/ lunes 3 de diciembre de 2018

Nouveau Régime

Once reformas estructurales del Estado mexicano, impensables en la primera década del siglo, fueron insuficientes para impedir que un proyecto de nación distinto, un nuevo régimen, terminara de instaurarse el pasado sábado uno de diciembre, con la toma de protesta del Lic. Andrés Manuel López Obrador ante el Congreso de la Unión y buena parte de representantes de la comunidad internacional. Las reformas estructurales en mención no dieron los resultados esperados, más aún, los empeoraron, pues el litro de gasolina se duplicó y el valor del peso frente al dólar decreció considerablemente (35% aproximadamente, por citar solo un par de ejemplos).

Nuevas formas y nuevo fondo. El diputado Gerardo Fernández Noroña fue parte de la comisión de cortesía que recibió al Lic. Enrique Peña Nieto en las puertas del recinto legislativo, minutos antes del acto protocolario de la transmisión de la banda presidencial. Todo era tersura, todo civilidad, todo cortesía y buen entendimiento.

Día cargado de simbolismos. El Presidente de México llegó a la Cámara de Diputados en su sencillo y austero automóvil particular, se estacionó frente al recinto y entró por la puerta principal (otrora impensable), entre algarabía y regocijo de los electores. En ese momento, la (en otro momento) Residencia Oficial de Los Pinos, ya estaba siendo visitada por miles de particulares. Nada casual que el presidente, al rendir protesta, se haya desviado un poco del texto constitucional (artículo 87, párrafo primero) añadiendo, al decir que el pueblo le había conferido el cargo de Presidente de la República «de manera democrática» (la norma dice: «(…) desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido…»); con ello, enfatizó la legitimidad con que ostenta el cargo, el gran respaldo popular con que cuenta, situación ajena en sus predecesores. Tras él, custodiándolos, tres cadetes del Heroico Colegio Militar, dos hombres y una mujer, en lugar de personal adscrito al -extinto- Estado Mayor Presidencial.

Parte de la oposición interrumpió, con protestas, el mensaje del presidente, mismas que fueron rápidamente mermadas por diputados pertenecientes al movimiento de la Cuarta Transformación (4T) y apoyados, con argumentos, por el propio presidente.

Atrás quedaron los mensajes a la nación dirigidos a un grupo pequeño (que cabía en el Auditorio Nacional o en el Palacio Nacional) televisado, pues ahora el presidente sí puede emitirlos tanto en la sede del Poder Legislativo (donde debe ser) como en la plaza pública. Por eso, por la tarde, el presidente agradeció al pueblo y a él se dirigió, luego de recibir el Bastón de Mando por parte de la comunidad indígena nacional, hecho inédito que cambia la forma de actuar del gobierno, quien ahora los visibiliza ante el mundo. Entre aplausos, lágrimas de felicidad y vítores, pues, arribó el presidente al templete puesto en la Plaza de la Constitución, pletórica de gente y desbordante de felicidad, pues no quiso dirigirse al pueblo desde uno de los balcones del Palacio Nacional. El mensaje, conciliador, eminentemente nacionalista, llamando a la unidad y enfatizando tres prioridades: pacificación del país, austeridad republicana y combate a la corrupción.

El festejo comenzó y el presidente se fue a descansar a su domicilio particular, donde vivirá hasta que su hijo menor termine su instrucción primaria. Al día siguiente viajó, en gira de trabajo, a Veracruz, y lo hizo en avión comercial.

Se estrenó una nueva imagen gráfica del gobierno federal (que ahora dice «GOBIERNO DE MÉXICO»), eminentemente nacionalista, con el retrato de Juárez al centro, escoltado por Morelos e Hidalgo a la izquierda y Madero y Cárdenas a la derecha (siempre de quien la observa). Corresponde a cada persona interpretar los símbolos dados.

AMLO ya gobierna. La esperanza de que la 4T se haga realidad está vigente. Depende de cada ciudadano que así sea, Presidente de México incluido.


