“Nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo”, Charles Dickens.
Crece la ciencia y cada vez más nos valemos de la tecnología y menos del favor de nuestros semejantes. Se pierde aquello propio del humano que contribuye a mejorar la convivencia y fomentar la empatía. Si la máquina es una creación de la inteligencia para mejorar la calidad de vida, no significa que hagamos de lado la nobleza de los dones inmateriales: el amor, la amistad, la bondad y la confianza.
Las sociedades humanas son desiguales. Si somos privilegiados por haber tenido educación y adquirido destrezas para valernos por nosotros mismos, es entonces cuando no podemos olvidar que el mundo no es parejo, que hay muchos sin el privilegio que muchos poseemos. Si un individuo tiene definidos sus valores personales y actúa en coherencia con ellos, es una persona con estabilidad, capacidad y empatía, el valor de sentir la carencia o los sentimientos de frustración o dolor que otros están sintiendo. Esto es en mi concepto cualidades de quienes recurren a trabajar en equipo o individualmente a través de un Club de Leones. Un recurso para llegar con mayor eficacia a Servir a alguien para dotarlo habilidades para valerse por sí mismo.
El primer programa mundial de los Leones fue el combate a la ceguera impulsado en 1925 por Helen Keller, escritora, oradora, activista con pérdida total de la visión y la audición. Sirva de ejemplo la escuela de perros guía “Leader Dogs for the Blind” en Rochester Hills Michigan, fundada en 1939 por miembros del Club de Leones Charles Nutting, a donde hasta la fecha, solo de México se han capacitado cerca de 100 invidentes que regresaron después de cuatro semanas de adiestramiento con un perro seleccionado que les ha cambiado la vida sin ningún costo para ellos.
Otra muestra es el programa de la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas, (OEPA siglas en inglés), una iniciativa del ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter por medio del “Centro Carter” de Atlanta, en colaboración con la Universidad Emory, asesoramiento de la OMS, de voluntarios, fondos propios y de varias instituciones, sobresaliendo la Fundación Internacional de Clubes de Leones que después de 30 años ha logrado erradicar la ceguera de los ríos en 11 de los 13 focos que había en nuestro continente, entre ellos tres de México (Alto Papaloapan Oax., Altos de Chiapas y en el Soconusco del mismo Estado) así también en las áreas endémicas de Guatemala, Colombia, Ecuador y dos focos en Venezuela, faltando dos áreas colindantes entre Brasil y Venezuela en la agreste sierra de Parima, hábitat de los indios Yanomamis donde están concentradas las acciones. Sin olvidar los grandes retos en África sub ecuatorial.
El honor de pertenecer a la Asociación Internacional de Clubes de Leones fundada hace 105 años por nuestro egregio inspirador Melvin Jones, impulsa al poderoso principio de unión y conexión con los Leones de 200 países y regiones del mundo. Compartir experiencias como acaba de suceder en la Convención Nacional que terminó ayer, donde reinó la alegría y el compañerismo para después hacerlo con los Leones de todo el mundo en la bella ciudad de Montreal, Canadá.
Para mí, nuestro lema “Nosotros Servimos” significa acoger la sed de justicia y de esperanza y buscar juntos los caminos de la libertad y de la Paz.
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