/ lunes 2 de septiembre de 2019

Hablemos de Discapacidad

Dueños de sus sueños

Me comentaba una persona con discapacidad intelectual que uno de sus anhelos es que quienes la rodean dejaran de hablarle o verla como si tuviera 3 ó 4 años de edad. “Qué necesita el campeón, me dijeron en una ocasión y lo que pensé en ese momento, es que necesitaba que dejara de hablarme con voz de niño”.

Es sin duda un avance que necesitamos consolidar en nuestra sociedad actual, impulsar las garantías para que las personas con discapacidad intelectual tengan un mejor control de su vida independiente.

En un hogar donde un integrante de la familia es alguien con este tipo de discapacidad, puede ser una práctica común el hecho de que los demás habitantes de la casa no toquen la puerta de su habitación para entrar, invaden el espacio personal de esta persona y que por lo mismo no tenga acceso a su privacidad y no le respeten su intimidad.

Igualmente podrían incurrir en no respetar el tiempo que la persona con discapacidad realice una tarea determinada a su ritmo, así como determinar las cosas que si puede hacer y las que no puede hacer, sin darle la oportunidad a poner en práctica sus capacidades. Entonces no nos damos absolutamente cuenta de lo que hacemos y que definitivamente estamos violando los derechos de este integrante de la familia a quien no le damos la oportunidad de tomar decisiones, ven dañado su derecho a la autodeterminación.

Field, Martin, Miller, Ward y Wehmeyer (1998) señalan que la autodeterminación es una combinación de habilidades, conocimientos y creencias que capacitan a una persona para comprometerse en una conducta autónoma, autorregulada y dirigida a meta; para la autodeterminación es esencial la comprensión de las fuerzas y limitaciones de uno, junto con la creencia de que se es capaz y efectivo. Cuando actuamos sobre las bases de estas habilidades y actitudes, las personas tienen más capacidades para tomar el control de sus vidas y asumir el papel de adultos exitosos.

En el trabajo denominado “La Autodeterminación de las Personas con Discapacidad Intelectual” publicado en España en 2001, los autores identifican prácticas como las antes referidas e, igualmente importante, identifican buenas practicas que nos pueden servir de recomendaciones a adoptar en situaciones similares.

Cito dos aspectos que me parecen sumamente importantes y que podría trazar un como denominar en hogares con una personas con esta discapacidad. He tenido la oportunidad de intercambiar consideraciones con muchos de ellos.

Promover y facilitar la participación de la personas en las responsabilidades de una vida de convivencia, por ejemplo en las tareas domésticas del hogar, con la cual se está generando alternativas de elección en las mismas y promoviendo sistemas de auto - organización entre las personas que conviven.

Fomentar en la personas una imagen valorada de si misma, proporcionando oportunidades y alternativas para participar, apoyando la elección de un aspecto físico propio, una imagen personal adquirido.

Son estos dos aspectos dignos de tomar en cuenta y adoptar. Podrían ser un apoyo fundamental para fortalecer la autodeterminación de la persona y que ésta se sienta dueña “de su historia, de sus acciones, de sus sueños, en definitiva, de sí mismas”.

Hasta la próxima.

Dueños de sus sueños

Me comentaba una persona con discapacidad intelectual que uno de sus anhelos es que quienes la rodean dejaran de hablarle o verla como si tuviera 3 ó 4 años de edad. “Qué necesita el campeón, me dijeron en una ocasión y lo que pensé en ese momento, es que necesitaba que dejara de hablarme con voz de niño”.

Es sin duda un avance que necesitamos consolidar en nuestra sociedad actual, impulsar las garantías para que las personas con discapacidad intelectual tengan un mejor control de su vida independiente.

En un hogar donde un integrante de la familia es alguien con este tipo de discapacidad, puede ser una práctica común el hecho de que los demás habitantes de la casa no toquen la puerta de su habitación para entrar, invaden el espacio personal de esta persona y que por lo mismo no tenga acceso a su privacidad y no le respeten su intimidad.

Igualmente podrían incurrir en no respetar el tiempo que la persona con discapacidad realice una tarea determinada a su ritmo, así como determinar las cosas que si puede hacer y las que no puede hacer, sin darle la oportunidad a poner en práctica sus capacidades. Entonces no nos damos absolutamente cuenta de lo que hacemos y que definitivamente estamos violando los derechos de este integrante de la familia a quien no le damos la oportunidad de tomar decisiones, ven dañado su derecho a la autodeterminación.

Field, Martin, Miller, Ward y Wehmeyer (1998) señalan que la autodeterminación es una combinación de habilidades, conocimientos y creencias que capacitan a una persona para comprometerse en una conducta autónoma, autorregulada y dirigida a meta; para la autodeterminación es esencial la comprensión de las fuerzas y limitaciones de uno, junto con la creencia de que se es capaz y efectivo. Cuando actuamos sobre las bases de estas habilidades y actitudes, las personas tienen más capacidades para tomar el control de sus vidas y asumir el papel de adultos exitosos.

En el trabajo denominado “La Autodeterminación de las Personas con Discapacidad Intelectual” publicado en España en 2001, los autores identifican prácticas como las antes referidas e, igualmente importante, identifican buenas practicas que nos pueden servir de recomendaciones a adoptar en situaciones similares.

Cito dos aspectos que me parecen sumamente importantes y que podría trazar un como denominar en hogares con una personas con esta discapacidad. He tenido la oportunidad de intercambiar consideraciones con muchos de ellos.

Promover y facilitar la participación de la personas en las responsabilidades de una vida de convivencia, por ejemplo en las tareas domésticas del hogar, con la cual se está generando alternativas de elección en las mismas y promoviendo sistemas de auto - organización entre las personas que conviven.

Fomentar en la personas una imagen valorada de si misma, proporcionando oportunidades y alternativas para participar, apoyando la elección de un aspecto físico propio, una imagen personal adquirido.

Son estos dos aspectos dignos de tomar en cuenta y adoptar. Podrían ser un apoyo fundamental para fortalecer la autodeterminación de la persona y que ésta se sienta dueña “de su historia, de sus acciones, de sus sueños, en definitiva, de sí mismas”.

Hasta la próxima.

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