/ miércoles 24 de octubre de 2018

El Ingenioso Hidalgo

“En un lugar de la Mancha” jamás especificado se inician las aventuras del Ingenioso Hidalgo, Don Quijote, un personaje que fue hijo de su tiempo. Su autor, don Miguel de Cervantes Saavedra, nació en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547 y murió en Madrid el 22 de abril de 1616. Según estudios de Antonio Araguz, experto en la historia del caballero de la Triste Figura, señala que el autor del Quijote era viejo para las expectativas de vida de entonces. Tenía 58 años y llevaba una vida complicada a sus espaldas y aunque Cervantes fue hijo y bisnieto de cirujanos, no hay en su obra atisbo de familiaridad con la práctica de la medicina. Las andanzas del Quijote se desarrollan en el medio rústico, por lo que son barberos-cirujanos y no médicos los relacionados con la salud rural. Los avances anatómicos y la visión mecánico-estructural del cosmos durante el Renacimiento cristalizaron en una imagen del organismo humano similar a una “fábrica”, tanto en su composición como en su funcionamiento. El médico Gómez Pereira nació en 1500 en la pujante villa castellana de Medina del Campo. Estudió medicina en la universidad de Salamanca. En su obra se esboza un claro rudimento de lo que después se llamaría “reflejo condicionado”. Sobre la base de que el hombre es la más perfecta de todas las criaturas, vemos que su planteamiento –crudamente mecanicista– es que los animales carecen de alma racional y sensitiva. Aunque son como máquinas maravillosamente diseñadas, cuando reciben un estímulo externo responden de una forma predeterminada, con un patrón de comportamiento característico, como autómatas. Al prescindir del concepto de “alma”, que él asimila a “inteligencia”, su teoría del automatismo de las bestias se encuentra en la base misma de la fisiología moderna y es un ejemplo del método mecanicista que descarta cualquier residuo metafísico aristotélico en la explicación de los procesos naturales. La obra de Gómez Pereira constituye el primer intento moderno de entender el funcionamiento cerebral excluyendo los conceptos galénicos de “alma” y “espíritu”. Su lectura ayuda a entender las circunstancias que contribuyeron a transformar el pensamiento medieval en mentalidad moderna. El carácter geocéntrico y defensor de la igualdad de género supondría una mentalidad extraordinariamente adelantada para el humanismo español. Sin embargo, las investigaciones han sacado a la luz documentos que muestran que el autor fue en realidad el bachiller Miguel Sabuco, padre de Oliva. Por misteriosas razones, excepto la reconocida testamentariamente de “sólo para darle honra y no el provecho ni interés”, otorgó la autoría a su hija para después revocarla ante notario, porque los beneficios económicos de la obra, de inusitado éxito con nueve ediciones y numerosas reimpresiones, se los reservaba para él. La modernidad de su idea es que el entendimiento es una potencia orgánica dependiente del cerebro. Aunque la primera edición de “examen de ingenios en 1575, fue autorizada sin objeciones, pronto el libro fue sometido a la censura inquisitorial y desde 1584 sólo quedarían libres de expurgación tres capítulos. Para los inquisidores, la reiterada afirmación de que “el entendimiento es potencia orgánica” equivalía a decir que la inteligencia tiene un sustrato material o que el alma depende de los órganos y no al revés, idea explícitamente rechazada por la tradición galénica, la escolástica y la doctrina de la Iglesia. Para concluir con optimismo, enfatizaremos que en la lectura actual del Quijote hay tres elementos que lo hacen asombrosamente moderno. En primer lugar, destaca el valor de la libertad. Tras la aventura de la “ínsula Barataria”, al verse nuevamente en la campaña rasa, don Quijote se vuelve a Sancho y le dice: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida”. En segundo lugar, está el valor del sentido de humor. Cervantes se ríe absolutamente de todo y de todos, y sobre todo de sí mismo, con compasión y ternura, aunque con un fondo de amargura. Esto es extraordinario, porque sabido es que para tratar sobre cualquier asunto en Argentina nos ponemos muy serios. En tercer lugar, es destacable el valor que se da a la tolerancia con los demás y la dignidad para uno mismo, virtudes que impregnan el texto. El especial nexo existente entre caballero y escudero viene a significar que para querernos hemos de tolerarnos. Risa, tolerancia y libertad. Tres remedios inmemoriales que sin duda mejorarían el mundo moderno y el futuro de la Humanidad. “La diferencia entre un hombre inteligente y uno tonto es que el primero se repone fácilmente de sus fracasos, y el segundo nunca logra reponerse de sus éxitos, Albert Einstein”.



