/ miércoles 20 de mayo de 2020

La Hoja de Ruta del País

Un elemento indispensable para planear todo en un país es tener certeza en la ruta político-económica que se va a adoptar. Sin certeza se le apuesta a lo desconocido y es propiamente como apostarle a la lotería o a cualquier juego de azar; si gano tengo buenos dividendos y si pierdo será poco o todo lo que arriesgué, pero este, no es el tipo de apuesta que hacen los grandes consorcios de inversores o los empresarios, incluso quienes queremos invertir en un pequeño negocio a mediano o largo plazo.

Las señales que ha venido enviando el Presidente de la República seguramente no han sido las mejores para atraer inversiones nacionales o extranjeras, pues ha quedado patente que el aparato oficial se retracta de autorizaciones obtenidas bajo normas jurídicas imperantes en una época y lugar determinado, por el simple hecho de llevar a cabo una consulta a mano alzada en una reunión política carente de autoridad y competencia para ejercer el poder público. Esto es propio de un estado antidemocrático apartado del principio de legalidad.

A lo largo de la campaña política que llevó a la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador, en forma reiterada ofertó a sus simpatizantes y a la ciudadanía en general entre otras muchas cosas mayor crecimiento económico, mayor seguridad, mejor y más oferta educativa, incrementar la inversión en salud, no aumentar los impuestos, reducción en el precio de la gasolina, combate a la corrupción y a la impunidad, respeto a los derechos humanos, entre otros postulados que integraban sus propuestas de campaña así como la de muchos otros candidatos. En ese momento, se apoyó en parámetros de medición aceptados por la ciencia económica y política, así señaló en forma reiterada los fracasos en que había incurrido el modelo neoliberal.

Al asumir el poder, el Presidente no solo protesto cumplir con la ley sino también impulsar un estado democrático, donde no solo la mayoría imponga su voluntad. Pero lamentablemente las diferencias han sido insalvables y poco a poco los actores políticos han escalado un nivel de enfrentamiento que radicaliza las posiciones políticas de quienes deben hacer una tarea de concertación y construcción de acuerdos.

Muy poco contribuye a esta tarea la posición de algunos de los aliados del Presidente, quienes han planteado iniciativas francamente antidemocráticas y en algunos casos cargadas de un significado autoritarismo, que solo consiguen confrontar más a la sociedad.

Nos encontramos en un momento de cambio de vida, donde requerimos apreciar hacia donde nos dirigimos, ya que la pandemia ha agudizado nuestras vulnerabilidades pero ha demostrado las fortalezas que aún nos quedan. No hay que ocultar la filosofía política sobre la cual gravita la verdadera arquitectura del tipo de estado que desea construir el Presidente, seguir actuando con poca claridad deja un mensaje confuso.

Si el estado debe tener más control sobre áreas estratégicas de la economía, hay que decirlo claramente. Si se van a aplicar políticas de redistribución de la riqueza hay que definirlas, ya que se puede llegar a considerar que la política será quitar a los que más tienen para dárselo a los que menos tienen. Aclarar como se conseguirán los recursos necesarios para ejecutar los programas estratégicos del Gobierno, pues no se pueden seguir sacrificando programas prioritarios.

Para finalizar, respecto a los índices de medición existe un refrán popular que el juicio de la historia tarde o temprano aplicará: “Con la vara que midas serás medido”. Y en este caso el Gobierno actual, no solo del Presidente, serán medidos bajo los mismos parámetros económicos y políticos con los cuales midieron a otros Gobiernos que los antecedieron. Esto es lo que permitirá escribir la verdadera historia del país, lo demás es y seguirá siendo especulación política transitoria.

El Gobierno nos debe su auténtica hoja de ruta, ya que los planes no han definido su estrategia real.

Correo electrónico: alejandro_lara_r@yahoo.com.mx

Un elemento indispensable para planear todo en un país es tener certeza en la ruta político-económica que se va a adoptar. Sin certeza se le apuesta a lo desconocido y es propiamente como apostarle a la lotería o a cualquier juego de azar; si gano tengo buenos dividendos y si pierdo será poco o todo lo que arriesgué, pero este, no es el tipo de apuesta que hacen los grandes consorcios de inversores o los empresarios, incluso quienes queremos invertir en un pequeño negocio a mediano o largo plazo.

Las señales que ha venido enviando el Presidente de la República seguramente no han sido las mejores para atraer inversiones nacionales o extranjeras, pues ha quedado patente que el aparato oficial se retracta de autorizaciones obtenidas bajo normas jurídicas imperantes en una época y lugar determinado, por el simple hecho de llevar a cabo una consulta a mano alzada en una reunión política carente de autoridad y competencia para ejercer el poder público. Esto es propio de un estado antidemocrático apartado del principio de legalidad.

A lo largo de la campaña política que llevó a la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador, en forma reiterada ofertó a sus simpatizantes y a la ciudadanía en general entre otras muchas cosas mayor crecimiento económico, mayor seguridad, mejor y más oferta educativa, incrementar la inversión en salud, no aumentar los impuestos, reducción en el precio de la gasolina, combate a la corrupción y a la impunidad, respeto a los derechos humanos, entre otros postulados que integraban sus propuestas de campaña así como la de muchos otros candidatos. En ese momento, se apoyó en parámetros de medición aceptados por la ciencia económica y política, así señaló en forma reiterada los fracasos en que había incurrido el modelo neoliberal.

Al asumir el poder, el Presidente no solo protesto cumplir con la ley sino también impulsar un estado democrático, donde no solo la mayoría imponga su voluntad. Pero lamentablemente las diferencias han sido insalvables y poco a poco los actores políticos han escalado un nivel de enfrentamiento que radicaliza las posiciones políticas de quienes deben hacer una tarea de concertación y construcción de acuerdos.

Muy poco contribuye a esta tarea la posición de algunos de los aliados del Presidente, quienes han planteado iniciativas francamente antidemocráticas y en algunos casos cargadas de un significado autoritarismo, que solo consiguen confrontar más a la sociedad.

Nos encontramos en un momento de cambio de vida, donde requerimos apreciar hacia donde nos dirigimos, ya que la pandemia ha agudizado nuestras vulnerabilidades pero ha demostrado las fortalezas que aún nos quedan. No hay que ocultar la filosofía política sobre la cual gravita la verdadera arquitectura del tipo de estado que desea construir el Presidente, seguir actuando con poca claridad deja un mensaje confuso.

Si el estado debe tener más control sobre áreas estratégicas de la economía, hay que decirlo claramente. Si se van a aplicar políticas de redistribución de la riqueza hay que definirlas, ya que se puede llegar a considerar que la política será quitar a los que más tienen para dárselo a los que menos tienen. Aclarar como se conseguirán los recursos necesarios para ejecutar los programas estratégicos del Gobierno, pues no se pueden seguir sacrificando programas prioritarios.

Para finalizar, respecto a los índices de medición existe un refrán popular que el juicio de la historia tarde o temprano aplicará: “Con la vara que midas serás medido”. Y en este caso el Gobierno actual, no solo del Presidente, serán medidos bajo los mismos parámetros económicos y políticos con los cuales midieron a otros Gobiernos que los antecedieron. Esto es lo que permitirá escribir la verdadera historia del país, lo demás es y seguirá siendo especulación política transitoria.

El Gobierno nos debe su auténtica hoja de ruta, ya que los planes no han definido su estrategia real.

Correo electrónico: alejandro_lara_r@yahoo.com.mx