/ domingo 8 de noviembre de 2020

Incertidumbre

“Abrigamos muchos prejuicios si no dudamos, alguna vez, de todo en los que hallemos la menor sospecha”, René Descartes.

Si no hemos incurrido en el olvido, sabemos todo lo pasado. La inquietud es lo que sucederá en el futuro. Si bien la astronomía logra una exactitud en casi todos los fenómenos celestes por acontecer, o la física y la química que predicen reacciones y fenómenos, otras ciencias como la economía presentan vacilaciones imposibles de vaticinar con exactitud. Así echemos mano de la estadística, la observación y la experiencia; herramientas coadyuvan en entrever el día de mañana. La biología es más compleja, además de lo anterior se apoya en la físico-química, la genética y otras sapiencias afines.

En este año la pandemia de la Covid-19 ha subyugado el panorama mundial. El desconocimiento del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha obligado a los hombres de ciencia a aprender de su comportamiento y evolución epidemiológica para establecer el mejor control, el correcto manejo del paciente, el tratamiento y la prevención eficaz. La vacuna es una esperanza fundada.

Lo inmaterial cuece aparte. Lo que depende de la voluntad del hombre es donde topamos con mayor inseguridad o de certeza en el futuro. En lo particular, la forma de ser, de actuar o del uso del poder con que el presidente de un país es investido puede traer en jaque, no solo a su patria sino a todo el mundo. Si regresamos al pasado sobran muestra lo mismo en países pequeños que en poderosos. Cito el conflicto diplomático que amenazó a convertir en bélico mundial la llamada “crisis de los misiles” de 1962, que ocasionó, con el apoyo del dirigente de la extinta URSS Nikita Kruschev la Cuba de Fidel Castro.

Un estado de ánimo que va de la mano del hombre es la incertidumbre que lleva cada persona o la sociedad en general. Jamás se establecen hechos a los próximos días o años, aunque se visualicen.

La semana que terminó fue la gota que derramó el vaso de agua que se estuvo llenando durante los cuatro años de mandato del mendaz presidente de los Estados Unidos. Ante la inminente derrota en las elecciones, el complejo método para elegir a su presidente es aprovechado por Donald Trump para aferrarse a continuar en la presidencia alegando fraude, incitado a protestas y apoyos callejeros en pro y en contra del insolente mandatario.

Algo insólito para el país vecino que presume de modelo democrático que ha despertado inquietudes en todo el mundo por el impacto sobre la economía mundial. Los que por alguna razón válida nos sentimos ligados a los Estados Unidos, la mayor preocupación es la polarización de la sociedad civil, el resurgimiento de odios étnicos que parecían olvidados, el impulsivo enfrentamiento de ideas entre unos y otros. Si Joe Biden logra calmarlos ánimos, las cicatrices serán perenes.

“Abrigamos muchos prejuicios si no dudamos, alguna vez, de todo en los que hallemos la menor sospecha”, René Descartes.

Si no hemos incurrido en el olvido, sabemos todo lo pasado. La inquietud es lo que sucederá en el futuro. Si bien la astronomía logra una exactitud en casi todos los fenómenos celestes por acontecer, o la física y la química que predicen reacciones y fenómenos, otras ciencias como la economía presentan vacilaciones imposibles de vaticinar con exactitud. Así echemos mano de la estadística, la observación y la experiencia; herramientas coadyuvan en entrever el día de mañana. La biología es más compleja, además de lo anterior se apoya en la físico-química, la genética y otras sapiencias afines.

En este año la pandemia de la Covid-19 ha subyugado el panorama mundial. El desconocimiento del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha obligado a los hombres de ciencia a aprender de su comportamiento y evolución epidemiológica para establecer el mejor control, el correcto manejo del paciente, el tratamiento y la prevención eficaz. La vacuna es una esperanza fundada.

Lo inmaterial cuece aparte. Lo que depende de la voluntad del hombre es donde topamos con mayor inseguridad o de certeza en el futuro. En lo particular, la forma de ser, de actuar o del uso del poder con que el presidente de un país es investido puede traer en jaque, no solo a su patria sino a todo el mundo. Si regresamos al pasado sobran muestra lo mismo en países pequeños que en poderosos. Cito el conflicto diplomático que amenazó a convertir en bélico mundial la llamada “crisis de los misiles” de 1962, que ocasionó, con el apoyo del dirigente de la extinta URSS Nikita Kruschev la Cuba de Fidel Castro.

Un estado de ánimo que va de la mano del hombre es la incertidumbre que lleva cada persona o la sociedad en general. Jamás se establecen hechos a los próximos días o años, aunque se visualicen.

La semana que terminó fue la gota que derramó el vaso de agua que se estuvo llenando durante los cuatro años de mandato del mendaz presidente de los Estados Unidos. Ante la inminente derrota en las elecciones, el complejo método para elegir a su presidente es aprovechado por Donald Trump para aferrarse a continuar en la presidencia alegando fraude, incitado a protestas y apoyos callejeros en pro y en contra del insolente mandatario.

Algo insólito para el país vecino que presume de modelo democrático que ha despertado inquietudes en todo el mundo por el impacto sobre la economía mundial. Los que por alguna razón válida nos sentimos ligados a los Estados Unidos, la mayor preocupación es la polarización de la sociedad civil, el resurgimiento de odios étnicos que parecían olvidados, el impulsivo enfrentamiento de ideas entre unos y otros. Si Joe Biden logra calmarlos ánimos, las cicatrices serán perenes.