/ domingo 27 de junio de 2021

El Impresionismo

“El Arte no consiste en la aplicación de un canon de belleza sino en lo que el instinto y el cerebro son capaces de concebir más allá de ese canon” Pablo Picasso

La música culta que más se ofrece en conciertos y en grabaciones es la occidental y por lo mismo es la más escuchada. Sistematizada en la Antigua Grecia, se usaban alrededor de siete escalas que pasaron a Roma y luego la hizo propia la Iglesia Católica en el canto llano y en la música medieval. El renacimiento italiano fue quien abrió las puertas a lo que hasta hoy se sigue interpretando desde solistas hasta orquestas sinfónicas filarmónicas.

Trascurrida la época renacentista y llegar el Barroco (1600-1750) se conservaron dos escalas y sus variaciones. Las épocas de la música clásica no están bien definidas, entre una y otra se mezclan estilos. Desde la época del clasicismo (1730-1820) de Haydn, Mozart y los primeros años de Beethoven, la influencia de las Iglesias católica, luterana y anglicana empezó a decrecer, decadencia que se acentuó durante el romanticismo musical (1815-1910) para de plano en el siglo pasado, fueron pocos los compositores que dedicaron obras a temas religiosos.

El siglo XIX donde surgió el romanticismo, el más productivo de la música clásica. La razón es debido a que se liberó la libertad de componer, se eclipsaron la mayoría de los mecenazgos, disminuyó el proteccionismo que imponía pautas en la composición.

Ningún estilo es para siempre, además, la influencia de las ramas del arte se entrelazan una con otra. A finales del siglo XIX, la pintura impresionista de Édouard Manet, Pierre Auguste Renoir, Claude Monet, Edgar Degas por mencionar algunos, se manifestó en la composición musical al surgir de una manera en cierto modo diferente.

Como los pintores, los músicos españoles y franceses sobresalieron en esta corriente, una muestra son Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Joaquín Turina, el vasco francés Maurice Ravel, Paul Dukas, Gabriel Fauré, Camille Saint-Saëns y sobre todo, Claude Debussy destaca como el impresionista por excelencia, el que se atrevió a componer de forma diferente, experimentar con el timbre como factor esencial de la música, consiguiendo efectos que no se habían escuchado antes.

La pianista y Ph. D. en historia de la música Ruth R. Akers, nos relata en la revista Vive la France, que cuando Debussy siendo muy joven estudiaba en Conservatorio de París, era considerado un rebelde por su desdén a las formas establecidas. Según cuenta, durante un recital de Beethoven, le dijo a un compañero “vamos, empecemos a renovar”.

Debussy resume su forma de componer en esta frase: “No existe una teoría, Solo tienes que escuchar. El placer es la ley. Me gusta la música con pasión. Y porque me gusta trato de liberarla de las tradiciones que la ahogan. Es un arte que brota, un arte al aire libre, sin límite, como los elementos, el viento, el cielo, el mar. En ningún caso debe ser cerrado y convertirse en un arte académico”.

El compositor nos enseñó que no es necesario ser perito en música clásica para disfrutarla, solo basta “escuchar…me gusta… el placer es la ley”. Si alguien no es diletante de esta música o sepa poco de Claude Debussy, seguro que más de una vez ha escuchado su conocido “Claro de luna”.

“El Arte no consiste en la aplicación de un canon de belleza sino en lo que el instinto y el cerebro son capaces de concebir más allá de ese canon” Pablo Picasso

La música culta que más se ofrece en conciertos y en grabaciones es la occidental y por lo mismo es la más escuchada. Sistematizada en la Antigua Grecia, se usaban alrededor de siete escalas que pasaron a Roma y luego la hizo propia la Iglesia Católica en el canto llano y en la música medieval. El renacimiento italiano fue quien abrió las puertas a lo que hasta hoy se sigue interpretando desde solistas hasta orquestas sinfónicas filarmónicas.

Trascurrida la época renacentista y llegar el Barroco (1600-1750) se conservaron dos escalas y sus variaciones. Las épocas de la música clásica no están bien definidas, entre una y otra se mezclan estilos. Desde la época del clasicismo (1730-1820) de Haydn, Mozart y los primeros años de Beethoven, la influencia de las Iglesias católica, luterana y anglicana empezó a decrecer, decadencia que se acentuó durante el romanticismo musical (1815-1910) para de plano en el siglo pasado, fueron pocos los compositores que dedicaron obras a temas religiosos.

El siglo XIX donde surgió el romanticismo, el más productivo de la música clásica. La razón es debido a que se liberó la libertad de componer, se eclipsaron la mayoría de los mecenazgos, disminuyó el proteccionismo que imponía pautas en la composición.

Ningún estilo es para siempre, además, la influencia de las ramas del arte se entrelazan una con otra. A finales del siglo XIX, la pintura impresionista de Édouard Manet, Pierre Auguste Renoir, Claude Monet, Edgar Degas por mencionar algunos, se manifestó en la composición musical al surgir de una manera en cierto modo diferente.

Como los pintores, los músicos españoles y franceses sobresalieron en esta corriente, una muestra son Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Joaquín Turina, el vasco francés Maurice Ravel, Paul Dukas, Gabriel Fauré, Camille Saint-Saëns y sobre todo, Claude Debussy destaca como el impresionista por excelencia, el que se atrevió a componer de forma diferente, experimentar con el timbre como factor esencial de la música, consiguiendo efectos que no se habían escuchado antes.

La pianista y Ph. D. en historia de la música Ruth R. Akers, nos relata en la revista Vive la France, que cuando Debussy siendo muy joven estudiaba en Conservatorio de París, era considerado un rebelde por su desdén a las formas establecidas. Según cuenta, durante un recital de Beethoven, le dijo a un compañero “vamos, empecemos a renovar”.

Debussy resume su forma de componer en esta frase: “No existe una teoría, Solo tienes que escuchar. El placer es la ley. Me gusta la música con pasión. Y porque me gusta trato de liberarla de las tradiciones que la ahogan. Es un arte que brota, un arte al aire libre, sin límite, como los elementos, el viento, el cielo, el mar. En ningún caso debe ser cerrado y convertirse en un arte académico”.

El compositor nos enseñó que no es necesario ser perito en música clásica para disfrutarla, solo basta “escuchar…me gusta… el placer es la ley”. Si alguien no es diletante de esta música o sepa poco de Claude Debussy, seguro que más de una vez ha escuchado su conocido “Claro de luna”.