/ jueves 23 de abril de 2020

Ingenioso Hidalgo

¿Y la dignidad de la persona, en donde queda?

Uno de los más graves problemas que está viviendo el mundo, pero principalmente nuestro país es atentar contra la dignidad de la persona. Un estudio muy interesante que realizó Aristeo García González en la Revista IUS de la Universidad Latina de América, sobre “una aproximación a la Dignidad Humana señala que “Si bien, en la antigüedad existen algunas precedentes que han servido en la construcción del concepto moderno de la dignidad, es preciso señalar que su sentido actual, arranca con el tránsito a la modernidad, esto es, el concepto de dignidad humana como fundamento de los derechos del hombre, en donde cada uno de nosotros es poseedor de una dignidad, es decir, somos dignos. En este contexto, algunos autores le han denominan dignidad del hombre; otros le llaman dignidad humana; en cambio, algunos más afirman que se le debe llamar dignidad de la persona humana; también suele llamársele dignidad del ser humano. Sin embargo, la denominación, per se, no es lo más importante, sino lo que verdaderamente tiene relevancia es su contenido semántico y la forma a través de la cual debe ser protegida la dignidad. Partiendo del significado etimológico, el término dignidad, proveniente del latín dignitas, cuya raíz es dignus, que significa “excelencia”, “grandeza”, donde cabe agregar que la dignidad que posee cada individuo es un valor intrínseco, puesto que no depende de factores externos. Así, la palabra dignidad no sólo significa grandeza y excelencia, es decir, el portador de esta cualidad no sólo se distingue y destaca entre los demás, sino también denota un merecimiento a un cierto tipo de trato. Por lo anterior, la dignidad se puede definir como “la excelencia que merece respeto o estima”.

Ejemplo de lo anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o un puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los demás una respuesta particular, pero esto no le hace acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual para todos los seres humanos, sin importar su condición o puesto que desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad humana y los derechos el hombre. De ahí que la dignidad humana se erige como principio esencial de los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores estos que fundamentan los distintos tipos de derechos humanos”.

Entendiendo a través de este interesante estudio sobre dignidad su apreciación, surge la duda sobre todo para la contingencia actual el que prestadores de servicios médicos pretendan utilizar principios de usos y costumbres para decidir quien vive y quien no vive. “Por encima de un adulto mayor hay que preferir a una persona en plena juventud”, y esto es aberrante, ya que nadie, absolutamente nadie puede decir quien vive o darle mayor valor a la vida de un joven sobre un adulto mayor. ¿Qué parámetros de medición utilizan? ¿El promedio de vida y productividad? O bien ¿Qué el adulto mayor ya no sirve para ellos, ya es una carga para el Estado? Es increíble que se pretenda regresar a la barbarie. Ojalá tengan acceso a esta información quienes piensen utilizar ese criterio por la pandemia y la falta de recursos médicos del Estado para su cuidado y protección.

La situación es muy clara, todas las vidas son valiosas, repito todas y para ser más claro, desde la antigüedad los adultos mayores han sido las personas más sabias, de mayor respeto. Finalmente, el Estado debe garantizar la protección al derecho humano a salud y si no tiene recursos económicos, como tradicionalmente se menciona, que quiten prestaciones a altos funcionarios, dinero a partidos políticos, campañas, obra, reducción de legisladores que en México es excesivo el número y muchas otras cosas más que hoy día, son prioritarias: Salvar vidas. “Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública, Thomas Jefferson”. Twitter @ArellanoRabiela

¿Y la dignidad de la persona, en donde queda?

Uno de los más graves problemas que está viviendo el mundo, pero principalmente nuestro país es atentar contra la dignidad de la persona. Un estudio muy interesante que realizó Aristeo García González en la Revista IUS de la Universidad Latina de América, sobre “una aproximación a la Dignidad Humana señala que “Si bien, en la antigüedad existen algunas precedentes que han servido en la construcción del concepto moderno de la dignidad, es preciso señalar que su sentido actual, arranca con el tránsito a la modernidad, esto es, el concepto de dignidad humana como fundamento de los derechos del hombre, en donde cada uno de nosotros es poseedor de una dignidad, es decir, somos dignos. En este contexto, algunos autores le han denominan dignidad del hombre; otros le llaman dignidad humana; en cambio, algunos más afirman que se le debe llamar dignidad de la persona humana; también suele llamársele dignidad del ser humano. Sin embargo, la denominación, per se, no es lo más importante, sino lo que verdaderamente tiene relevancia es su contenido semántico y la forma a través de la cual debe ser protegida la dignidad. Partiendo del significado etimológico, el término dignidad, proveniente del latín dignitas, cuya raíz es dignus, que significa “excelencia”, “grandeza”, donde cabe agregar que la dignidad que posee cada individuo es un valor intrínseco, puesto que no depende de factores externos. Así, la palabra dignidad no sólo significa grandeza y excelencia, es decir, el portador de esta cualidad no sólo se distingue y destaca entre los demás, sino también denota un merecimiento a un cierto tipo de trato. Por lo anterior, la dignidad se puede definir como “la excelencia que merece respeto o estima”.

Ejemplo de lo anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o un puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los demás una respuesta particular, pero esto no le hace acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual para todos los seres humanos, sin importar su condición o puesto que desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad humana y los derechos el hombre. De ahí que la dignidad humana se erige como principio esencial de los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores estos que fundamentan los distintos tipos de derechos humanos”.

Entendiendo a través de este interesante estudio sobre dignidad su apreciación, surge la duda sobre todo para la contingencia actual el que prestadores de servicios médicos pretendan utilizar principios de usos y costumbres para decidir quien vive y quien no vive. “Por encima de un adulto mayor hay que preferir a una persona en plena juventud”, y esto es aberrante, ya que nadie, absolutamente nadie puede decir quien vive o darle mayor valor a la vida de un joven sobre un adulto mayor. ¿Qué parámetros de medición utilizan? ¿El promedio de vida y productividad? O bien ¿Qué el adulto mayor ya no sirve para ellos, ya es una carga para el Estado? Es increíble que se pretenda regresar a la barbarie. Ojalá tengan acceso a esta información quienes piensen utilizar ese criterio por la pandemia y la falta de recursos médicos del Estado para su cuidado y protección.

La situación es muy clara, todas las vidas son valiosas, repito todas y para ser más claro, desde la antigüedad los adultos mayores han sido las personas más sabias, de mayor respeto. Finalmente, el Estado debe garantizar la protección al derecho humano a salud y si no tiene recursos económicos, como tradicionalmente se menciona, que quiten prestaciones a altos funcionarios, dinero a partidos políticos, campañas, obra, reducción de legisladores que en México es excesivo el número y muchas otras cosas más que hoy día, son prioritarias: Salvar vidas. “Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública, Thomas Jefferson”. Twitter @ArellanoRabiela