/ viernes 16 de agosto de 2019

Ingenioso Hidalgo

Epistemología del Quijote

José Antonio López en un estudio muy interesante sobre la Epistemología del Quijote nos señala la importancia de hacer presentes a veces de forma subyacente y otras de forma expresa, las ideas y doctrinas epistemológicas dispersas en la gran novela reflejan una concepción del conocimiento que podemos definir como la de un realismo empírico. El principio del realismo epistemológico no aparece expresamente formulado, pero constantemente lo sobreentiende el autor como narrador. Sobrentiende que hay un mundo de objetos que existe por sí mismo y que, mejor o peor, lo podemos percibir y conocer tal como es. Pero el realismo del Quijote no es un realismo ingenuo, propio de los que creen que las cosas del mundo son tal como los percibimos, sino un realismo crítico, que entraña la distinción entre el ser real o en sí de las cosas y sus apariencias, que pueden ser falsas o verdaderas; el narrador y sus personajes saben perfectamente que los objetos de ese mundo se pueden aparecer de modos diferentes a diferentes sujetos, dando lugar a conflictos de apariencias perceptivas a lo que Américo Castro llamaba realidad oscilante o engaño a los ojos, un conflicto que, sin embargo, tiene una explicación desde la perspectiva de una teoría causal-realista de la percepción. Semejante concepción realista del conocimiento perceptivo no es el punto de partida, presupuesto o resultado de una reflexión filosófica por parte de Cervantes, pero es una pieza esencial e imprescindible de la construcción del Quijote como obra literaria. Es más, sin el presupuesto filosófico del realismo, la novela como tal sería imposible y carente de sentido. Pues se trata de un pilar constructivo de la novela en todos los niveles de su edificación. El realismo epistemológico es un elemento capital en la construcción de algunos episodios como la disputa que arranca en la aventura del yelmo de Mambrino y reaparece en el episodio de la penitencia de don Quijote, donde éste la formula en términos canónicos como un conflicto de apariencias contrapuestas, la suya propia y la de Sancho. En el Quijote, tanto el narrador como los personajes saben perfectamente que nuestra percepción de las cosas está expuesta al influjo determinante de diferentes factores, tanto subjetivos como objetivos, que hay que tener en cuenta para entender la diversidad de apariencias de un mismo objeto sobre diferentes sujetos y para no incurrir en errores perceptivos. Por lo que respecta a los factores subjetivos, no se ignora que los estados emocionales del sujeto pueden alterar la percepción correcta de las cosas y que una emoción, como, por ejemplo, el miedo, puede distorsionar la percepción. Así Sancho se lo hace notar a Don Quijote cuando confiesa que el miedo le asalta con mil géneros de visiones, por lo que, para evitarlo, le pide a su señor que no le mande que se separe de él para buscar al dueño de la maleta que han encontrado en Sierra Morena. A su vez, en la aventura de los rebaños, que Don Quijote percibe como dos ejércitos a punto de entablar batalla y oye relinchares de caballos, el tocar de los clarines y el ruido de los tambores, y Sancho sólo ve como rebaños de ovejas y carneros y oye balidos, el primero cree erróneamente que el segundo es víctima de una ilusión sensorial causada por su miedo. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la aventura de los leones, donde a Sancho la uña de un león se le presenta de un tamaño desmesurado, que hiperbólicamente dice ser mayor que una montaña; Don Quijote le replica que es el miedo lo que le hace parecer tan grande la uña del león, mayor, le dice burlonamente, que la mitad del mundo. En resumen, de todo el análisis precedente se desprende que el realismo como concepción del conocimiento y de la percepción es un pilar esencial de la construcción del Quijote como novela cómica y verosímil, pero que los conflictos de apariencias de Don Quijote con otros personajes de la obra o con el narrador interpretados desde un punto de vista realista no aparecen como soporte de una meditación filosófica, sino como cimiento de una extraordinaria creación literaria, como resultado de la cual la magna novela se configura como un juego de perspectivas, que no son igualmente verdaderas (como sostienen erróneamente los exegetas relativistas del Quijote), en cuyo caso no podrían ser motivo de risas las apariencias ilusorias de Don Quijote, pues serían tan verdaderas como las contrarias, sino como un juego en que la percepción realista del narrador triunfa sobre la percepción ilusoria de don Quijote como la perspectiva de la verdad. "Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón, Inmanuel Kant”. @ArellanoRabiela

