/ viernes 5 de julio de 2019

Ingenioso Hidalgo

Paralelismo Cervantino en Don Quijote y las obras de Sheakespeare

Elena Hevia, según estudios e investigación realizada en Barcelona, comenta una gran aportación literaria señalando el paralelismo de las obras de Shakespeare y nuestro caballero andante. Esta es una historia que habría seducido a Borges, enamorado de los manuscritos perdidos, los autores apócrifos y las falsas reescrituras. Tiene en su centro a dos gigantes de la literatura, Cervantes y Shakespeare, y una obra del bardo desaparecida, Cardenio, inspirada en uno de los episodios de El Quijote. Se sabe poco de la pieza. Fue escrita a cuatro manos con el joven dramaturgo John Fletcher y desde su estreno en 1613 nunca fue repuesta y no ha dejado de fascinar a los eruditos como uno de los grandes enigmas literarios. Comenta que el hispanista francés Roger Chartier se ha lanzado en su busca en Cardenio entre Cervantes y Shakespeare (Gedisa), un ensayo que persigue el misterio sin resolverlo, aunque aporte indicios. El argumento de la obra recogía, al parecer, la historia cervantina de los amores contrariados de cuatro jóvenes con un final feliz y, quizá, solo quizá, aparecieran como personajes secundarios Don Quijote y Sancho. ¿Leyó Shakespeare a Cervantes? La posibilidad es emocionante. El Quijote era una de las obras de más proyección en el siglo XVII, por la omnipresencia de la lengua española en todo el mundo. En Inglaterra, concretamente, la primera parte fue traducida por Thomas Shelton en 1612 y tuvo una influencia fuerte en la literatura inglesa. Un influjo que no fue recíproco, Cervantes jamás leyó a Shakespeare. La idea de la propiedad intelectual en los siglos XVI y XVII no era algo consolidado, habría que esperar un siglo para que empezara a acuñarse el modelo en el que el individuo proyecta en su escritura la singularidad de su experiencia. En época de Shakespeare no existía la necesidad de originalidad, solo se inventaba una forma nueva a argumentos conocidos, las historias pertenecían a todos. De ahí que, en cierto modo, El Quijote fuera un catálogo de temas propicios al saqueo. Una de las razones por las que se perdió Cardenio es porque solo un 60% del teatro isabelino y jacobino llegó a publicarse. Su objetivo era la representación. En 1623, siete años después de la muerte de Shakespeare, se reunieron sus obras en el First Folio, que hoy es uno de los libros más caros, la mitad de las 36 obras que lo componen no habían sido publicadas jamás, según Chartier. La segunda vida de Cardenio se inicia a mitad del XVIII cuando un dramaturgo de segunda fila, Lewis Theobald, aseguró tener tres manuscritos de la obra perdida y se lanzó a refundirlos con no poca imaginación en una nueva obra, siendo mentira. Theobald era paradójicamente un escritor muy respetuoso con el original, pero a la vez un falsario fabuloso que adaptaba a Shakespeare a los usos y los gustos de la época. En la actualidad, considera Chartier, se acepta que efectivamente Theobald tenía el manuscrito original, y este también acabó perdiéndose. El tercer acto de Cardenio se produce en el siglo XXI, cuando la obra desaparecida regresa a los teatros ingleses. Pero ¿cómo se representa una obra que no existe? Una posibilidad es lo que hizo el gran especialista Stephen Greenblatt que con ayuda de un