/ sábado 14 de diciembre de 2019

Ingenioso Hidalgo

Paralelismo entre el Quijote y Napoleón Bonaparte

César Montoya realizó una investigación interesante entre el personaje del Quijote y Napoleón Bonaparte. Destaca que 153 años después de muerto Cervantes, nació Napoleón. Es obvio que no exista coetaneidad biológica entre estos dos monstruos de la naturaleza. El primero, sin rival, sigue comandando el resplandor de las letras y el segundo clavó su nombre histórico sobre rocas imbatibles. El español quiso llamarse Don Quijote, con cerebro trastornado. El segundo, a los 30 años había hecho todas sus conquistas, gobernaba el mundo, había aplacado la tempestad, reunido los partidos, ordenado una nación, creado un gobierno, un imperio; un emperador. La epístola es manantial de sentimientos. Ahonda amistades, organiza romances, genera controversias, aclara conductas, es puente, jamás abismo. Fue utilizada por Don Quijote para consignar sabidurías prácticas y por Napoleón para fijar pautas, reprochar comportamientos, y puntualizar al menudeo cómo debe ser el desempeño de quien administra el poder. Señala que Don Quijote y Sancho Panza es una pareja que los siglos no sepultarán. Ellos son espíritu y materia, locura y equilibrio campesino, espejismo aéreo y aterrizada mesura. Mientras el uno todo lo sueña y blande la espada para respaldar sus fantasías, el otro es mansurrón y ladino, de lógica impecable.

Sancho fue nombrado gobernador de la Ínsula Barataria. Hace la referencia el considerar de improviso, que surgiera como mandamás de un pequeño territorio en donde demostró tener talento para los juzgamientos. Obvio que tuvo maestro que lo aleccionó sobre los ritos que debe cumplir quien funge como autoridad, sobre lo que debe hacer y evitar, mostrándole los abismos de la condición humana, y la infaltable cordura para salir avante en todos sus empeños. Don Quijote lo instruye con un discurso pedagógico. Aquel sabio, ponderado y filosófico, el Caballero de la Triste Figura, separó las consideraciones sobre la justicia y los entendimientos que deben primar en el ejercicio del cargo, de las condiciones escénicas que van desde el acicalamiento personal hasta otros secundarios protocolos. Es risible el rosario de prescripciones. Napoleón utilizó desde las trincheras, controlar el desempeño de sus ministros e impartir órdenes. También escribía para regañar, corregir, suscitar inquietudes, y fijarle pautas a quienes, encumbrados como reyes, hacían parte de su privilegiada familia. A los 28 años tenía la madurez de un estadista. Sus proclamas al ejército son incitativas, armadas en un lenguaje enérgico y esperanzador. Idolatraba a Josefina a quien le envía plegarias llorosas, redactadas con palabras cursis. No obstante, estas comprensibles negatividades, en Napoleón resplandecen los destellos de un hombre superior. Napoleón también demuestra un indeclinable cariño por los suyos. Se dice la obra de Cervantes fue sin duda parte de la convicción de Napoleón, su actuar, su pasión, su desesperación por conquistar nuevos territorios, descubrir esos molinos de viento, el amor invaluable a sus mujeres –Dulcinea y Josefina-, su sed de lucha y libertades. “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida, Mario Vargas Llosa”. Twitter @ArellanoRabiela

Paralelismo entre el Quijote y Napoleón Bonaparte

César Montoya realizó una investigación interesante entre el personaje del Quijote y Napoleón Bonaparte. Destaca que 153 años después de muerto Cervantes, nació Napoleón. Es obvio que no exista coetaneidad biológica entre estos dos monstruos de la naturaleza. El primero, sin rival, sigue comandando el resplandor de las letras y el segundo clavó su nombre histórico sobre rocas imbatibles. El español quiso llamarse Don Quijote, con cerebro trastornado. El segundo, a los 30 años había hecho todas sus conquistas, gobernaba el mundo, había aplacado la tempestad, reunido los partidos, ordenado una nación, creado un gobierno, un imperio; un emperador. La epístola es manantial de sentimientos. Ahonda amistades, organiza romances, genera controversias, aclara conductas, es puente, jamás abismo. Fue utilizada por Don Quijote para consignar sabidurías prácticas y por Napoleón para fijar pautas, reprochar comportamientos, y puntualizar al menudeo cómo debe ser el desempeño de quien administra el poder. Señala que Don Quijote y Sancho Panza es una pareja que los siglos no sepultarán. Ellos son espíritu y materia, locura y equilibrio campesino, espejismo aéreo y aterrizada mesura. Mientras el uno todo lo sueña y blande la espada para respaldar sus fantasías, el otro es mansurrón y ladino, de lógica impecable.

Sancho fue nombrado gobernador de la Ínsula Barataria. Hace la referencia el considerar de improviso, que surgiera como mandamás de un pequeño territorio en donde demostró tener talento para los juzgamientos. Obvio que tuvo maestro que lo aleccionó sobre los ritos que debe cumplir quien funge como autoridad, sobre lo que debe hacer y evitar, mostrándole los abismos de la condición humana, y la infaltable cordura para salir avante en todos sus empeños. Don Quijote lo instruye con un discurso pedagógico. Aquel sabio, ponderado y filosófico, el Caballero de la Triste Figura, separó las consideraciones sobre la justicia y los entendimientos que deben primar en el ejercicio del cargo, de las condiciones escénicas que van desde el acicalamiento personal hasta otros secundarios protocolos. Es risible el rosario de prescripciones. Napoleón utilizó desde las trincheras, controlar el desempeño de sus ministros e impartir órdenes. También escribía para regañar, corregir, suscitar inquietudes, y fijarle pautas a quienes, encumbrados como reyes, hacían parte de su privilegiada familia. A los 28 años tenía la madurez de un estadista. Sus proclamas al ejército son incitativas, armadas en un lenguaje enérgico y esperanzador. Idolatraba a Josefina a quien le envía plegarias llorosas, redactadas con palabras cursis. No obstante, estas comprensibles negatividades, en Napoleón resplandecen los destellos de un hombre superior. Napoleón también demuestra un indeclinable cariño por los suyos. Se dice la obra de Cervantes fue sin duda parte de la convicción de Napoleón, su actuar, su pasión, su desesperación por conquistar nuevos territorios, descubrir esos molinos de viento, el amor invaluable a sus mujeres –Dulcinea y Josefina-, su sed de lucha y libertades. “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida, Mario Vargas Llosa”. Twitter @ArellanoRabiela