/ jueves 16 de mayo de 2019

Ingenioso Hidalgo

La belleza interior y exterior del Quijote

Lo bello y lo feo. No hay nada más condicionado e incluso más limitado que nuestro sentido de la belleza. Quien trate de concebirla al margen del placer que un hombre produce a otro, sentirá que no pisa tierra firme. Lo bello en sí no es más que una expresión, ni siquiera es una idea. En lo bello el hombre se toma a sí mismo como medida de perfección; y en determinados casos selectos se adora al admirar lo bello. La posición sobre lo bello y lo feo que presenta Nietzsche en El Ocaso de los Ídolos, debe ser considerada y tratada en el contexto del subjetivismo estético y analizada en comparación con la teoría estética objetivista. La teoría estética objetivista sostiene que las propiedades constitutivas del valor estético, o que hacen estéticamente valioso un objeto, son propiedades del mismo objeto estético. Mientras que la estética subjetivista sostiene que lo bello no tiene objetivamente un valor absoluto, sino que depende de su relación con el sujeto. De esta teoría, sostiene Hospers, “que lo que hace a algo estéticamente valioso no son sus propiedades, sino su relación a los consumidores estéticos” ya que todo depende del gusto o agrado que la experiencia estética provoque en ellos como respuesta a la relación con el objeto. En la posición subjetivista cada sujeto construye el valor estético como resultado propio de su experiencia estética, por eso no es contradictorio en estética el que ante un mismo objeto dos sujetos tengan posiciones distintas, pues ambos sujetos que contemplan desinteresadamente un objeto, construyen juicios estéticos, pudiendo uno experimentar agrado y el otro desagrado en un mismo instante. “Cada área cultural tiene sus concepciones propias acerca de la belleza, concepciones que pueden diferir completamente de otras y que, sin embargo, tienen la misma validez, ya que los juicios estéticos son absolutamente subjetivos y varían de acuerdo con la cultura. Dentro de una misma cultura varían de acuerdo con la época y las circunstancias históricas determinadas.” La disputa, debido a la antigüedad de su origen, por mucho tiempo sólo se preocupó por determinar “¿dónde se encuentra el valor estético fundamental, lo bello, en el sujeto o en el objeto?”. Sin embargo, entendiendo que la disputa adolece de esa exclusividad en tanto que sólo se preocupa por la belleza, haciendo de ésta el único objeto de la estética; y viendo que Nietzsche trata las valoraciones de lo bello y de lo feo, pretendemos dar respuesta a esa interrogante desde un punto de vista más amplio, por lo que utilizaremos más bien el término “valor estético”, quedando así incluidos lo bello y lo feo. Lo planteado por Nietzsche nos obliga a buscar respuestas a las interrogantes: ¿Dónde se encuentran “los valores estéticos”, en el sujeto o en el objeto?, ¿Qué es valor estético? Y ¿cómo puede defenderse la pretensión de que algo posee valor estético? Pero por las características propias de este ensayo nos concentraremos en la primera interrogante. Los valores estéticos son el producto de las experiencias estéticas del sujeto, que es quién construye los juicios de valor. En el Quijote, hay dos maneras de interpretar la belleza interior y la exterior. Una hermosura del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas. “Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho”. Twitter: @ArellanoRabiela

La belleza interior y exterior del Quijote

Lo bello y lo feo. No hay nada más condicionado e incluso más limitado que nuestro sentido de la belleza. Quien trate de concebirla al margen del placer que un hombre produce a otro, sentirá que no pisa tierra firme. Lo bello en sí no es más que una expresión, ni siquiera es una idea. En lo bello el hombre se toma a sí mismo como medida de perfección; y en determinados casos selectos se adora al admirar lo bello. La posición sobre lo bello y lo feo que presenta Nietzsche en El Ocaso de los Ídolos, debe ser considerada y tratada en el contexto del subjetivismo estético y analizada en comparación con la teoría estética objetivista. La teoría estética objetivista sostiene que las propiedades constitutivas del valor estético, o que hacen estéticamente valioso un objeto, son propiedades del mismo objeto estético. Mientras que la estética subjetivista sostiene que lo bello no tiene objetivamente un valor absoluto, sino que depende de su relación con el sujeto. De esta teoría, sostiene Hospers, “que lo que hace a algo estéticamente valioso no son sus propiedades, sino su relación a los consumidores estéticos” ya que todo depende del gusto o agrado que la experiencia estética provoque en ellos como respuesta a la relación con el objeto. En la posición subjetivista cada sujeto construye el valor estético como resultado propio de su experiencia estética, por eso no es contradictorio en estética el que ante un mismo objeto dos sujetos tengan posiciones distintas, pues ambos sujetos que contemplan desinteresadamente un objeto, construyen juicios estéticos, pudiendo uno experimentar agrado y el otro desagrado en un mismo instante. “Cada área cultural tiene sus concepciones propias acerca de la belleza, concepciones que pueden diferir completamente de otras y que, sin embargo, tienen la misma validez, ya que los juicios estéticos son absolutamente subjetivos y varían de acuerdo con la cultura. Dentro de una misma cultura varían de acuerdo con la época y las circunstancias históricas determinadas.” La disputa, debido a la antigüedad de su origen, por mucho tiempo sólo se preocupó por determinar “¿dónde se encuentra el valor estético fundamental, lo bello, en el sujeto o en el objeto?”. Sin embargo, entendiendo que la disputa adolece de esa exclusividad en tanto que sólo se preocupa por la belleza, haciendo de ésta el único objeto de la estética; y viendo que Nietzsche trata las valoraciones de lo bello y de lo feo, pretendemos dar respuesta a esa interrogante desde un punto de vista más amplio, por lo que utilizaremos más bien el término “valor estético”, quedando así incluidos lo bello y lo feo. Lo planteado por Nietzsche nos obliga a buscar respuestas a las interrogantes: ¿Dónde se encuentran “los valores estéticos”, en el sujeto o en el objeto?, ¿Qué es valor estético? Y ¿cómo puede defenderse la pretensión de que algo posee valor estético? Pero por las características propias de este ensayo nos concentraremos en la primera interrogante. Los valores estéticos son el producto de las experiencias estéticas del sujeto, que es quién construye los juicios de valor. En el Quijote, hay dos maneras de interpretar la belleza interior y la exterior. Una hermosura del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas. “Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho”. Twitter: @ArellanoRabiela