Once reformas estructurales del Estado mexicano, impensables en la primera década del siglo, fueron insuficientes para impedir que un proyecto de nación distinto, un nuevo régimen, terminara de instaurarse el pasado sábado uno de diciembre, con la toma de protesta del Lic. Andrés Manuel López Obrador ante el Congreso de la Unión y buena parte de representantes de la comunidad internacional. Las reformas estructurales en mención no dieron los resultados esperados, más aún, los empeoraron, pues el litro de gasolina se duplicó y el valor del peso frente al dólar decreció considerablemente (35% aproximadamente, por citar solo un par de ejemplos).

Nuevas formas y nuevo fondo. El diputado Gerardo Fernández Noroña fue parte de la comisión de cortesía que recibió al Lic. Enrique Peña Nieto en las puertas del recinto legislativo, minutos antes del acto protocolario de la transmisión de la banda presidencial. Todo era tersura, todo civilidad, todo cortesía y buen entendimiento.

Día cargado de simbolismos. El Presidente de México llegó a la Cámara de Diputados en su sencillo y austero automóvil particular, se estacionó frente al recinto y entró por la puerta principal (otrora impensable), entre algarabía y regocijo de los electores. En ese momento, la (en otro momento) Residencia Oficial de Los Pinos, ya estaba siendo visitada por miles de particulares. Nada casual que el presidente, al rendir protesta, se haya desviado un poco del texto constitucional (artículo 87, párrafo primero) añadiendo, al decir que el pueblo le había conferido el cargo de Presidente de la República «de manera democrática» (la norma dice: «(…) desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido…»); con ello, enfatizó la legitimidad con que ostenta el cargo, el gran respaldo popular con que cuenta, situación ajena en sus predecesores. Tras él, custodiándolos, tres cadetes del Heroico Colegio Militar, dos hombres y una mujer, en lugar de personal adscrito al -extinto- Estado Mayor Presidencial.

Parte de la oposición interrumpió, con protestas, el mensaje del presidente, mismas que fueron rápidamente mermadas por diputados pertenecientes al movimiento de la Cuarta Transformación (4T) y apoyados, con argumentos, por el propio presidente.

Atrás quedaron los mensajes a la nación dirigidos a un grupo pequeño (que cabía en el Auditorio Nacional o en el Palacio Nacional) televisado, pues ahora el presidente sí puede emitirlos tanto en la sede del Poder Legislativo (donde debe ser) como en la plaza pública. Por eso, por la tarde, el presidente agradeció al pueblo y a él se dirigió, luego de recibir el Bastón de Mando por parte de la comunidad indígena nacional, hecho inédito que cambia la forma de actuar del gobierno, quien ahora los visibiliza ante el mundo. Entre aplausos, lágrimas de felicidad y vítores, pues, arribó el presidente al templete puesto en la Plaza de la Constitución, pletórica de gente y desbordante de felicidad, pues no quiso dirigirse al pueblo desde uno de los balcones del Palacio Nacional. El mensaje, conciliador, eminentemente nacionalista, llamando a la unidad y enfatizando tres prioridades: pacificación del país, austeridad republicana y combate a la corrupción.

El festejo comenzó y el presidente se fue a descansar a su domicilio particular, donde vivirá hasta que su hijo menor termine su instrucción primaria. Al día siguiente viajó, en gira de trabajo, a Veracruz, y lo hizo en avión comercial.

Se estrenó una nueva imagen gráfica del gobierno federal (que ahora dice «GOBIERNO DE MÉXICO»), eminentemente nacionalista, con el retrato de Juárez al centro, escoltado por Morelos e Hidalgo a la izquierda y Madero y Cárdenas a la derecha (siempre de quien la observa). Corresponde a cada persona interpretar los símbolos dados.

AMLO ya gobierna. La esperanza de que la 4T se haga realidad está vigente. Depende de cada ciudadano que así sea, Presidente de México incluido.