/ martes 4 de enero de 2022

¡Feliz 2022!

Aún resulta oportuno manifestar algunas buenas intenciones (¿deseos?) para el recién nacido año 2022 que van más allá de los lugares comunes: bajar de peso, dejar de fumar, ser una mejor persona. Por esta vía, deseo que todos los lectores de El Sol del Bajío sean felices el año que corre. La felicidad es definida como un estado de grata satisfacción, de manera tal, que cada individuo puede alcanzarla con diferentes satisfactores: reconocimiento, dinero, comida, grados académicos, salud, por citar algunos.

Por supuesto, está en la naturaleza del ser humano superarse a sí mismo y a sus semejantes, por lo que es frecuente que viva en un estado de insatisfacción permanente. Mientras no haya frustración, me parece aceptable, pues invita a la superación constante, continua y permanente. La felicidad, entonces, sugiero medirla no con el resultado esperado, sino con el trayecto, proceso o fases realizadas antes de llegar al resultado, el cual llegará si somos tenaces; es decir, disfrutar lo que se hace.

Diversos instrumentos normativos han establecido que la felicidad es un derecho y que el Estado lo procurará para que cada individuo tenga las condiciones necesarias para lograrla. Incluso, el actual Presidente de México constantemente hace mención de la felicidad y, cuando fue candidato, hasta se decía en son de guasa que estaba fraguando una república amorosa.

Es importante señalar que la felicidad, en buena medida, es cuestión de actitud y del poder de la mente para no ver el vaso medio vacío, sino medio lleno.

En la vida pública, con tensiones naturales y con métodos distintos para solucionar problemas, espero que todo vaya bien: las instituciones trabajando, la estridencia a la baja y la participación ciudadana in crescendo; que el acuerdo en el marco de la ley sea la brújula que oriente el trabajo. Igualmente, hago votos para que seamos más educados y respetuosos de la norma, entendiendo que su respeto beneficia a todos, incluso al transgresor momentáneo; así, también estaremos en mejor posición para exigir nuestros derechos.

2022 será un año de definiciones políticas: probablemente se realizará la consulta ciudadana en materia de revocación de mandato presidencial; los presidenciables tejerán sus alianzas y se dejarán ver con mayor ímpetu; la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá resolver asuntos de interés nacional, como la propia consulta aludida.

¿Tenía razón Erasmo de Rótterdam cuando argüía que en cuanto llega el conocimiento se va la felicidad? Quizás. Sin embargo, puede resultar mejor el conocimiento, pues con él también podemos alcanzar ese estado de satisfacción.

Ciertamente, la felicidad es una emoción que se produce cuando somos conscientes de que se ha alcanzado un objetivo o tenemos bienestar; la invitación es movernos un poco a lo racional y pensar la felicidad como una actitud.

Así pues, ¡Feliz 2022! Que disfruten el trayecto hacia la consecución de los objetivos planteados y que sea un año mejor que el que acaba de concluir.

germanrodriguez32@hotmail.com

Aún resulta oportuno manifestar algunas buenas intenciones (¿deseos?) para el recién nacido año 2022 que van más allá de los lugares comunes: bajar de peso, dejar de fumar, ser una mejor persona. Por esta vía, deseo que todos los lectores de El Sol del Bajío sean felices el año que corre. La felicidad es definida como un estado de grata satisfacción, de manera tal, que cada individuo puede alcanzarla con diferentes satisfactores: reconocimiento, dinero, comida, grados académicos, salud, por citar algunos.

Por supuesto, está en la naturaleza del ser humano superarse a sí mismo y a sus semejantes, por lo que es frecuente que viva en un estado de insatisfacción permanente. Mientras no haya frustración, me parece aceptable, pues invita a la superación constante, continua y permanente. La felicidad, entonces, sugiero medirla no con el resultado esperado, sino con el trayecto, proceso o fases realizadas antes de llegar al resultado, el cual llegará si somos tenaces; es decir, disfrutar lo que se hace.

Diversos instrumentos normativos han establecido que la felicidad es un derecho y que el Estado lo procurará para que cada individuo tenga las condiciones necesarias para lograrla. Incluso, el actual Presidente de México constantemente hace mención de la felicidad y, cuando fue candidato, hasta se decía en son de guasa que estaba fraguando una república amorosa.

Es importante señalar que la felicidad, en buena medida, es cuestión de actitud y del poder de la mente para no ver el vaso medio vacío, sino medio lleno.

En la vida pública, con tensiones naturales y con métodos distintos para solucionar problemas, espero que todo vaya bien: las instituciones trabajando, la estridencia a la baja y la participación ciudadana in crescendo; que el acuerdo en el marco de la ley sea la brújula que oriente el trabajo. Igualmente, hago votos para que seamos más educados y respetuosos de la norma, entendiendo que su respeto beneficia a todos, incluso al transgresor momentáneo; así, también estaremos en mejor posición para exigir nuestros derechos.

2022 será un año de definiciones políticas: probablemente se realizará la consulta ciudadana en materia de revocación de mandato presidencial; los presidenciables tejerán sus alianzas y se dejarán ver con mayor ímpetu; la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá resolver asuntos de interés nacional, como la propia consulta aludida.

¿Tenía razón Erasmo de Rótterdam cuando argüía que en cuanto llega el conocimiento se va la felicidad? Quizás. Sin embargo, puede resultar mejor el conocimiento, pues con él también podemos alcanzar ese estado de satisfacción.

Ciertamente, la felicidad es una emoción que se produce cuando somos conscientes de que se ha alcanzado un objetivo o tenemos bienestar; la invitación es movernos un poco a lo racional y pensar la felicidad como una actitud.

Así pues, ¡Feliz 2022! Que disfruten el trayecto hacia la consecución de los objetivos planteados y que sea un año mejor que el que acaba de concluir.

germanrodriguez32@hotmail.com