/ domingo 22 de mayo de 2022

La Lealtad Del Ejército

“Personas incompetentes, aunque leales al régimen recibían ascensos y ocupaban cargos que no podían desempeñar” Ken Follet.

En afortunado encuentro con un libro de reciente edición que leía mi esposa, The Phylosophy of Loyalty “La filosofía de la lealdad” del autor Josiah Rotse afirma que la lealdad es una virtud elemental o primaria. La ubica en el centro de todas las virtudes y le llama el deber central entre todos los deberes.

En medio de un mundo de traiciones en la política, es interesante aplicar el principio del filósofo de la Universidad de Berkeley a la vida de conflictos de la época. Si bien la deslealtad y la ingratitud ha sido parte de la conducta humana de todos los tiempos, hay personas e instituciones en nuestro golpeado país que siguen preservando el carácter de ser leal al contrario a los llamados en el argot popular chapulines que por intereses de dinero y poder sin el mínimo de pudor y de plano con descarada desfachatez traicionan, no solo a personas o instituciones sino a la Patria aprovechando la ventaja de poder de ser escuchados para acusar a otros de traición que ellos mismos han realizado o están cometiendo.

La entidad ejemplo de observancia a sus deberes a que me refiero es el Ejército Mexicano y por extensión a las Fuerzas Armadas que dependen de la Secretaría de la Defensa Nacional en donde encaja la FAM y de la Secretaría de Marina. Institución castrense que exhibe el lema que cumple a cabal “Siempre Leales” desde su promulgación el 19 de febrero de 1913, poco después del recorrido que realizó el presidente Francisco I. Madero el día 9 del mismo mes del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional con escolta de cadetes del H. Colegio Militar conocido como Marcha de la Lealdad cuando alboreaba el golpe de Estado para derrocar al presidente Madero, conocido como la Decena Trágica.

109 años de vida institucional en cuyo pilar primordial se asienta la soberanía nacional.

Pilastra que poco a poco sufre más y más embates que debilitan el prestigio, la simpatía y el respeto que se ha ganado a pulso desde hace más de un siglo. Acometidas a su bien ganado prestigio que no son de poderío ni de ataques por deshonra al uniforme son, todo mudo lo sabe, por tareas encomendadas que sería inútil repetir que son órdenes desde la cúspide del poder, tareas y trabajos cuyo cumplimento corresponden a la sociedad civil.

Si hurgamos el fondo del porqué de la amenaza a la autoridad del Ejército y Marina (sin mar) la encontramos en la misma lealdad que deben y profesan los militares y marinos al jefe supremo del ejército y las Fuerzas armadas, el presiente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Incoherencia derivada del cumplimiento a la orden del mando superior.

Luego entonces, la discordancia no está en las clases, en los oficiales, en los jefes, en los generales de una dos y tres estrellas, ni en el único de cuatro, el secretario de la Defensa Nacional. Está en el que si tuviera que usar las insignias de la escala militar, tendría cinco estrellas en el uniforme, el presidente de la República.

Retomo a Royce que define la lealdad como principio moral básico del cual derivan todos los demás principios, para señalar que si la cabeza no aplica el principio “moral básico” repercutirá negativamente en la base de la pirámide que sostiene el poder público.

“Por eso estamos como estamos”, decir popular de hace algunos años.

flokay33@gmail.com

“Personas incompetentes, aunque leales al régimen recibían ascensos y ocupaban cargos que no podían desempeñar” Ken Follet.

En afortunado encuentro con un libro de reciente edición que leía mi esposa, The Phylosophy of Loyalty “La filosofía de la lealdad” del autor Josiah Rotse afirma que la lealdad es una virtud elemental o primaria. La ubica en el centro de todas las virtudes y le llama el deber central entre todos los deberes.

En medio de un mundo de traiciones en la política, es interesante aplicar el principio del filósofo de la Universidad de Berkeley a la vida de conflictos de la época. Si bien la deslealtad y la ingratitud ha sido parte de la conducta humana de todos los tiempos, hay personas e instituciones en nuestro golpeado país que siguen preservando el carácter de ser leal al contrario a los llamados en el argot popular chapulines que por intereses de dinero y poder sin el mínimo de pudor y de plano con descarada desfachatez traicionan, no solo a personas o instituciones sino a la Patria aprovechando la ventaja de poder de ser escuchados para acusar a otros de traición que ellos mismos han realizado o están cometiendo.

La entidad ejemplo de observancia a sus deberes a que me refiero es el Ejército Mexicano y por extensión a las Fuerzas Armadas que dependen de la Secretaría de la Defensa Nacional en donde encaja la FAM y de la Secretaría de Marina. Institución castrense que exhibe el lema que cumple a cabal “Siempre Leales” desde su promulgación el 19 de febrero de 1913, poco después del recorrido que realizó el presidente Francisco I. Madero el día 9 del mismo mes del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional con escolta de cadetes del H. Colegio Militar conocido como Marcha de la Lealdad cuando alboreaba el golpe de Estado para derrocar al presidente Madero, conocido como la Decena Trágica.

109 años de vida institucional en cuyo pilar primordial se asienta la soberanía nacional.

Pilastra que poco a poco sufre más y más embates que debilitan el prestigio, la simpatía y el respeto que se ha ganado a pulso desde hace más de un siglo. Acometidas a su bien ganado prestigio que no son de poderío ni de ataques por deshonra al uniforme son, todo mudo lo sabe, por tareas encomendadas que sería inútil repetir que son órdenes desde la cúspide del poder, tareas y trabajos cuyo cumplimento corresponden a la sociedad civil.

Si hurgamos el fondo del porqué de la amenaza a la autoridad del Ejército y Marina (sin mar) la encontramos en la misma lealdad que deben y profesan los militares y marinos al jefe supremo del ejército y las Fuerzas armadas, el presiente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Incoherencia derivada del cumplimiento a la orden del mando superior.

Luego entonces, la discordancia no está en las clases, en los oficiales, en los jefes, en los generales de una dos y tres estrellas, ni en el único de cuatro, el secretario de la Defensa Nacional. Está en el que si tuviera que usar las insignias de la escala militar, tendría cinco estrellas en el uniforme, el presidente de la República.

Retomo a Royce que define la lealdad como principio moral básico del cual derivan todos los demás principios, para señalar que si la cabeza no aplica el principio “moral básico” repercutirá negativamente en la base de la pirámide que sostiene el poder público.

“Por eso estamos como estamos”, decir popular de hace algunos años.

flokay33@gmail.com