/ viernes 30 de abril de 2021

¡La Divinidad en la Tierra, por Ellos y Para Ellos!

Se podrán decir muchas cosas acerca de la fecha conmemorativa del 30 de abril, pues mientras para unos es una fecha meramente comercial para otros es una fecha que a manera de recordatorio se conmemora aquellos seres colmados de la más alta divinidad en la tierra, los niños.

Es una condición deplorable que los mexicanos busquemos algún método extraordinario para celebrar y limar cierta culpabilidad por ser mala guía de aquellos que nos dan luz en nuestro día a día, celebrándolos, comprando suvenires, llevándolos a comer, consintiendo más de lo normal, etc., solo en un día especifico de todo el año. Pues más que celebración es de reflexión para mejorar el trato y educación hacia ellos, y dejar toda la cuestión material en un parámetro distinto de lo que realmente significa cada 30 de abril. Eso no exime que todas las muestras de afecto hacia ellos podrán ser bien recibidas.

El progreso de la sociedad sólo puede ser fomentado permanentemente mediante la utilización de su capacidad para la verdad y el amor de forma organizada hacia los niños. Las revoluciones o cualquier otra guerra son el resultado del fracaso de una buena regulación de crianza de los infantes. Una y otra vez hemos visto que los más altos movimientos de principios y reformas orientados a los niños pierden su ímpetu repentino y totalmente porque han perdido su más alto sentido de humanidad. Esto a nivel global y meramente genérico, en el núcleo de la sociedad (la familia), pasa exactamente lo mismo.

La familia, en base de las buenas decisiones, amor a la pareja y sobre todo amor al progreso, deciden traer un nuevo par de extremidades inferiores al planeta. Con ello, se propone un modo de integración propia a sus principios que se manifiesta por crianza a los niños; y, por otra parte, esta crianza es incompleta sin una educación efectiva. Esto no quiere decir que las parejas se erijan en centros educativos para niños, sino que potencian y eligen un modelo de educación muy personal. En otros términos, esta pareja quiere ser y se presenta como una referencia educativa, y muchas de ellas no saben que lo son. La explotación de esta dinámica, con la ayuda de un contexto favorable, como una sana convivencia en el entorno donde se desenvolverá este niño, lejos de la ociosidad, la inseguridad y mentadas de madre, será una muy buena implantación nacional, producto de la creación de un modelo educativo de amor de los padres.

Aquí radica la importancia de un buen aterrizaje hacia esta fecha tan especial para muchos de nosotros, no es tanto en si la celebración sino el firme compromiso que hemos adquirido sanamente y el obsequiar algún detalle no es sino el símbolo de dicho compromiso. Compromiso que se verá reflejado en los 364 días restantes del año y así cada 30 de abril ratificarlo con la salida a un sitio en especial, dado aquel juguete que siempre ha querido, invitándolo a comer a su lugar favorito, etc.

Y sobre todo recordar lo más importante, que el festejar a los hijos no excluye de ninguna manera al resto de los niños. Pues absolutamente todos reflejan el mismo ideal de ser feliz y simboliza la inocencia, la pureza, la esperanza, la vulnerabilidad. En medida que sea nuestro compromiso hacia ellos, será la medida del avance y el progreso del entorno local y global de nuestra especie. Las oportunidades que nos hemos ganado como adultos nos las fueron prestadas los niños, todo por ellos y para ellos.

Se podrán decir muchas cosas acerca de la fecha conmemorativa del 30 de abril, pues mientras para unos es una fecha meramente comercial para otros es una fecha que a manera de recordatorio se conmemora aquellos seres colmados de la más alta divinidad en la tierra, los niños.

Es una condición deplorable que los mexicanos busquemos algún método extraordinario para celebrar y limar cierta culpabilidad por ser mala guía de aquellos que nos dan luz en nuestro día a día, celebrándolos, comprando suvenires, llevándolos a comer, consintiendo más de lo normal, etc., solo en un día especifico de todo el año. Pues más que celebración es de reflexión para mejorar el trato y educación hacia ellos, y dejar toda la cuestión material en un parámetro distinto de lo que realmente significa cada 30 de abril. Eso no exime que todas las muestras de afecto hacia ellos podrán ser bien recibidas.

El progreso de la sociedad sólo puede ser fomentado permanentemente mediante la utilización de su capacidad para la verdad y el amor de forma organizada hacia los niños. Las revoluciones o cualquier otra guerra son el resultado del fracaso de una buena regulación de crianza de los infantes. Una y otra vez hemos visto que los más altos movimientos de principios y reformas orientados a los niños pierden su ímpetu repentino y totalmente porque han perdido su más alto sentido de humanidad. Esto a nivel global y meramente genérico, en el núcleo de la sociedad (la familia), pasa exactamente lo mismo.

La familia, en base de las buenas decisiones, amor a la pareja y sobre todo amor al progreso, deciden traer un nuevo par de extremidades inferiores al planeta. Con ello, se propone un modo de integración propia a sus principios que se manifiesta por crianza a los niños; y, por otra parte, esta crianza es incompleta sin una educación efectiva. Esto no quiere decir que las parejas se erijan en centros educativos para niños, sino que potencian y eligen un modelo de educación muy personal. En otros términos, esta pareja quiere ser y se presenta como una referencia educativa, y muchas de ellas no saben que lo son. La explotación de esta dinámica, con la ayuda de un contexto favorable, como una sana convivencia en el entorno donde se desenvolverá este niño, lejos de la ociosidad, la inseguridad y mentadas de madre, será una muy buena implantación nacional, producto de la creación de un modelo educativo de amor de los padres.

Aquí radica la importancia de un buen aterrizaje hacia esta fecha tan especial para muchos de nosotros, no es tanto en si la celebración sino el firme compromiso que hemos adquirido sanamente y el obsequiar algún detalle no es sino el símbolo de dicho compromiso. Compromiso que se verá reflejado en los 364 días restantes del año y así cada 30 de abril ratificarlo con la salida a un sitio en especial, dado aquel juguete que siempre ha querido, invitándolo a comer a su lugar favorito, etc.

Y sobre todo recordar lo más importante, que el festejar a los hijos no excluye de ninguna manera al resto de los niños. Pues absolutamente todos reflejan el mismo ideal de ser feliz y simboliza la inocencia, la pureza, la esperanza, la vulnerabilidad. En medida que sea nuestro compromiso hacia ellos, será la medida del avance y el progreso del entorno local y global de nuestra especie. Las oportunidades que nos hemos ganado como adultos nos las fueron prestadas los niños, todo por ellos y para ellos.