ciudad.

Terminaron el Palacio Imperial comenzado en la Edad Media. Se levantó el edificio del Ayuntamiento, el Museo de Bellas Artes y Ciencias Naturales y tantas joyas y tesoros que hacen única a la bella y culta ciudad.

Corazón del imperio Austrohúngaro y cuna de la música clásica, brillaron Joseph Haydn, Wolfang A. Mozart y Ludwig van Beethoven, pilares que dieron forma a la época del “clasicismo de la música clásica” siendo que los dos últimos eran alemanes. Historia nacida en el siglo XVIII y se robustece en el XIX donde también destacaron compositores del resto de Europa.

Rusia se cuece aparte. En la primera mitad del siglo XIX despegó la literatura, la arquitectura, la pintura y la música, artes influenciadas por la guerra patriótica de 1812, la derrota de las tropas napoleónicas a las puertas de Moscú. Tiempos del emperador Alejandro I ascendido al trono en 1825 que estableció la política del “absolutismo absoluto” dirigida a estimular la educación, apoyar la industria, apuntalar la investigación y el desarrollo del arte superando en varios aspectos a los países europeos.

En el estilo clásico del arte ruso figuró la música, el más representativo, Mijail Ivanovich Glinka (1804-1857) enfatizó: “la música es creada por la gente, solo la estamos organizando”, sentencia basada en las composiciones inspiradas en tonadas y canciones populares. En lo nuestro sirva de ejemplo Huapango de José Pablo Moncayo, iluminada por sones veracruzanos o la Noche de los Mayas de Silvestre Revueltas o la recreación de lo que pudo haber sido la música de los antiguos mexicas en la obra Xochipilli de Carlos Chávez.

El epicentro de la música culta de Rusia estuvo y está en San Petersburgo, ciudad que comparo para Rusia lo que es Viena para Europa occidental. Capital del arte ruso; del Conservatorio Estatal que luego se llamó como lo conocemos ahora: Nicolai Rimski- Korsakov; del teatro Mikhailovsky, sede del Ballet de la ciudad de los canales en la ribera del mar Báltico.

Alrededor del año 1850 surgió lo que creo yo, celos contra Tchaikovsky que se había entregado a la escuela vienesa. Un grupo de músicos de más o menos la misma edad se distanciaron de Viena en defensa del estilo de la música rusa. Cesar Cui, M. Balakirev M. Mussorgsky, A. Borodin y N. A. Rimsky-Koprsakov integraron el “Grupo de los cinco” promotores del nacionalismo musical. Rimsky-Korsakov, uno de los más activos, creó la conciencia musical moderna de Rusia, excelente orquestador, “arregló orquestalmente” obras de sus contemporáneos. Más conocido por la suite sinfónica Scherezada y Capricho español, es autor de las óperas Noche de mayo, Mozart y Salieri, La novia del Zar, La ciudad invisible de Kitege, El gallo de oro y otras. En el campo sinfónico cuenta con tres sinfonías; El festival de la gran Pascua rusa, un Concierto para piano y más.

Concluyo que la ciencia, la industria y la tecnología son universales. Como la música clásica, no tienen fronteras como pretende levantar el gobierno de la 4T en menoscabo del progreso del pueblo que dice que tanto ama.

“La naturaleza me ha equipado con un talento musical del que no reniego y estoy orgulloso, porque también les trae calma y placer a las personas”. Piotr Illich Tchaikovsky.

En el siglo XIX Viena fue escenario de grandes faenas de embellecimiento de la ciudad.

Terminaron el Palacio Imperial comenzado en la Edad Media. Se levantó el edificio del Ayuntamiento, el Museo de Bellas Artes y Ciencias Naturales y tantas joyas y tesoros que hacen única a la bella y culta ciudad.

Corazón del imperio Austrohúngaro y cuna de la música clásica, brillaron Joseph Haydn, Wolfang A. Mozart y Ludwig van Beethoven, pilares que dieron forma a la época del “clasicismo de la música clásica” siendo que los dos últimos eran alemanes. Historia nacida en el siglo XVIII y se robustece en el XIX donde también destacaron compositores del resto de Europa.

Rusia se cuece aparte. En la primera mitad del siglo XIX despegó la literatura, la arquitectura, la pintura y la música, artes influenciadas por la guerra patriótica de 1812, la derrota de las tropas napoleónicas a las puertas de Moscú. Tiempos del emperador Alejandro I ascendido al trono en 1825 que estableció la política del “absolutismo absoluto” dirigida a estimular la educación, apoyar la industria, apuntalar la investigación y el desarrollo del arte superando en varios aspectos a los países europeos.

En el estilo clásico del arte ruso figuró la música, el más representativo, Mijail Ivanovich Glinka (1804-1857) enfatizó: “la música es creada por la gente, solo la estamos organizando”, sentencia basada en las composiciones inspiradas en tonadas y canciones populares. En lo nuestro sirva de ejemplo Huapango de José Pablo Moncayo, iluminada por sones veracruzanos o la Noche de los Mayas de Silvestre Revueltas o la recreación de lo que pudo haber sido la música de los antiguos mexicas en la obra Xochipilli de Carlos Chávez.

El epicentro de la música culta de Rusia estuvo y está en San Petersburgo, ciudad que comparo para Rusia lo que es Viena para Europa occidental. Capital del arte ruso; del Conservatorio Estatal que luego se llamó como lo conocemos ahora: Nicolai Rimski- Korsakov; del teatro Mikhailovsky, sede del Ballet de la ciudad de los canales en la ribera del mar Báltico.

Alrededor del año 1850 surgió lo que creo yo, celos contra Tchaikovsky que se había entregado a la escuela vienesa. Un grupo de músicos de más o menos la misma edad se distanciaron de Viena en defensa del estilo de la música rusa. Cesar Cui, M. Balakirev M. Mussorgsky, A. Borodin y N. A. Rimsky-Koprsakov integraron el “Grupo de los cinco” promotores del nacionalismo musical. Rimsky-Korsakov, uno de los más activos, creó la conciencia musical moderna de Rusia, excelente orquestador, “arregló orquestalmente” obras de sus contemporáneos. Más conocido por la suite sinfónica Scherezada y Capricho español, es autor de las óperas Noche de mayo, Mozart y Salieri, La novia del Zar, La ciudad invisible de Kitege, El gallo de oro y otras. En el campo sinfónico cuenta con tres sinfonías; El festival de la gran Pascua rusa, un Concierto para piano y más.

Concluyo que la ciencia, la industria y la tecnología son universales. Como la música clásica, no tienen fronteras como pretende levantar el gobierno de la 4T en menoscabo del progreso del pueblo que dice que tanto ama.