/ jueves 12 de agosto de 2021

Ingenioso Hidalgo

Don Quijote en la poesía

Pedro C. Cerrillo Torremocha, de la Facultad de Educación y Humanidades de Cuenca de la Universidad de Castilla La Mancha, señala que Cervantes (1547-1616) no fue un hombre con suerte. Fue a triunfar como novelista, y no como poeta o como dramaturgo, que eran los géneros literarios que daban prestigio a un escritor en la Edad de Oro. Piénsese que los literatos que pertenecían a la nobleza o a la Iglesia, los dos estamentos sociales más poderosos, junto a la monarquía claro está-, de la España de aquellos años, no cultivaron la novela, un género todavía joven entonces. En la Edad de Oro, cualquier escritor que se preciara como hombre de letras, tenía la obligación de escribir poesía; de hecho, había géneros (el teatro siempre y algunas modalidades de novela, como la pastoril en los que el verso era parte sustancial de los mismos. Cervantes tuvo que emplearse en diversos quehaceres ajenos a la literatura, pues no podía vivir de su trabajo de escritor (en 1595 ganó un premio menor de poesía en la ciudad de Zaragoza: el galardón fueron dos cucharillas de plata. Malvendió sus primeras comedias y tuvo muchas dificultades para que sus poemas se publicaran). Sabido es que vagó por oficios diversos, visitó varias veces la prisión, tuvo problemas económicos importantes y pasó épocas de verdadera necesidad. Ni siquiera el éxito de la primera parte del Quijote (publicada hace cuatrocientos años, en 1605) le sacó de las estrecheces económicas; además, cuando aparece la famosa novela, Cervantes llevaba sin editar nada casi veinte años, desde La Galatea (1685) y tenía ya 58 años. Cervantes nació a finales del reinado de Carlos I, en plena época de expansión imperial de España, pero cuando publicó, en el año citado, la primera parte del Quijote, España había iniciado ya el declive de una política expansionista fracasada. En términos literarios, Cervantes nació en el Renacimiento y editó el Quijote en el Barroco. Si la literatura renacentista se caracterizó por la claridad y la armonía, la barroca fue exageración y estilización. Precisamente el Quijote es la asimilación de esas dos sensibilidades, representando la mejor síntesis de géneros, tendencias, estilos y, sobre todo, conceptos del mundo. En ello está, quizá, uno de los motivos esencial es de su grandeza. Aunque escribió poesía y teatro, fue en la novela donde Cervantes logró su único éxito en vida, el Quijote, precisamente y aun así, fue un éxito relativo, pues si bien la primera parte de la novela fue acogida por el público lector con general aceptación (el mismo año se hicieron seis ediciones más, y enseguida se editó también en Italia y en Bélgica), muchos escritores de la época la recibieron con irritación, envidia y un cierto rechazo, aunque reconociendo la importancia que tenía esa extraña novela: sirva como ejemplo la existencia de una carta de Lope de Vega, probablemente escrita a los pocos meses de la aparición del libro, en la que se refiere despectivamente a la novela cervantina.

En verso escribió sus diez obras de teatro más extensas, dos entremeses y numerosísimas composiciones, sueltas unas (publica das en cancioneros de la época), y esparcidas por sus novelas otras. El análisis de la poesía cervantina es un estupendo ejercicio didáctico para conocer y comprender la poesía que se hacía en España en aquellos años. Efectivamente, los estudiosos de Cervantes coinciden al afirmar que cultivó tanto la poesía tradicional como la italianizante, usando una considerable variedad de formas métricas: romances, villancicos o redondillas, en el primer caso; y tercetos, octavas reales, sextinas, verso libre y, sobre todo, sonetos, en el segundo caso. Otro asunto distinto es la valoración literaria que esos mismos estudiosos hacen de los versos del autor del Quijote: en una época en que España alumbró los mejores poetas de su historia, que terminaron siendo algunos de los mejores poetas de la literatura universal (Garcilaso, San Juan, Quevedo, Lope de Vega o Góngora), Cervantes se sintió inseguro componiendo versos, lo que, junto a su habitual capacidad para la autocrítica, le llevó a desacreditarse como poeta; en Viaje del Parnaso llegó a decir: “Yo que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta, la gracia que no quiso darme el cielo. ¿Cómo me he de quejar en mi dolencia, si el amo y escudero o mayordomo son tan rocines como Rocinante?.