dramaturgo norteamericano escribió un nuevo texto. Otra posición es decir que no está perdida, sino que es una obra atribuida a otro autor, en este caso Thomas Middleton y la solución intermedia es utilizar el texto de Theobad intentando borrar su contribución, como hizo la Royal Shakespeare en años pasados. Si hubiera que realizar un top ten sobre las obras de teatro más representadas, sin lugar a dudas Shakespeare ocuparía las posiciones más destacadas. Hay consenso en destacar a Romeo y Julieta, Hamlet y El sueño de una noche de verano, como las obras más reproducidas en todo el mundo, hasta el punto que se cree que estas obras son reproducidas entre cuatro y seis veces diarias. En el caso de Cervantes, su obra Don Quijote es la que ocupa un lugar más que destacado en el mundo del cine. Fue llevada por primera vez a la gran pantalla en 1898 por la compañía francesa Gaumont, y en las cientos de películas y series que se han hecho sobre el hidalgo caballero destacan obras tan exóticas como la coproducción ruso búlgara Don Kikhot vozvratshchayetsya realizada en 1996 por el director Oleg Grigorovich, la serie británica-estadounidense The adventures of Don Quixote realizada por Alvin Rakoff o la más reciente película Tang Ji Je De, una producción china en la que un Don Quijote con superpoderes se enfrenta a las fuerzas del mal. Pese a las muchas especulaciones al respecto, está absolutamente descartado el que Shakespeare y Cervantes se conocieran personalmente. Quizás sí que quepa la posibilidad de que entre ambos hubiera cierto sentimiento de admiración. Finalmente casi murieron el mismo día, ya que habría que precisar que su muerte se produjo el mismo día, con diez días de diferencia. Cuando se elaboró el calendario romano se dotó al año de un total de 365 días, obviando el hecho de que la traslación de la tierra entorno al sol es ligeramente superior. Ese desfase llegó a ser notable tras el paso de los años, afectando gravemente a las cosechas, de modo que el Papa Gregorio XIII organizó un comité de sabios que propuso, entre otras medidas, saltarse diez días del calendario. Mientras que el nuevo calendario gregoriano fue adoptado de forma casi inmediata por los países católicos, su implantación en el resto de naciones fue gradual y dado que en el caso de Inglaterra y sus satélites la aceptación de tal calendario no se produjo hasta 1752, esto dio pie al curioso hecho de que mientras la fecha de la muerte de Cervantes fue el 23 de abril de 1616 en el calendario Gregoriano, el de Shakespeare también lo fue en mismo día, pero del calendario Juliano, lo cual equivalía al 3 mayo en el país hispano. Shakespeare, está enterrado en la Iglesia Trinity de su pueblo natal, Stratford-Upon-Avon, bajo un epitafio que amenaza a aquel que ose remover los restos del escritor. En el caso de Cervantes, el misterio en torno a su tumba es incluso mayor ya que se desconoce incluso la ubicación exacta de dónde está enterrado. Diversas investigaciones han descartado que los restos hasta ahora encontrados pertenezcan al escritor, con lo cual se especula que su osamenta reposa en algún punto del convento de las Trinitarias Descalzas en Madrid, pero desconociendo el lugar. “Se mide la inteligencia de un ser humano, por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar, Kant”. Twitter: @ArellanoRabiela

