/ domingo 3 de enero de 2021

Humildad Y Ciencia

“Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad y el tercero, la humildad” San Agustín.

¿Quién no quisiera tener éxito en su trabajo? Solo los indiferentes y pusilánimes pasan la vida “por vivir” sin metas por alcanzar. El antídoto a la desgana está en el esfuerzo, trabajo y constancia, la firmeza para obtener la recompensa del éxito sin aplausos, el sentimiento personal de triunfar asistido por la humildad, la virtud que, unida al trabajo, se convierte en fuerza poderosa que empuja a la superación.

Lograr el éxito con la certeza que se va por buen camino no obstante los obstáculos, del rechazo de los que repulsan el empeño por alcanzar una meta, hasta que se descubren los frutos de ardua investigación de una mente brillante antes menospreciada.

La doctora Katalin Karikó, madre de la estadounidense dos veces medallista olímpica en remo Susan Francia, tras 40 años de investigación, se le reconoce apenas hace un año las nuevas formas para prevenir y tratar enfermedades hasta ahora incurables. Ejemplo de la porfía por investigar el combate a padecimientos a través del Ácido Ribonucleico mensajero, ARNm. La bioquímica húngara emigrada a los Estados Unidos en pos de un doctorado enfrentó a una comunidad científica recelosa y escéptica de sus incipientes logros, le auguraban el fracaso. Primero en Temple, después en la Universidad de Pensilvania donde en principio objetaron su investigación sobre “moléculas genéticas que le dicen a las células qué proteínas deben crear” hasta costarle el puesto en la facultad.

Frente a la adversidad, Karikó, trabajó en la sombra con el eminente inmunólogo Dr. Drew Weissman hasta lograr el ARNm sintético. Aún dado ese gran paso, persistió la negativa al proyecto científico. En 2005 se resolvió un fallo del ARNm y en 2015 demostró la utilidad en la práctica celular. Expresó: “Lo revisamos una y otra vez y al final pensaba ¿qué más puedo hacer? porque si no, sentía que estaba desperdiciando mi vida”.

Karikó, creadora del ARNm usado en las vacunas contra el Covid-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna está en el podio del triunfo, sin embargo, con humildad declina honores. “Es algo increíble […] valió la pena” celebró con modestia al abordar su viejo automóvil en el campus de la UPenn, la misma que hace 15 años a regañadientes le ofreció un salario exiguo, hoy la acoge con orgullo.

La investigación va más allá de la vacuna, el ARNm es la llave para dar con el tratamiento (¿la cura?) del VIH y del cáncer, intención primaria del proyecto. “Apoyen a la ciencia” (escucha 4T) implora Katalin Karikó, “Beatiful mind”, merecedora de premio Nobel 2021.

¡Feliz año! Ánimo y optimismo a usted que lee esta columna.

“Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad y el tercero, la humildad” San Agustín.

¿Quién no quisiera tener éxito en su trabajo? Solo los indiferentes y pusilánimes pasan la vida “por vivir” sin metas por alcanzar. El antídoto a la desgana está en el esfuerzo, trabajo y constancia, la firmeza para obtener la recompensa del éxito sin aplausos, el sentimiento personal de triunfar asistido por la humildad, la virtud que, unida al trabajo, se convierte en fuerza poderosa que empuja a la superación.

Lograr el éxito con la certeza que se va por buen camino no obstante los obstáculos, del rechazo de los que repulsan el empeño por alcanzar una meta, hasta que se descubren los frutos de ardua investigación de una mente brillante antes menospreciada.

La doctora Katalin Karikó, madre de la estadounidense dos veces medallista olímpica en remo Susan Francia, tras 40 años de investigación, se le reconoce apenas hace un año las nuevas formas para prevenir y tratar enfermedades hasta ahora incurables. Ejemplo de la porfía por investigar el combate a padecimientos a través del Ácido Ribonucleico mensajero, ARNm. La bioquímica húngara emigrada a los Estados Unidos en pos de un doctorado enfrentó a una comunidad científica recelosa y escéptica de sus incipientes logros, le auguraban el fracaso. Primero en Temple, después en la Universidad de Pensilvania donde en principio objetaron su investigación sobre “moléculas genéticas que le dicen a las células qué proteínas deben crear” hasta costarle el puesto en la facultad.

Frente a la adversidad, Karikó, trabajó en la sombra con el eminente inmunólogo Dr. Drew Weissman hasta lograr el ARNm sintético. Aún dado ese gran paso, persistió la negativa al proyecto científico. En 2005 se resolvió un fallo del ARNm y en 2015 demostró la utilidad en la práctica celular. Expresó: “Lo revisamos una y otra vez y al final pensaba ¿qué más puedo hacer? porque si no, sentía que estaba desperdiciando mi vida”.

Karikó, creadora del ARNm usado en las vacunas contra el Covid-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna está en el podio del triunfo, sin embargo, con humildad declina honores. “Es algo increíble […] valió la pena” celebró con modestia al abordar su viejo automóvil en el campus de la UPenn, la misma que hace 15 años a regañadientes le ofreció un salario exiguo, hoy la acoge con orgullo.

La investigación va más allá de la vacuna, el ARNm es la llave para dar con el tratamiento (¿la cura?) del VIH y del cáncer, intención primaria del proyecto. “Apoyen a la ciencia” (escucha 4T) implora Katalin Karikó, “Beatiful mind”, merecedora de premio Nobel 2021.

¡Feliz año! Ánimo y optimismo a usted que lee esta columna.