“En un lugar de la Mancha” jamás especificado se inician las aventuras del Ingenioso Hidalgo, Don Quijote, un personaje que fue hijo de su tiempo. Su autor, don Miguel de Cervantes Saavedra, nació en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547 y murió en Madrid el 22 de abril de 1616. Según estudios de Antonio Araguz, experto en la historia del caballero de la Triste Figura, señala que el autor del Quijote era viejo para las expectativas de vida de entonces. Tenía 58 años y llevaba una vida complicada a sus espaldas y aunque Cervantes fue hijo y bisnieto de cirujanos, no hay en su obra atisbo de familiaridad con la práctica de la medicina. Las andanzas del Quijote se desarrollan en el medio rústico, por lo que son barberos-cirujanos y no médicos los relacionados con la salud rural. Los avances anatómicos y la visión mecánico-estructural del cosmos durante el Renacimiento cristalizaron en una imagen del organismo humano similar a una “fábrica”, tanto en su composición como en su funcionamiento. El médico Gómez Pereira nació en 1500 en la pujante villa castellana de Medina del Campo. Estudió medicina en la universidad de Salamanca. En su obra se esboza un claro rudimento de lo que después se llamaría “reflejo condicionado”. Sobre la base de que el hombre es la más perfecta de todas las criaturas, vemos que su planteamiento –crudamente mecanicista– es que los animales carecen de alma racional y sensitiva. Aunque son como máquinas maravillosamente diseñadas, cuando reciben un estímulo externo responden de una forma predeterminada, con un patrón de comportamiento característico, como autómatas. Al prescindir del concepto de “alma”, que él asimila a “inteligencia”, su teoría del automatismo de las bestias se encuentra en la base misma de la fisiología moderna y es un ejemplo del método mecanicista que descarta cualquier residuo metafísico aristotélico en la explicación de los procesos naturales. La obra de Gómez Pereira constituye el primer intento moderno de entender el funcionamiento cerebral excluyendo los conceptos galénicos de “alma” y “espíritu”. Su lectura ayuda a entender las circunstancias que contribuyeron a transformar el pensamiento medieval en mentalidad moderna. El carácter geocéntrico y defensor de la igualdad de género supondría una mentalidad extraordinariamente adelantada para el humanismo español. Sin embargo, las investigaciones han sacado a la luz documentos que muestran que el autor fue en realidad el bachiller Miguel Sabuco, padre de Oliva. Por misteriosas razones, excepto la reconocida testamentariamente de “sólo para darle honra y no el provecho ni interés”, otorgó la autoría a su hija para después revocarla ante notario, porque los beneficios económicos de la obra, de inusitado éxito con nueve ediciones y numerosas reimpresiones, se los reservaba para él. La modernidad de su idea es que el entendimiento es una potencia orgánica dependiente del cerebro. Aunque la primera edición de “examen de ingenios en 1575, fue autorizada sin objeciones, pronto el libro fue sometido a la censura inquisitorial y desde 1584 sólo quedarían libres de expurgación tres capítulos. Para los inquisidores, la reiterada afirmación de que “el entendimiento es potencia orgánica” equivalía a decir que la inteligencia tiene un sustrato material o que el alma depende de los órganos y no al revés, idea explícitamente rechazada por la tradición galénica, la escolástica y la doctrina de la Iglesia. Para concluir con optimismo, enfatizaremos que en la lectura actual del Quijote hay tres elementos que lo hacen asombrosamente moderno. En primer lugar, destaca el valor de la libertad. Tras la aventura de la “ínsula Barataria”, al verse nuevamente en la campaña rasa, don Quijote se vuelve a Sancho y le dice: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida”. En segundo lugar, está el valor del sentido de humor. Cervantes se ríe absolutamente de todo y de todos, y sobre todo de sí mismo, con compasión y ternura, aunque con un fondo de amargura. Esto es extraordinario, porque sabido es que para tratar sobre cualquier asunto en Argentina nos ponemos muy serios. En tercer lugar, es destacable el valor que se da a la tolerancia con los demás y la dignidad para uno mismo, virtudes que impregnan el texto. El especial nexo existente entre caballero y escudero viene a significar que para querernos hemos de tolerarnos. Risa, tolerancia y libertad. Tres remedios inmemoriales que sin duda mejorarían el mundo moderno y el futuro de la Humanidad. “La diferencia entre un hombre inteligente y uno tonto es que el primero se repone fácilmente de sus fracasos, y el segundo nunca logra reponerse de sus éxitos, Albert Einstein”.