Paralelismo Cervantino en Don Quijote y las obras de Sheakespeare

Elena Hevia, según estudios e investigación realizada en Barcelona, comenta una gran aportación literaria señalando el paralelismo de las obras de Shakespeare y nuestro caballero andante. Esta es una historia que habría seducido a Borges, enamorado de los manuscritos perdidos, los autores apócrifos y las falsas reescrituras. Tiene en su centro a dos gigantes de la literatura, Cervantes y Shakespeare, y una obra del bardo desaparecida, Cardenio, inspirada en uno de los episodios de El Quijote. Se sabe poco de la pieza. Fue escrita a cuatro manos con el joven dramaturgo John Fletcher y desde su estreno en 1613 nunca fue repuesta y no ha dejado de fascinar a los eruditos como uno de los grandes enigmas literarios. Comenta que el hispanista francés Roger Chartier se ha lanzado en su busca en Cardenio entre Cervantes y Shakespeare (Gedisa), un ensayo que persigue el misterio sin resolverlo, aunque aporte indicios. El argumento de la obra recogía, al parecer, la historia cervantina de los amores contrariados de cuatro jóvenes con un final feliz y, quizá, solo quizá, aparecieran como personajes secundarios Don Quijote y Sancho. ¿Leyó Shakespeare a Cervantes? La posibilidad es emocionante. El Quijote era una de las obras de más proyección en el siglo XVII, por la omnipresencia de la lengua española en todo el mundo. En Inglaterra, concretamente, la primera parte fue traducida por Thomas Shelton en 1612 y tuvo una influencia fuerte en la literatura inglesa. Un influjo que no fue recíproco, Cervantes jamás leyó a Shakespeare. La idea de la propiedad intelectual en los siglos XVI y XVII no era algo consolidado, habría que esperar un siglo para que empezara a acuñarse el modelo en el que el individuo proyecta en su escritura la singularidad de su experiencia. En época de Shakespeare no existía la necesidad de originalidad, solo se inventaba una forma nueva a argumentos conocidos, las historias pertenecían a todos. De ahí que, en cierto modo, El Quijote fuera un catálogo de temas propicios al saqueo. Una de las razones por las que se perdió Cardenio es porque solo un 60% del teatro isabelino y jacobino llegó a publicarse. Su objetivo era la representación. En 1623, siete años después de la muerte de Shakespeare, se reunieron sus obras en el First Folio, que hoy es uno de los libros más caros, la mitad de las 36 obras que lo componen no habían sido publicadas jamás, según Chartier. La segunda vida de Cardenio se inicia a mitad del XVIII cuando un dramaturgo de segunda fila, Lewis Theobald, aseguró tener tres manuscritos de la obra perdida y se lanzó a refundirlos con no poca imaginación en una nueva obra, siendo mentira. Theobald era paradójicamente un escritor muy respetuoso con el original, pero a la vez un falsario fabuloso que adaptaba a Shakespeare a los usos y los gustos de la época. En la actualidad, considera Chartier, se acepta que efectivamente Theobald tenía el manuscrito original, y este también acabó perdiéndose. El tercer acto de Cardenio se produce en el siglo XXI, cuando la obra desaparecida regresa a los teatros ingleses. Pero ¿cómo se representa una obra que no existe? Una posibilidad es lo que hizo el gran especialista Stephen Greenblatt que con ayuda de un dramaturgo norteamericano escribió un nuevo texto. Otra posición es decir que no está perdida, sino que es una obra atribuida a otro autor, en este caso Thomas Middleton y la solución intermedia es utilizar el texto de Theobad intentando borrar su contribución, como hizo la Royal Shakespeare en años pasados. Si hubiera que realizar un top ten sobre las obras de teatro más representadas, sin lugar a dudas Shakespeare ocuparía las posiciones más destacadas. Hay consenso en destacar a Romeo y Julieta, Hamlet y El sueño de una noche de verano, como las obras más reproducidas en todo el mundo, hasta el punto que se cree que estas obras son reproducidas entre cuatro y seis veces diarias. En el caso de Cervantes, su obra Don Quijote es la que ocupa un lugar más que destacado en el mundo del cine. Fue llevada por primera vez a la gran pantalla en 1898 por la compañía francesa Gaumont, y en las cientos de películas y series que se han hecho sobre el hidalgo caballero destacan obras tan exóticas como la coproducción ruso búlgara Don Kikhot vozvratshchayetsya realizada en 1996 por el director Oleg Grigorovich, la serie británica-estadounidense The adventures of Don Quixote realizada por Alvin Rakoff o la más reciente película Tang Ji Je De, una producción china en la que un Don Quijote con superpoderes se enfrenta a las fuerzas del mal. Pese a las muchas especulaciones al respecto, está absolutamente descartado el que Shakespeare y Cervantes se conocieran personalmente. Quizás sí que quepa la posibilidad de que entre ambos hubiera cierto sentimiento de admiración. Finalmente casi murieron el mismo día, ya que habría que precisar que su muerte se produjo el mismo día, con diez días de diferencia. Cuando se elaboró el calendario romano se dotó al año de un total de 365 días, obviando el hecho de que la traslación de la tierra entorno al sol es ligeramente superior. Ese desfase llegó a ser notable tras el paso de los años, afectando gravemente a las cosechas, de modo que el Papa Gregorio XIII organizó un comité de sabios que propuso, entre otras medidas, saltarse diez días del calendario. Mientras que el nuevo calendario gregoriano fue adoptado de forma casi inmediata por los países católicos, su implantación en el resto de naciones fue gradual y dado que en el caso de Inglaterra y sus satélites la aceptación de tal calendario no se produjo hasta 1752, esto dio pie al curioso hecho de que mientras la fecha de la muerte de Cervantes fue el 23 de abril de 1616 en el calendario Gregoriano, el de Shakespeare también lo fue en mismo día, pero del calendario Juliano, lo cual equivalía al 3 mayo en el país hispano. Shakespeare, está enterrado en la Iglesia Trinity de su pueblo natal, Stratford-Upon-Avon, bajo un epitafio que amenaza a aquel que ose remover los restos del escritor. En el caso de Cervantes, el misterio en torno a su tumba es incluso mayor ya que se desconoce incluso la ubicación exacta de dónde está enterrado. Diversas investigaciones han descartado que los restos hasta ahora encontrados pertenezcan al escritor, con lo cual se especula que su osamenta reposa en algún punto del convento de las Trinitarias Descalzas en Madrid, pero desconociendo el lugar. “Se mide la inteligencia de un ser humano, por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar, Kant”. Twitter: @ArellanoRabiela