/ jueves 25 de abril de 2019

Ingenioso Hidalgo

Conoce la asombrosa historia de Alonso Quijano, un hidalgo que se hizo llamar Don Quijote de la Mancha, cuyas intenciones fueron intentar ayudar a los pobres y desfavorecidos y lograr el amor de Dulcinea del Toboso. Pues bien, en todos esos recorridos, lo acompañaba un caballo como personaje importante de la novela, pero también como aquel amigo que lo ayuda a salir adelante.Miguel de Cervantes, el autor de la novela, decidió pues que su protagonista principal tenía que ir sobre un corcel único y muy especial. Corcel es un término que significa caballo ágil y veloz, de gran alzada, que se emplea en batallas y competiciones.Tenía el caballo, pero ¿cómo llamarle? Decidió que sería mejor idea que lo decidiera el propio Don Quijote, ya que a fin de cuentas, iba a ser su caballo. Pero no le resultó nada fácil. Según podemos leer en el libro:“cuatro días se le pasaron en imaginar que nombre le pondría y así después de muchos nombres que formó borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo”.Rocinante no fue un caballo con una vida fácil. No tenía toda la comida que necesitaba una vez que pasó a ser adulto. Siendo un potro, no le faltaba de nada y, por lo tanto, su salud era excelente; pero después poco a poco empezó a perder peso. Llegó a estar tan delgado, que pasaría a ser poco más que piel y huesos. Así y todo, fue el mejor caballo que Don Quijote podía desear, tal y como se puede leer en una de las páginas de la novela: ”es mejor montura que los famosos Babieca del Cid y Bucéfalo de Alejandro Magno”.A lo largo de la novela se puede leer la cantidad de sucesos que le va ocurriendo a Don Quijote y a su preciado caballo. Sancho Panza, el inseparable compañero humano del supuesto caballero, en más de una ocasión dejó ver que no le caía demasiado bien el caballo. Sin duda Don Quijote, este gran hombre, aunque sea no más que un personaje creado por la imaginación de uno de los más famosos escritores españoles de todos los tiempos, es un ejemplo a seguir para todos aquellos que respetan y cuidan de los caballos.Desde que se publicara por primera vez a comienzos de 1605, la historia de Don Quijote, aparte de llegar a todas las partes del mundo, ha servido de inspiración para otras grandes novelas. Recordar con Rocinante, que el amor por los animales, el arma más poderosa del ser humano. La paleontóloga Pat Shipman en su último libro, La conexión animal, el vínculo con los animales jugó un papel esencial y beneficioso en la evolución humana en los últimos 2,6 millones años. Según su teoría los primeros hombres tuvieron que aprender a ponerse en el lugar de los animales para evitar ser atacados por ellos o bien para cazarlos, lo que provocó el desarrollo de la empatía en el cerebro y las emociones humanas.Con el tiempo, explica Shipman, el volumen de información sobre los animales aumentó, los beneficios evolutivos de la comunicación de este conocimiento a otros también, y el lenguaje evolucionó como un medio externo de la manipulación y transmisión de información a través de símbolos. Aunque no podemos descubrir el uso más temprano del lenguaje mismo, podemos aprender algo de los primeros artes prehistóricos con contenido inequívoco. Casi todas estas obras de arte representan a los animales. “Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias, Cervantes”

Conoce la asombrosa historia de Alonso Quijano, un hidalgo que se hizo llamar Don Quijote de la Mancha, cuyas intenciones fueron intentar ayudar a los pobres y desfavorecidos y lograr el amor de Dulcinea del Toboso. Pues bien, en todos esos recorridos, lo acompañaba un caballo como personaje importante de la novela, pero también como aquel amigo que lo ayuda a salir adelante.Miguel de Cervantes, el autor de la novela, decidió pues que su protagonista principal tenía que ir sobre un corcel único y muy especial. Corcel es un término que significa caballo ágil y veloz, de gran alzada, que se emplea en batallas y competiciones.Tenía el caballo, pero ¿cómo llamarle? Decidió que sería mejor idea que lo decidiera el propio Don Quijote, ya que a fin de cuentas, iba a ser su caballo. Pero no le resultó nada fácil. Según podemos leer en el libro:“cuatro días se le pasaron en imaginar que nombre le pondría y así después de muchos nombres que formó borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo”.Rocinante no fue un caballo con una vida fácil. No tenía toda la comida que necesitaba una vez que pasó a ser adulto. Siendo un potro, no le faltaba de nada y, por lo tanto, su salud era excelente; pero después poco a poco empezó a perder peso. Llegó a estar tan delgado, que pasaría a ser poco más que piel y huesos. Así y todo, fue el mejor caballo que Don Quijote podía desear, tal y como se puede leer en una de las páginas de la novela: ”es mejor montura que los famosos Babieca del Cid y Bucéfalo de Alejandro Magno”.A lo largo de la novela se puede leer la cantidad de sucesos que le va ocurriendo a Don Quijote y a su preciado caballo. Sancho Panza, el inseparable compañero humano del supuesto caballero, en más de una ocasión dejó ver que no le caía demasiado bien el caballo. Sin duda Don Quijote, este gran hombre, aunque sea no más que un personaje creado por la imaginación de uno de los más famosos escritores españoles de todos los tiempos, es un ejemplo a seguir para todos aquellos que respetan y cuidan de los caballos.Desde que se publicara por primera vez a comienzos de 1605, la historia de Don Quijote, aparte de llegar a todas las partes del mundo, ha servido de inspiración para otras grandes novelas. Recordar con Rocinante, que el amor por los animales, el arma más poderosa del ser humano. La paleontóloga Pat Shipman en su último libro, La conexión animal, el vínculo con los animales jugó un papel esencial y beneficioso en la evolución humana en los últimos 2,6 millones años. Según su teoría los primeros hombres tuvieron que aprender a ponerse en el lugar de los animales para evitar ser atacados por ellos o bien para cazarlos, lo que provocó el desarrollo de la empatía en el cerebro y las emociones humanas.Con el tiempo, explica Shipman, el volumen de información sobre los animales aumentó, los beneficios evolutivos de la comunicación de este conocimiento a otros también, y el lenguaje evolucionó como un medio externo de la manipulación y transmisión de información a través de símbolos. Aunque no podemos descubrir el uso más temprano del lenguaje mismo, podemos aprender algo de los primeros artes prehistóricos con contenido inequívoco. Casi todas estas obras de arte representan a los animales. “Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias, Cervantes”