/ lunes 25 de julio de 2022

No hay Quinto Malo

Dice un dicho popular que no hay quinto malo, o sea, que lo mejor viene casi hasta el final.

Esta interpretación tiene su origen en las fiestas taurinas españolas, en las que antiguamente eran los ganaderos quienes decidían el orden de los toros en la jornada. Siendo así, dejaban a sus ejemplares más destacados en el quinto lugar, por lo que se esperaba que lo mejor del espectáculo se diera en ese momento.

Pero no voy a hablar de toros, menos ahora que la 4T los quiere desaparecer, lo cual, por cierto, me tiene sin cuidado, aunque mi abuelo paterno “El Rey Dormido”, fue un conocido torero en sus mocedades. Creo, sin equivocarme, que gracias a la abuela y sus rezos, nadie de su descendencia se interesó por la fiesta brava. Afortunadamente, cuando a mi abuelo lo cogió un toro y le arrancó un testículo, ya tenía a sus 5 hijos, y todavía chiclán logró engendrar otras 2 niñas que no sobrevivieron. Ya luego se dedicó mejor al ferrocarril, que implicaba menor riesgo.

Hoy hablaré de la quita ola del COVID, que como las 4 previas, ni pudo ser evitada, mucho menos contenida, lo que deja muy mal parados a los servicios de medicina preventiva y epidemiología del país.

No me di cuenta del tamaño del problema hasta que me volví a enfermar por segunda ocasión.

Mi esposa tiene 27 semanas de embarazo y hace 15 días nos pusieron en contacto en el hospital de subzona 13 del IMSS Acámbaro, con un paciente positivo a COVID. En previsión de no llevar el contagio a casa, me realice la prueba en el módulo respiratoria la cual fue negativa.

Realmente no tenía síntomas, pero 7 días después comencé a sentirme mal, y cuando regresé al módulo respiratorio, tuve el infortunio de encontrarme con “los peces gato” de la supervisión delegacional y su “plecostomus” (un tipo de pez que al igual que los peces gato, se comen la caca de las peceras), el director del hospital quienes dieron la orden de que no se me realizará la prueba porque el manual operativo ¿¿?? así lo indicaba. Por la situación de gravidez de mi esposa, fui a un laboratorio privado donde mi prueba salió positiva, con la cual en mi sindicato me tramitaron la respectiva incapacidad para poderme aislar.

Esto no es una queja, es una prueba de la estulticia y la indolencia con la cual continúan actuando las autoridades solo para mantener sus indicadores maquillados. Se espera que un trabajador contagiado infecte por lo menos a 9 más. Eso no les interesa, solo los números, porque ellos trabajan con estadísticas, no con seres humanos.

Si alguien tenía dudas y se preguntaba el porqué en México se esparce tan rápido la enfermedad cada vez que se viene una nueva oleada de la pandemia, que busque en las autoridades las respuestas. Como mi caso hay cientos de miles, por lo que alcanzó tan rápido su pico está quinta ola. Gracias a mi sindicato pude aislarme los días de mayor contagio.

Únicamente me quedó pendiente una visita al urólogo, por unas ligeras escoriaciones que me dejaron los “peces gato” y el “plecostomus” cercanas al prepucio y que se me quieren enconar.

Yo hablaba ya del mundo post COVID, de la Guerra en Ucrania y sus riesgos de extenderse.

Ahora sé que lo peor de la pandemia todavía está por venir, y tenemos, como Ucrania, ya que salió al tema, las autoridades más incompetentes para enfrentar al respectivo enemigo.

Dice un dicho popular que no hay quinto malo, o sea, que lo mejor viene casi hasta el final.

Esta interpretación tiene su origen en las fiestas taurinas españolas, en las que antiguamente eran los ganaderos quienes decidían el orden de los toros en la jornada. Siendo así, dejaban a sus ejemplares más destacados en el quinto lugar, por lo que se esperaba que lo mejor del espectáculo se diera en ese momento.

Pero no voy a hablar de toros, menos ahora que la 4T los quiere desaparecer, lo cual, por cierto, me tiene sin cuidado, aunque mi abuelo paterno “El Rey Dormido”, fue un conocido torero en sus mocedades. Creo, sin equivocarme, que gracias a la abuela y sus rezos, nadie de su descendencia se interesó por la fiesta brava. Afortunadamente, cuando a mi abuelo lo cogió un toro y le arrancó un testículo, ya tenía a sus 5 hijos, y todavía chiclán logró engendrar otras 2 niñas que no sobrevivieron. Ya luego se dedicó mejor al ferrocarril, que implicaba menor riesgo.

Hoy hablaré de la quita ola del COVID, que como las 4 previas, ni pudo ser evitada, mucho menos contenida, lo que deja muy mal parados a los servicios de medicina preventiva y epidemiología del país.

No me di cuenta del tamaño del problema hasta que me volví a enfermar por segunda ocasión.

Mi esposa tiene 27 semanas de embarazo y hace 15 días nos pusieron en contacto en el hospital de subzona 13 del IMSS Acámbaro, con un paciente positivo a COVID. En previsión de no llevar el contagio a casa, me realice la prueba en el módulo respiratoria la cual fue negativa.

Realmente no tenía síntomas, pero 7 días después comencé a sentirme mal, y cuando regresé al módulo respiratorio, tuve el infortunio de encontrarme con “los peces gato” de la supervisión delegacional y su “plecostomus” (un tipo de pez que al igual que los peces gato, se comen la caca de las peceras), el director del hospital quienes dieron la orden de que no se me realizará la prueba porque el manual operativo ¿¿?? así lo indicaba. Por la situación de gravidez de mi esposa, fui a un laboratorio privado donde mi prueba salió positiva, con la cual en mi sindicato me tramitaron la respectiva incapacidad para poderme aislar.

Esto no es una queja, es una prueba de la estulticia y la indolencia con la cual continúan actuando las autoridades solo para mantener sus indicadores maquillados. Se espera que un trabajador contagiado infecte por lo menos a 9 más. Eso no les interesa, solo los números, porque ellos trabajan con estadísticas, no con seres humanos.

Si alguien tenía dudas y se preguntaba el porqué en México se esparce tan rápido la enfermedad cada vez que se viene una nueva oleada de la pandemia, que busque en las autoridades las respuestas. Como mi caso hay cientos de miles, por lo que alcanzó tan rápido su pico está quinta ola. Gracias a mi sindicato pude aislarme los días de mayor contagio.

Únicamente me quedó pendiente una visita al urólogo, por unas ligeras escoriaciones que me dejaron los “peces gato” y el “plecostomus” cercanas al prepucio y que se me quieren enconar.

Yo hablaba ya del mundo post COVID, de la Guerra en Ucrania y sus riesgos de extenderse.

Ahora sé que lo peor de la pandemia todavía está por venir, y tenemos, como Ucrania, ya que salió al tema, las autoridades más incompetentes para enfrentar al respectivo enemigo.

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