/ jueves 8 de julio de 2021

Ingenioso Hidalgo

Cervantes y Shakespeare

Antonio Capilla hace un estudio muy interesante entre Cervantes y Shakespeare. Uno fue novelista y el otro dramaturgo; uno soldado, y el otro actor; el primero procedía de familia de doctores y juristas, el segundo de padres analfabetos. Las diferencias entre Cervantes y Shakespeare son innegables, pero al mismo tiempo se pueden destacar muchos puntos de conexión entre el manco de Lepanto y el bardo. No se conoce qué aspecto tenían Cervantes y Shakespeare, al pensar en su apariencia física, a todos nos viene a la mente un hombre de pelo cano, con una amplia frente y un pronunciado bigote en el caso de Cervantes, mientras que en el caso de Shakespeare el retrato es el de un personaje de pelo oscuro y rizado con un aro en el lóbulo izquierdo. Pero por muy populares que ambas imágenes sean, lo cierto es que, en ambos casos, éstas no son más que un acto de conjetura sobre el verdadero aspecto físico que ambos tenían. Pese a la celebridad que llegaron a tener, no se cuenta con ningún retrato contemporáneo, y aquellos que se han popularizado fueron realizados una vez habían muerto, basándose en información poco precisa y pudiendo darse el más que probable caso de que la imagen transmitida por generaciones tenga poco o nada que ver con la que en realidad ambos tenían. Inventores de las palabras y expresiones como referentes universales, se suele calificar a Cervantes y a Shakespeare como los padres y más importantes referentes para la lengua española y la inglesa, y dada la magnitud de su trabajo esta afirmación no resulta del todo exagerada. En el caso de Cervantes, su obra más famosa, Don Quijote de la Mancha, ha sido considerada como la primera novela moderna y uno de los mayores referentes para la literatura universal, siendo el libro más traducido sólo por detrás de la Biblia y que en su día influyó a toda la narrativa europea. En el caso de Shakespeare, llega incluso a marcar un antes y un después en la historia de la literatura inglesa, y se le atribuye la creación de hasta 1.700 términos y cientos de expresiones que revolucionaron el idioma. Ambos tienen una etapa de su vida desconocida, durante gran parte de su vida fueron celebridades, y su fama fue en aumento tras su muerte, pero existe en uno y otro un periodo de su vida que resulta totalmente desconocido y en la que prácticamente no hay datos registrados. En el caso de Cervantes, no se conoce con exactitud ni el día de su nacimiento ni el nivel de estudios que alcanzó. Más allá de esta primera fase, Miguel de Cervantes pasó 5 años de su vida como esclavo en Argelia, una etapa de la cual apenas trascienden una serie de informaciones poco precisas. En el caso de William Shakespeare, tampoco se sabe con certeza ni el día de su nacimiento ni a qué se dedicaba antes de su llegada a la capital inglesa. Mientras que algunos historiadores creen que su huida a Londres estaba motivada por una acusación de caza ilegal de ciervos, otros creen que lo hizo por motivos laborales, dado que su trabajo era el de cuidador de caballos de los dueños y actores de los teatros o que incluso se unió a una compañía a su paso por su lugar de nacimiento. Sus obras figuran entre las más representadas, si hubiera que realizar un top ten sobre las obras de teatro más representadas, sin lugar a dudas Shakespeare ocuparía las posiciones más destacadas. Hay consenso en destacar a Romeo y Julieta, Hamlet y El sueño de una noche de verano como las obras más reproducidas en todo el mundo, hasta el punto que se cree que estas obras se reproducen entre cuatro y seis veces diarias. En el caso de Cervantes, su obra Don Quijote es la que ocupa un lugar más que destacado en el mundo del cine. Shakespeare inspiró una de sus obras en el trabajo de Cervantes. Pese a las muchas especulaciones al respecto, está absolutamente descartado el que Shakespeare y Cervantes se conocieran personalmente. Quizás sí que quepa la posibilidad de que entre ambos hubiera cierto sentimiento de admiración. Y con total seguridad se puede afirmar que ambos actores conocían de forma parcial el trabajo del otro. Tanto es así que se atribuye a Shakespeare la autoría de la obra Historia del loco Cardenio, o simplemente Cardenio, un personaje oriundo de Sierra Morena y mencionado en la primera parte de El Quijote y en torno al cual Shakespeare basó una obra que en su día fue llevada al teatro en varias ocasiones, pero cuyo contenido hoy se ignora, dado que los únicos textos escritos desaparecieron en un incendio del teatro en el que estaban depositadas. Casi murieron el mismo día, quizás la mayor leyenda en torno a las similitudes que unen a ambos personajes es la que afirma que murieron el mismo día. Pero habría que precisar que su muerte se produjo el mismo día, con diez días de diferencia. Cuando se elaboró el calendario romano se dotó al año de un total de 365 días, obviando el hecho de que la traslación de la tierra entorno al sol es ligeramente superior. Ese desfase llegó a ser notable tras el paso de los años, afectando gravemente a las cosechas, de modo que el Papa Gregorio XIII organizó un comité de sabios que propuso, entre otras medidas, saltarse diez días del calendario. “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, ellos dirán: Lo hicimos nosotros, Lao Tzu, filósofo chino”. Twitter @ArellanoRabiela

