/ jueves 31 de diciembre de 2020

Ingenioso Hidalgo

Iniciando el año con la posesión del sueño:

Poema Quijotesco de Paul Celan

La poesía temprana de Paul Celan de la Universidad de los Andes, está marcada por referencias al suponer que muchas de ellas esperan ser descubiertas todavía.

Así se genera una situación dialógica en la que los motivos literarios correspondientes responden al contexto del poema, con lo cual se transforman y actualizan. En la obra de Paul Celan, la recepción de la tradición literaria forma parte de una búsqueda de nuevas formas de expresión poética frente al terror del holocausto o de una pandemia, o una guerra biológica. El poema fue escrito ya en 1943, cuando el joven poeta había perdido recientemente a sus padres en un campo de concentración. Probablemente se trata del único poema quijotesco de su obra. Existen versiones del poema, una de las cuales está insertada en una temprana selección de poemas que hizo el propio Celan en 1944 para su novia Ruth Lackner.

“La arena en las urnas entraron en el segundo ciclo, amapola y memoria”. En el poema aparecen “molinos de viento”: “Agrupa, pues, el follaje con las almas. Blande ligero el martillo y esconde el rostro. Con latidos, del corazón ausentes, corona al caballero que esgrime con lejanos molinos. Son solo nubes que él no soportaba. Le engañan nubes que él no soportaba. Más tintinea su corazón al paso de un ángel. Yo en silencio laureo lo que él no destrozaba: la barrera roja y el centro negro”. El poema consiste en dos cuartetos con una sintaxis paralela y simple: dos frases cortas en los dos primeros versos, una frase coherente más larga en los dos últimos. Un rasgo sintáctico particular es la organización bimembre de los versos, por preposiciones, conjunciones copulativas o pronombres relativos. El poema, alberga una trinidad de personas. De acuerdo con ello, hay tres niveles de referencia. En el marco del segundo nivel “del caballero” es inhabitual el uso paralelo de presente como la “lucha”. Corresponder a un clímax semántico al final del poema: Algo es nombrado, “la barrera roja y el centro negro”. El vocabulario extraño se opone a la sintaxis sencilla. La mezcla de campos semánticos diferentes o incluso incompatibles “agrupa el follaje con las almas” como “blande ligero el martillo”, o “latidos ausentes”. En medio de la oscuridad del poema, la referencia al Quijote, al “caballero que esgrime con lejanos molinos”, parece ser, a primera vista, el elemento relativamente comprensible. Se refleja uno de los más famosos detalles de la obra, revela por completo el carácter ilusorio y desesperado de la lucha del caballero cervantino, que se enfrenta a un gran número de molinos de viento que le parecen ser “desaforados gigantes”. Al atacar a uno de ellos, es repelido bruscamente, pero aun después sigue pensando que se trata en verdad de gigantes, y supone que su adversario principal, el mago Frestón, los ha transformado en molinos para engañarle. Por otro lado, aparecen unas “nubes de polvo” que Don Quijote, llevado por su imaginación, transforma en un ejército gigante. Cuantos gigantes o molinos de viento tendremos que afrontar, muchos, demasiados, pero la experiencia de ese caballero andante es seguir en la lucha, sin declinar, por dura que sea la adversidad y si se muere en el intento, “qué mejor manera de morir, Sancho”. “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, un caballero se lanza a rondar los caminos, subir las laderas y horadando nuestras conciencias, nos invita a abandonar la razón y a dejarnos arrastrar por nuestra locura. Es la locura del Quijote la que recordamos, no su cordura; esos destellos en los que su locura es heroísmo que lo lleva a enfrentarse a los “gigantes” de manera temeraria. ¿Son los gigantes sus propios demonios, producto de sus sueños o es su demencia el sueño por derrotar un monstruo que realmente existe?

Twitter @ArellanoRabiela

Iniciando el año con la posesión del sueño:

Poema Quijotesco de Paul Celan

La poesía temprana de Paul Celan de la Universidad de los Andes, está marcada por referencias al suponer que muchas de ellas esperan ser descubiertas todavía.

Así se genera una situación dialógica en la que los motivos literarios correspondientes responden al contexto del poema, con lo cual se transforman y actualizan. En la obra de Paul Celan, la recepción de la tradición literaria forma parte de una búsqueda de nuevas formas de expresión poética frente al terror del holocausto o de una pandemia, o una guerra biológica. El poema fue escrito ya en 1943, cuando el joven poeta había perdido recientemente a sus padres en un campo de concentración. Probablemente se trata del único poema quijotesco de su obra. Existen versiones del poema, una de las cuales está insertada en una temprana selección de poemas que hizo el propio Celan en 1944 para su novia Ruth Lackner.

“La arena en las urnas entraron en el segundo ciclo, amapola y memoria”. En el poema aparecen “molinos de viento”: “Agrupa, pues, el follaje con las almas. Blande ligero el martillo y esconde el rostro. Con latidos, del corazón ausentes, corona al caballero que esgrime con lejanos molinos. Son solo nubes que él no soportaba. Le engañan nubes que él no soportaba. Más tintinea su corazón al paso de un ángel. Yo en silencio laureo lo que él no destrozaba: la barrera roja y el centro negro”. El poema consiste en dos cuartetos con una sintaxis paralela y simple: dos frases cortas en los dos primeros versos, una frase coherente más larga en los dos últimos. Un rasgo sintáctico particular es la organización bimembre de los versos, por preposiciones, conjunciones copulativas o pronombres relativos. El poema, alberga una trinidad de personas. De acuerdo con ello, hay tres niveles de referencia. En el marco del segundo nivel “del caballero” es inhabitual el uso paralelo de presente como la “lucha”. Corresponder a un clímax semántico al final del poema: Algo es nombrado, “la barrera roja y el centro negro”. El vocabulario extraño se opone a la sintaxis sencilla. La mezcla de campos semánticos diferentes o incluso incompatibles “agrupa el follaje con las almas” como “blande ligero el martillo”, o “latidos ausentes”. En medio de la oscuridad del poema, la referencia al Quijote, al “caballero que esgrime con lejanos molinos”, parece ser, a primera vista, el elemento relativamente comprensible. Se refleja uno de los más famosos detalles de la obra, revela por completo el carácter ilusorio y desesperado de la lucha del caballero cervantino, que se enfrenta a un gran número de molinos de viento que le parecen ser “desaforados gigantes”. Al atacar a uno de ellos, es repelido bruscamente, pero aun después sigue pensando que se trata en verdad de gigantes, y supone que su adversario principal, el mago Frestón, los ha transformado en molinos para engañarle. Por otro lado, aparecen unas “nubes de polvo” que Don Quijote, llevado por su imaginación, transforma en un ejército gigante. Cuantos gigantes o molinos de viento tendremos que afrontar, muchos, demasiados, pero la experiencia de ese caballero andante es seguir en la lucha, sin declinar, por dura que sea la adversidad y si se muere en el intento, “qué mejor manera de morir, Sancho”. “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, un caballero se lanza a rondar los caminos, subir las laderas y horadando nuestras conciencias, nos invita a abandonar la razón y a dejarnos arrastrar por nuestra locura. Es la locura del Quijote la que recordamos, no su cordura; esos destellos en los que su locura es heroísmo que lo lleva a enfrentarse a los “gigantes” de manera temeraria. ¿Son los gigantes sus propios demonios, producto de sus sueños o es su demencia el sueño por derrotar un monstruo que realmente existe?

Twitter @ArellanoRabiela