/ martes 25 de febrero de 2020

¿El nueve se mueven?


Desde que esta casa editora me dio oportunidad de compartir opiniones, en agosto de 2012, solamente en 2015, en la entrega 133, escribí ex profeso con motivo del Día de la Bandera. En realidad, no hay motivo alguno de mi omisión, pero considero que no debe ser y que al menos (como en esta ocasión) es deseable un par de líneas que contribuyan a fomentar los valores cívicos que simbolizan el Lábaro Patrio. El 24 de Febrero, Día de la Bandera, es una fecha que no debe pasar inadvertida, de lo contrario, se tienen efectos perniciosos a grado tal, que ya lo recordó Fidel (q.e.p.d): más de algún mexicano conoce mejor a un ratón de caricatura que a sus héroes nacionales. Por tanto, aunque sea un párrafo dedicado a nuestro Símbolo Patrio. Honores a la Bandera.

Uno de los temas que ocupó la agenda pública de la semana pasada fue la invitación formulada por un grupo feminista con motivo del Día Internacional de la Mujer: «El nueve ninguna se mueve», invitando a que ninguna mujer tuviera actividad pública el próximo nueve de marzo; no escuela, no trabajo, no consumo, como una forma de visibilizar la gran brecha en los ámbitos social, económico y político que aun existen en la sociedad mexicana, así como una protesta civil pacífica por el alto número de feminicidios ocurridos durante los últimos años.

Como estrategia de visibilidad parecería ociosa, pues la violencia hacia la mujer es tema diario de los noticieros; sin embargo, puede resultar muy útil y eficaz, al considerar que hay otras maneras de violencia, más sutiles, menos silvestres pero igual de dañinas e inaceptables. Para muestra, basta voltear a su entorno y observar qué persona, en los ámbitos social, económico y político, se encuentra verdaderamente empoderada, es decir, quién tiene la posibilidad real de incidir en la esfera pública y quién en la privada. Desde luego, habría excepciones. En lo tocante al paro referido visto como protesta civil pacífica, me parece extraordinario, pues en nuestro país, en los años recientes, poco se ha visto este ejercicio de ciudadanía (recuerdo el ejemplar suceso de la Universidad de Guanajuato, protagonizado por estudiantes el último mes del año pasado, mismo que sería deseable que otras universidades públicas lo replicaran).

Parece inadecuado que el gobierno se manifieste con beneplácito o repudio al paro convocado, pues en buena medida, este ejercicio es consecuencia de políticas gubernamentales; en ese sentido, las ciudadanas no deberían pedir permiso por ejercer sus derechos. En esencia, no se trata de demandas que tengan colores partidistas, sino legítimos reclamos de un grupo bastante numeroso de la población que vive en situación de vulnerabilidad. Lo anterior, sin ser ingenuo y negar que algunas voces políticas quieren hacer suyo el movimiento, contaminándolo. Una cosa es apoyarlo incondicionalmente y otro inmiscuirse en él.

Hay voces gubernamentales que han formulado una especie de contrapropuesta a la convocatoria, desde salir a trabajar con más ímpetu (el nueve me mueve) hasta proponer que seamos los hombres quienes no nos movamos y, con eso, despejar la tentación femenina de quedarse en la casa lavando platos y cuidando niños.

Entretanto, bienvenida la protesta civil pacífica en abono a la real y efectiva paridad de género en todo.

germanrodriguez32@hotmail.com


Desde que esta casa editora me dio oportunidad de compartir opiniones, en agosto de 2012, solamente en 2015, en la entrega 133, escribí ex profeso con motivo del Día de la Bandera. En realidad, no hay motivo alguno de mi omisión, pero considero que no debe ser y que al menos (como en esta ocasión) es deseable un par de líneas que contribuyan a fomentar los valores cívicos que simbolizan el Lábaro Patrio. El 24 de Febrero, Día de la Bandera, es una fecha que no debe pasar inadvertida, de lo contrario, se tienen efectos perniciosos a grado tal, que ya lo recordó Fidel (q.e.p.d): más de algún mexicano conoce mejor a un ratón de caricatura que a sus héroes nacionales. Por tanto, aunque sea un párrafo dedicado a nuestro Símbolo Patrio. Honores a la Bandera.

Uno de los temas que ocupó la agenda pública de la semana pasada fue la invitación formulada por un grupo feminista con motivo del Día Internacional de la Mujer: «El nueve ninguna se mueve», invitando a que ninguna mujer tuviera actividad pública el próximo nueve de marzo; no escuela, no trabajo, no consumo, como una forma de visibilizar la gran brecha en los ámbitos social, económico y político que aun existen en la sociedad mexicana, así como una protesta civil pacífica por el alto número de feminicidios ocurridos durante los últimos años.

Como estrategia de visibilidad parecería ociosa, pues la violencia hacia la mujer es tema diario de los noticieros; sin embargo, puede resultar muy útil y eficaz, al considerar que hay otras maneras de violencia, más sutiles, menos silvestres pero igual de dañinas e inaceptables. Para muestra, basta voltear a su entorno y observar qué persona, en los ámbitos social, económico y político, se encuentra verdaderamente empoderada, es decir, quién tiene la posibilidad real de incidir en la esfera pública y quién en la privada. Desde luego, habría excepciones. En lo tocante al paro referido visto como protesta civil pacífica, me parece extraordinario, pues en nuestro país, en los años recientes, poco se ha visto este ejercicio de ciudadanía (recuerdo el ejemplar suceso de la Universidad de Guanajuato, protagonizado por estudiantes el último mes del año pasado, mismo que sería deseable que otras universidades públicas lo replicaran).

Parece inadecuado que el gobierno se manifieste con beneplácito o repudio al paro convocado, pues en buena medida, este ejercicio es consecuencia de políticas gubernamentales; en ese sentido, las ciudadanas no deberían pedir permiso por ejercer sus derechos. En esencia, no se trata de demandas que tengan colores partidistas, sino legítimos reclamos de un grupo bastante numeroso de la población que vive en situación de vulnerabilidad. Lo anterior, sin ser ingenuo y negar que algunas voces políticas quieren hacer suyo el movimiento, contaminándolo. Una cosa es apoyarlo incondicionalmente y otro inmiscuirse en él.

Hay voces gubernamentales que han formulado una especie de contrapropuesta a la convocatoria, desde salir a trabajar con más ímpetu (el nueve me mueve) hasta proponer que seamos los hombres quienes no nos movamos y, con eso, despejar la tentación femenina de quedarse en la casa lavando platos y cuidando niños.

Entretanto, bienvenida la protesta civil pacífica en abono a la real y efectiva paridad de género en todo.

germanrodriguez32@hotmail.com