Cervantes y Shakespeare

Antonio Capilla hace un estudio muy interesante entre Cervantes y Shakespeare. Uno fue novelista y el otro dramaturgo; uno soldado, y el otro actor; el primero procedía de familia de doctores y juristas, el segundo de padres analfabetos. Las diferencias entre Cervantes y Shakespeare son innegables, pero al mismo tiempo se pueden destacar muchos puntos de conexión entre el manco de Lepanto y el bardo. No se conoce qué aspecto tenían Cervantes y Shakespeare, al pensar en su apariencia física, a todos nos viene a la mente un hombre de pelo cano, con una amplia frente y un pronunciado bigote en el caso de Cervantes, mientras que en el caso de Shakespeare el retrato es el de un personaje de pelo oscuro y rizado con un aro en el lóbulo izquierdo. Pero por muy populares que ambas imágenes sean, lo cierto es que, en ambos casos, éstas no son más que un acto de conjetura sobre el verdadero aspecto físico que ambos tenían. Pese a la celebridad que llegaron a tener, no se cuenta con ningún retrato contemporáneo, y aquellos que se han popularizado fueron realizados una vez habían muerto, basándose en información poco precisa y pudiendo darse el más que probable caso de que la imagen transmitida por generaciones tenga poco o nada que ver con la que en realidad ambos tenían. Inventores de las palabras y expresiones como referentes universales, se suele calificar a Cervantes y a Shakespeare como los padres y más importantes referentes para la lengua española y la inglesa, y dada la magnitud de su trabajo esta afirmación no resulta del todo exagerada. En el caso de Cervantes, su obra más famosa, Don Quijote de la Mancha, ha sido considerada como la primera novela moderna y uno de los mayores referentes para la literatura universal, siendo el libro más traducido sólo por detrás de la Biblia y que en su día influyó a toda la narrativa europea. En el caso de Shakespeare, llega incluso a marcar un antes y un después en la historia de la literatura inglesa, y se le atribuye la creación de hasta 1.700 términos y cientos de expresiones que revolucionaron el idioma. Ambos tienen una etapa de su vida desconocida, durante gran parte de su vida fueron celebridades, y su fama fue en aumento tras su muerte, pero existe en uno y otro un periodo de su vida que resulta totalmente desconocido y en la que prácticamente no hay datos registrados. En el caso de Cervantes, no se conoce con exactitud ni el día de su nacimiento ni el nivel de estudios que alcanzó. Más allá de esta primera fase, Miguel de Cervantes pasó 5 años de su vida como esclavo en Argelia, una etapa de la cual apenas trascienden una serie de informaciones poco precisas. En el caso de William Shakespeare, tampoco se sabe con certeza ni el día de su nacimiento ni a qué se dedicaba antes de su llegada a la capital inglesa. Mientras que algunos historiadores creen que su huida a Londres estaba motivada por una acusación de caza ilegal de ciervos, otros creen que lo hizo por motivos laborales, dado que su trabajo era el de cuidador de caballos de los dueños y actores de los teatros o que incluso se unió a una compañía a su paso por su lugar de nacimiento. Sus obras figuran entre las más representadas, si hubiera que realizar un top ten sobre las obras de teatro más representadas, sin lugar a dudas Shakespeare ocuparía las posiciones más destacadas. Hay consenso en destacar a Romeo y Julieta, Hamlet y El sueño de una noche de verano como las obras más reproducidas en todo el mundo, hasta el punto que se cree que estas obras se reproducen entre cuatro y seis veces diarias. En el caso de Cervantes, su obra Don Quijote es la que ocupa un lugar más que destacado en el mundo del cine. Shakespeare inspiró una de sus obras en el trabajo de Cervantes. Pese a las muchas especulaciones al respecto, está absolutamente descartado el que Shakespeare y Cervantes se conocieran personalmente. Quizás sí que quepa la posibilidad de que entre ambos hubiera cierto sentimiento de admiración. Y con total seguridad se puede afirmar que ambos actores conocían de forma parcial el trabajo del otro. Tanto es así que se atribuye a Shakespeare la autoría de la obra Historia del loco Cardenio, o simplemente Cardenio, un personaje oriundo de Sierra Morena y mencionado en la primera parte de El Quijote y en torno al cual Shakespeare basó una obra que en su día fue llevada al teatro en varias ocasiones, pero cuyo contenido hoy se ignora, dado que los únicos textos escritos desaparecieron en un incendio del teatro en el que estaban depositadas. Casi murieron el mismo día, quizás la mayor leyenda en torno a las similitudes que unen a ambos personajes es la que afirma que murieron el mismo día. Pero habría que precisar que su muerte se produjo el mismo día, con diez días de diferencia. Cuando se elaboró el calendario romano se dotó al año de un total de 365 días, obviando el hecho de que la traslación de la tierra entorno al sol es ligeramente superior. Ese desfase llegó a ser notable tras el paso de los años, afectando gravemente a las cosechas, de modo que el Papa Gregorio XIII organizó un comité de sabios que propuso, entre otras medidas, saltarse diez días del calendario. “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, ellos dirán: Lo hicimos nosotros, Lao Tzu, filósofo chino”. Twitter @ArellanoRabiela