/ jueves 17 de febrero de 2022

El Lenguaje y los Medios de Comunicación

El lenguaje es consustancial a la comunicación; un lenguaje sencillo puede ser determinante para comunicar con eficacia el mensaje, pero no tiene por qué ser soez o carente de contenido. Los medios informativos son esenciales en la democracia, por tanto, es deseable que sean socialmente responsables, lo cual lleva de suyo elevar el nivel de sus contenidos.

Comunicar implica transmitir a otro una idea mediante un código común que es la palabra, es decir, el lenguaje en tanto facultad del ser humano de expresarse con los demás a través del sonido articulado o de otros signos; por tanto, el lenguaje también es resultado de la razón humana; es un invento del ser humano para facilitar su convivencia y hay consenso social en torno a él, a efecto de fijar ideas comunes para comunicar; se trata, pues, de un constructo social.

Atrás han quedado el ágora griega y el foro romano, sitios en donde el ciudadano se enteraba y se hacía partícipe de la cosa pública; hoy, aquellos han sido reemplazados por los medios masivos de comunicación, cuyo eco y resonancia llegan a muchísimas personas, es decir, fungen como supermegáfonos debido a su alcance y cobertura que, potencialmente, pueden ser todos los habitantes del país.

Los medios de comunicación, en un contexto social y democrático, ponen en la palestra o el espacio públicos los hechos noticiosos socialmente relevantes; en consecuencia, contribuyen a la formación de opinión y, con ello, de ciudadanía, pues sus contenidos invitan al análisis y a la crítica.

El lenguaje importa, pues se integra de palabras y éstas tienen su carga de intencionalidad; además, las palabras crean realidades discursivas que pueden derivar en realidades fácticas. Sin embargo, cabe señalar que las palabras no son buenas o malas, pues estos calificativos atienden a la intencionalidad del emisor.

En ese orden de ideas surge la interrogante: ¿Cuál es el lenguaje políticamente correcto? Intuyo que el adecuado -y quizás eficaz- en un momento y espacio determinado, en palabras de Don Quijote: «Cuando a Roma fueres, haz como vieres».

Así las cosas, hago un respetuoso exhorto al lector a que siga leyendo, lo hará menos ignorante y ampliará su vocabulario; lea los hechos noticiosos reportados por los medios de comunicación escritos, así como las críticas, opiniones o consideraciones de sus páginas editoriales, pues, como he apuntado, ayudan a formar opinión.

Los medios de comunicación, entonces, tienen una gran responsabilidad social y democrática, pues ayudan a entender la realidad, son pilares de un Estado democrático e instrumentales para respetar y ejercer derechos humanos: libertad de opinión y derecho a recibir información.

germanrodriguez32@hotmail.com

El lenguaje es consustancial a la comunicación; un lenguaje sencillo puede ser determinante para comunicar con eficacia el mensaje, pero no tiene por qué ser soez o carente de contenido. Los medios informativos son esenciales en la democracia, por tanto, es deseable que sean socialmente responsables, lo cual lleva de suyo elevar el nivel de sus contenidos.

Comunicar implica transmitir a otro una idea mediante un código común que es la palabra, es decir, el lenguaje en tanto facultad del ser humano de expresarse con los demás a través del sonido articulado o de otros signos; por tanto, el lenguaje también es resultado de la razón humana; es un invento del ser humano para facilitar su convivencia y hay consenso social en torno a él, a efecto de fijar ideas comunes para comunicar; se trata, pues, de un constructo social.

Atrás han quedado el ágora griega y el foro romano, sitios en donde el ciudadano se enteraba y se hacía partícipe de la cosa pública; hoy, aquellos han sido reemplazados por los medios masivos de comunicación, cuyo eco y resonancia llegan a muchísimas personas, es decir, fungen como supermegáfonos debido a su alcance y cobertura que, potencialmente, pueden ser todos los habitantes del país.

Los medios de comunicación, en un contexto social y democrático, ponen en la palestra o el espacio públicos los hechos noticiosos socialmente relevantes; en consecuencia, contribuyen a la formación de opinión y, con ello, de ciudadanía, pues sus contenidos invitan al análisis y a la crítica.

El lenguaje importa, pues se integra de palabras y éstas tienen su carga de intencionalidad; además, las palabras crean realidades discursivas que pueden derivar en realidades fácticas. Sin embargo, cabe señalar que las palabras no son buenas o malas, pues estos calificativos atienden a la intencionalidad del emisor.

En ese orden de ideas surge la interrogante: ¿Cuál es el lenguaje políticamente correcto? Intuyo que el adecuado -y quizás eficaz- en un momento y espacio determinado, en palabras de Don Quijote: «Cuando a Roma fueres, haz como vieres».

Así las cosas, hago un respetuoso exhorto al lector a que siga leyendo, lo hará menos ignorante y ampliará su vocabulario; lea los hechos noticiosos reportados por los medios de comunicación escritos, así como las críticas, opiniones o consideraciones de sus páginas editoriales, pues, como he apuntado, ayudan a formar opinión.

Los medios de comunicación, entonces, tienen una gran responsabilidad social y democrática, pues ayudan a entender la realidad, son pilares de un Estado democrático e instrumentales para respetar y ejercer derechos humanos: libertad de opinión y derecho a recibir información.

germanrodriguez32@hotmail.com