Epistemología del Quijote

José Antonio López en un estudio muy interesante sobre la Epistemología del Quijote nos señala la importancia de hacer presentes a veces de forma subyacente y otras de forma expresa, las ideas y doctrinas epistemológicas dispersas en la gran novela reflejan una concepción del conocimiento que podemos definir como la de un realismo empírico. El principio del realismo epistemológico no aparece expresamente formulado, pero constantemente lo sobreentiende el autor como narrador. Sobrentiende que hay un mundo de objetos que existe por sí mismo y que, mejor o peor, lo podemos percibir y conocer tal como es. Pero el realismo del Quijote no es un realismo ingenuo, propio de los que creen que las cosas del mundo son tal como los percibimos, sino un realismo crítico, que entraña la distinción entre el ser real o en sí de las cosas y sus apariencias, que pueden ser falsas o verdaderas; el narrador y sus personajes saben perfectamente que los objetos de ese mundo se pueden aparecer de modos diferentes a diferentes sujetos, dando lugar a conflictos de apariencias perceptivas a lo que Américo Castro llamaba realidad oscilante o engaño a los ojos, un conflicto que, sin embargo, tiene una explicación desde la perspectiva de una teoría causal-realista de la percepción. Semejante concepción realista del conocimiento perceptivo no es el punto de partida, presupuesto o resultado de una reflexión filosófica por parte de Cervantes, pero es una pieza esencial e imprescindible de la construcción del Quijote como obra literaria. Es más, sin el presupuesto filosófico del realismo, la novela como tal sería imposible y carente de sentido. Pues se trata de un pilar constructivo de la novela en todos los niveles de su edificación. El realismo epistemológico es un elemento capital en la construcción de algunos episodios como la disputa que arranca en la aventura del yelmo de Mambrino y reaparece en el episodio de la penitencia de don Quijote, donde éste la formula en términos canónicos como un conflicto de apariencias contrapuestas, la suya propia y la de Sancho. En el Quijote, tanto el narrador como los personajes saben perfectamente que nuestra percepción de las cosas está expuesta al influjo determinante de diferentes factores, tanto subjetivos como objetivos, que hay que tener en cuenta para entender la diversidad de apariencias de un mismo objeto sobre diferentes sujetos y para no incurrir en errores perceptivos. Por lo que respecta a los factores subjetivos, no se ignora que los estados emocionales del sujeto pueden alterar la percepción correcta de las cosas y que una emoción, como, por ejemplo, el miedo, puede distorsionar la percepción. Así Sancho se lo hace notar a Don Quijote cuando confiesa que el miedo le asalta con mil géneros de visiones, por lo que, para evitarlo, le pide a su señor que no le mande que se separe de él para buscar al dueño de la maleta que han encontrado en Sierra Morena. A su vez, en la aventura de los rebaños, que Don Quijote percibe como dos ejércitos a punto de entablar batalla y oye relinchares de caballos, el tocar de los clarines y el ruido de los tambores, y Sancho sólo ve como rebaños de ovejas y carneros y oye balidos, el primero cree erróneamente que el segundo es víctima de una ilusión sensorial causada por su miedo. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la aventura de los leones, donde a Sancho la uña de un león se le presenta de un tamaño desmesurado, que hiperbólicamente dice ser mayor que una montaña; Don Quijote le replica que es el miedo lo que le hace parecer tan grande la uña del león, mayor, le dice burlonamente, que la mitad del mundo. En resumen, de todo el análisis precedente se desprende que el realismo como concepción del conocimiento y de la percepción es un pilar esencial de la construcción del Quijote como novela cómica y verosímil, pero que los conflictos de apariencias de Don Quijote con otros personajes de la obra o con el narrador interpretados desde un punto de vista realista no aparecen como soporte de una meditación filosófica, sino como cimiento de una extraordinaria creación literaria, como resultado de la cual la magna novela se configura como un juego de perspectivas, que no son igualmente verdaderas (como sostienen erróneamente los exegetas relativistas del Quijote), en cuyo caso no podrían ser motivo de risas las apariencias ilusorias de Don Quijote, pues serían tan verdaderas como las contrarias, sino como un juego en que la percepción realista del narrador triunfa sobre la percepción ilusoria de don Quijote como la perspectiva de la verdad. "Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón, Inmanuel Kant”. @ArellanoRabiela