/ martes 23 de abril de 2019

Notre Dame

En el albor de la semana pasada atardecimos con una terrible noticia: el fuego consumía el techo de la catedral parisina de Notre Dame. Paradójico accidente, pues se estaban realizando trabajos de restauración y mantenimiento; las buenas intenciones del ser humano convertidas en acciones que causaron el siniestro. La icónica edificación se construyó hace siglos (en los años 1100), tardando dos en terminarlo (hasta los años 1300); sobrevivió, entre otras desgracias, dos guerras mundiales el siglo pasado y una revolución (1789) que grosso modo derivó en el actual pensamiento político, de ahí que se diga que la catedral, en tanto monumento francés y del mundo occidental, es emblema de conocimiento.

Los espectadores observábamos atónitos y estupefactos cómo el fuego consumía paulatinamente la más alta estructura metálica y el gallo que en su cúspide se postraba, hasta caer; también estábamos pendientes de las reliquias celosamente resguardadas en su interior: la corona de espinas y uno de los clavos presuntamente usados por Cristo -cuya crucifixión, muerte y resurrección conmemoramos, precisamente, la semana en que ocurrió el incendio en comento- así como la vestimenta de San Luis. Afortunadamente las tres fueron rescatadas.

El siniestro impactó al mundo occidental hasta su conmoción, debido al valor otorgado al templo parisino, devenido a monumento. ¿Quién o qué determina el valor otorgado a las cosas? La axiología, disciplina filosófica cuyo objeto de estudio son los valores; sugiere que la racionalidad humana, tanto en lo individual como el lo colectivo, lo determinan.

El templo de nuestra señora de Notre Dame fue fuente de inspiración de Víctor Hugo, quien en él se inspiró para escribir su novela homónima, cuyo protagonista es Quasimodo, el joven jorobado que se enamoró de una mujer bella. Tal libro ha sido adaptado, incluso, por Walt Disney para hacer una película eminentemente infantil (el tema musical principal, Sueña, fue cantado por el artista mexicano Luis Miguel). El jorobado y el amor entre personas, en apariencia, diferentes). En Los miserables, del propio autor, también se menciona la catedral. Con estas obras, fue inmortalizada en la literatura.

La valía, pues, de la catedral de Notre Dame obedece a que se trata de un referente histórico, cultural, arquitectónico, literario, social, religioso, etc. No olvidar, asimismo, que en su interior se nombró emperador Napoleón, o que se suicidó María Antonieta.

El presidente francés, Macron, estimó que la restauración del siniestro ocurrido durante su restauración, demorará cinco años; ya se prepara la colecta correspondiente en la que participará la actriz mexicana Salma Hayek y su marido galo.

No deja de llamar mi atención que la destrucción de la naturaleza y la cultura tienen diferentes efectos en la comunidad internacional, pues el mismo día del incendio en Notre Dame, se incendió parte del ecosistema natural mexicano, concretamente campechano. La reacción fue distinta. Tanto la catedral como el ecosistema en cuestión representa nuestro presente, aquella combinada con nuestro pasado, éste con nuestro futuro. El ser humano pondera con mucho valor sus propias creaciones, quizás por tal razón lamentó más el fuego ocurrido en París que el propagado en México; de ahí la importancia de proteger de la misma manera y con la misma intensidad tanto la naturaleza como la cultura.

En el albor de la semana pasada atardecimos con una terrible noticia: el fuego consumía el techo de la catedral parisina de Notre Dame. Paradójico accidente, pues se estaban realizando trabajos de restauración y mantenimiento; las buenas intenciones del ser humano convertidas en acciones que causaron el siniestro. La icónica edificación se construyó hace siglos (en los años 1100), tardando dos en terminarlo (hasta los años 1300); sobrevivió, entre otras desgracias, dos guerras mundiales el siglo pasado y una revolución (1789) que grosso modo derivó en el actual pensamiento político, de ahí que se diga que la catedral, en tanto monumento francés y del mundo occidental, es emblema de conocimiento.

Los espectadores observábamos atónitos y estupefactos cómo el fuego consumía paulatinamente la más alta estructura metálica y el gallo que en su cúspide se postraba, hasta caer; también estábamos pendientes de las reliquias celosamente resguardadas en su interior: la corona de espinas y uno de los clavos presuntamente usados por Cristo -cuya crucifixión, muerte y resurrección conmemoramos, precisamente, la semana en que ocurrió el incendio en comento- así como la vestimenta de San Luis. Afortunadamente las tres fueron rescatadas.

El siniestro impactó al mundo occidental hasta su conmoción, debido al valor otorgado al templo parisino, devenido a monumento. ¿Quién o qué determina el valor otorgado a las cosas? La axiología, disciplina filosófica cuyo objeto de estudio son los valores; sugiere que la racionalidad humana, tanto en lo individual como el lo colectivo, lo determinan.

El templo de nuestra señora de Notre Dame fue fuente de inspiración de Víctor Hugo, quien en él se inspiró para escribir su novela homónima, cuyo protagonista es Quasimodo, el joven jorobado que se enamoró de una mujer bella. Tal libro ha sido adaptado, incluso, por Walt Disney para hacer una película eminentemente infantil (el tema musical principal, Sueña, fue cantado por el artista mexicano Luis Miguel). El jorobado y el amor entre personas, en apariencia, diferentes). En Los miserables, del propio autor, también se menciona la catedral. Con estas obras, fue inmortalizada en la literatura.

La valía, pues, de la catedral de Notre Dame obedece a que se trata de un referente histórico, cultural, arquitectónico, literario, social, religioso, etc. No olvidar, asimismo, que en su interior se nombró emperador Napoleón, o que se suicidó María Antonieta.

El presidente francés, Macron, estimó que la restauración del siniestro ocurrido durante su restauración, demorará cinco años; ya se prepara la colecta correspondiente en la que participará la actriz mexicana Salma Hayek y su marido galo.

No deja de llamar mi atención que la destrucción de la naturaleza y la cultura tienen diferentes efectos en la comunidad internacional, pues el mismo día del incendio en Notre Dame, se incendió parte del ecosistema natural mexicano, concretamente campechano. La reacción fue distinta. Tanto la catedral como el ecosistema en cuestión representa nuestro presente, aquella combinada con nuestro pasado, éste con nuestro futuro. El ser humano pondera con mucho valor sus propias creaciones, quizás por tal razón lamentó más el fuego ocurrido en París que el propagado en México; de ahí la importancia de proteger de la misma manera y con la misma intensidad tanto la naturaleza como la cultura.