/ jueves 7 de mayo de 2020

Ingenioso Hidalgo

¿Sabemos que es la sensibilización?

Hay una declaración de amor, tajante, firme, sincera, desinteresada del Quijote hacía su Dulcinea: “Soberana y alta señora: El herido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte, El caballero de la triste figura”. Esto es una prueba de amor absoluto de un personaje enamorado de su mujer, es obvio que Cervantes conocía el amor y lo plasmó en su obra. No sabría que es el amor, si no he amado; no sabría que es el dolor, si no he sufrido; No sabría que es la pobreza, si siempre he tenido dinero; No sabría que es la misericordia, si nunca he sido misericordioso. Eso es lo que está pasando en la actualidad: Sensibilización en materia de Derechos Humanos. Solo uniéndonos todos y contribuyendo en lo que podamos, vamos a salir adelante y me refiero a gente que no tiene que comer y podemos darle una torta, gente que necesita una medicina y podemos dársela. Sociólogos definen esta época como deshumanizada, ya que al parecer la tecnología parece que nos separa de la calidez de la persona. Antes se felicitaba en persona a quien cumple años o se le hablaba por teléfono, ahora es solo un mensaje en redes sociales o por WhatsApp. Los avances ayudan por supuesto a la humanidad, pero sin perder nuestra esencia. Estamos clasificados en un mundo materialista en el que regalar cosas caras es sinónimo de amor, cuando un “te amo” sincero sería más valioso. El aislamiento obligatorio que estamos viviendo queda claro que es por tema de salud, pero no dejemos que esta situación nos vuelva fríos, mecánicos, quedando fuera la filosofía de la vida, parafraseando a San Agustín, sobre su pensamiento en torno a lo que debe ser la trascendencia del ser humano y que resume en una sola palabra: Felicidad. “No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones, Steven Covey”. Twitter @ArellanoRabiela

¿Sabemos que es la sensibilización?

Hay una declaración de amor, tajante, firme, sincera, desinteresada del Quijote hacía su Dulcinea: “Soberana y alta señora: El herido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte, El caballero de la triste figura”. Esto es una prueba de amor absoluto de un personaje enamorado de su mujer, es obvio que Cervantes conocía el amor y lo plasmó en su obra. No sabría que es el amor, si no he amado; no sabría que es el dolor, si no he sufrido; No sabría que es la pobreza, si siempre he tenido dinero; No sabría que es la misericordia, si nunca he sido misericordioso. Eso es lo que está pasando en la actualidad: Sensibilización en materia de Derechos Humanos. Solo uniéndonos todos y contribuyendo en lo que podamos, vamos a salir adelante y me refiero a gente que no tiene que comer y podemos darle una torta, gente que necesita una medicina y podemos dársela. Sociólogos definen esta época como deshumanizada, ya que al parecer la tecnología parece que nos separa de la calidez de la persona. Antes se felicitaba en persona a quien cumple años o se le hablaba por teléfono, ahora es solo un mensaje en redes sociales o por WhatsApp. Los avances ayudan por supuesto a la humanidad, pero sin perder nuestra esencia. Estamos clasificados en un mundo materialista en el que regalar cosas caras es sinónimo de amor, cuando un “te amo” sincero sería más valioso. El aislamiento obligatorio que estamos viviendo queda claro que es por tema de salud, pero no dejemos que esta situación nos vuelva fríos, mecánicos, quedando fuera la filosofía de la vida, parafraseando a San Agustín, sobre su pensamiento en torno a lo que debe ser la trascendencia del ser humano y que resume en una sola palabra: Felicidad. “No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones, Steven Covey”. Twitter @ArellanoRabiela