Twitter @ArellanoRabiela

Don Quijote en la poesía

Pedro C. Cerrillo Torremocha, de la Facultad de Educación y Humanidades de Cuenca de la Universidad de Castilla La Mancha, señala que Cervantes (1547-1616) no fue un hombre con suerte. Fue a triunfar como novelista, y no como poeta o como dramaturgo, que eran los géneros literarios que daban prestigio a un escritor en la Edad de Oro. Piénsese que los literatos que pertenecían a la nobleza o a la Iglesia, los dos estamentos sociales más poderosos, junto a la monarquía claro está-, de la España de aquellos años, no cultivaron la novela, un género todavía joven entonces. En la Edad de Oro, cualquier escritor que se preciara como hombre de letras, tenía la obligación de escribir poesía; de hecho, había géneros (el teatro siempre y algunas modalidades de novela, como la pastoril en los que el verso era parte sustancial de los mismos. Cervantes tuvo que emplearse en diversos quehaceres ajenos a la literatura, pues no podía vivir de su trabajo de escritor (en 1595 ganó un premio menor de poesía en la ciudad de Zaragoza: el galardón fueron dos cucharillas de plata. Malvendió sus primeras comedias y tuvo muchas dificultades para que sus poemas se publicaran). Sabido es que vagó por oficios diversos, visitó varias veces la prisión, tuvo problemas económicos importantes y pasó épocas de verdadera necesidad. Ni siquiera el éxito de la primera parte del Quijote (publicada hace cuatrocientos años, en 1605) le sacó de las estrecheces económicas; además, cuando aparece la famosa novela, Cervantes llevaba sin editar nada casi veinte años, desde La Galatea (1685) y tenía ya 58 años. Cervantes nació a finales del reinado de Carlos I, en plena época de expansión imperial de España, pero cuando publicó, en el año citado, la primera parte del Quijote, España había iniciado ya el declive de una política expansionista fracasada. En términos literarios, Cervantes nació en el Renacimiento y editó el Quijote en el Barroco. Si la literatura renacentista se caracterizó por la claridad y la armonía, la barroca fue exageración y estilización. Precisamente el Quijote es la asimilación de esas dos sensibilidades, representando la mejor síntesis de géneros, tendencias, estilos y, sobre todo, conceptos del mundo. En ello está, quizá, uno de los motivos esencial es de su grandeza. Aunque escribió poesía y teatro, fue en la novela donde Cervantes logró su único éxito en vida, el Quijote, precisamente y aun así, fue un éxito relativo, pues si bien la primera parte de la novela fue acogida por el público lector con general aceptación (el mismo año se hicieron seis ediciones más, y enseguida se editó también en Italia y en Bélgica), muchos escritores de la época la recibieron con irritación, envidia y un cierto rechazo, aunque reconociendo la importancia que tenía esa extraña novela: sirva como ejemplo la existencia de una carta de Lope de Vega, probablemente escrita a los pocos meses de la aparición del libro, en la que se refiere despectivamente a la novela cervantina.

En verso escribió sus diez obras de teatro más extensas, dos entremeses y numerosísimas composiciones, sueltas unas (publica das en cancioneros de la época), y esparcidas por sus novelas otras. El análisis de la poesía cervantina es un estupendo ejercicio didáctico para conocer y comprender la poesía que se hacía en España en aquellos años. Efectivamente, los estudiosos de Cervantes coinciden al afirmar que cultivó tanto la poesía tradicional como la italianizante, usando una considerable variedad de formas métricas: romances, villancicos o redondillas, en el primer caso; y tercetos, octavas reales, sextinas, verso libre y, sobre todo, sonetos, en el segundo caso. Otro asunto distinto es la valoración literaria que esos mismos estudiosos hacen de los versos del autor del Quijote: en una época en que España alumbró los mejores poetas de su historia, que terminaron siendo algunos de los mejores poetas de la literatura universal (Garcilaso, San Juan, Quevedo, Lope de Vega o Góngora), Cervantes se sintió inseguro componiendo versos, lo que, junto a su habitual capacidad para la autocrítica, le llevó a desacreditarse como poeta; en Viaje del Parnaso llegó a decir: “Yo que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta, la gracia que no quiso darme el cielo. ¿Cómo me he de quejar en mi dolencia, si el amo y escudero o mayordomo son tan rocines como Rocinante?.

Twitter @ArellanoRabiela