/ jueves 18 de octubre de 2018

NUEVA ORLEANS

Así pues, ayer Canadá se convirtió en el segundo país del mundo, y la primera economía de peso en el planeta al no sólo descriminalizar el consumo de la marihuana, sino de regularizar su producción, comercialización y consumo a lo largo y ancho del país.

Así, la hierba que fuera conocida como “cannabis” (por su nombre científico) en otras partes del mundo, pero que popularizó su mariguano y mexicano nombre durante la alta demanda desde los sesentas por el país más consumista del globo terráqueo desde entonces –la USA-, podrá pronto ser solicitada en cualquier parte del mundo como si se pidiera un taco de guacamole (palabras mexicanas también mundialmente reconocidas).

Aclaro, antes se seguir “tomando partido” en estas líneas, que pese a mi naturaleza adictiva, la marihuana no es una de mis afecciones, más el impacto general que tendría su pronta legalización en los dos países que me han visto crecer no desempatan con las consecuencias de salud, sociales, políticas, religiosas y personales, con el bagaje que cargamos en ambos lados del rio Bravo al mantener esa y otras drogas de forma ilegal dándole así al narcotráfico las ganancias que les permiten seguir operando literalmente “a diestra y siniestra”

La legalización tan sólo de la marihuana hasta hace un par de décadas, hubiera sido un golpe letal a la economía de los carteles de droga, que dependía entonces de la hierba verde hasta casi en un cuarenta por ciento de sus ingresos. Hoy, los mismos se han diversificado con el resurgimiento el consumo de la heroína en Estados Unidos, el sólido mercado de la cocaína y las drogas sintéticas, y la mafia de la extorsión y el secuestro dentro de mi México lindo y querido. Entonces, un golpe del cuarenta por ciento al negocio del narco, como a cualquier negocio, hubiese quizás dado la oportunidad para comenzar de verdad una “guerra ganable” contra los carteles; sin embargo no fue así, más si hoy no sólo se explora la opción de la marihuana, sino también de la cocaína, quizás el estado mexicano tenga una oportunidad real de dar una lucha ganable en contra del mal que tiene secuestrado al país.

La tarea no es fácil, y Canadá lo está viviendo, entre los muchos detalles globales, de impuestos, de comercio interior y exterior (dada su ilegalidad en casi el resto del mundo), están los “pequeños detalles” como la criminalización de delitos cometidos como consecuencia de la influencia de las drogas, la valoración del estado de inestabilidad para manejar un vehículo, el chequeo de un trabajador antes de comenzar su jornada laboral o al regresar de su descanso. Los impactos que trajeran el uso en los menores de edad.

Todas son problemáticas con las que se ha lidiado con el consumo del alcohol y el tabaco, que han demostrado ser armas mucho más letales para la salud personal y social de lo que pudiera ser la marihuana y de que, quizás, podría ser la cocaína; drogas que hasta hace un centenario eran legales prácticamente el todo el planeta.

Canadá, nuestro aun socio comercial ya tomó el paso; no es un “quizás”, es una realidad, casi una tercera parte de los estados de la Unión Americana lo permiten también cuando se refiere a la cannabis; está en México dar el siguiente paso y dar un golpe letal a su mayor enemigo, la violencia, e innovar con la legalización de la hierba verde y la cocaína; dejar así que los países vecinos del norte se preocupen más por la producción y trasiego de drogas sintéticas que cada vez son más y más producidas “localmente” y dedicarnos como mexicanos a combatir a las organizaciones criminales en el país; que no nos ganen en cuestión de las ganancias del “todo-poderoso” dólar que hoy lo alimenta, y rompiendo la espina vertebral de sus operaciones, que es el trafico al Norte.

Una vez más, gobiernos entrantes, está en sus manos, y así los hacemos responsables.

luisesparz@gmail.com


Así pues, ayer Canadá se convirtió en el segundo país del mundo, y la primera economía de peso en el planeta al no sólo descriminalizar el consumo de la marihuana, sino de regularizar su producción, comercialización y consumo a lo largo y ancho del país.

Así, la hierba que fuera conocida como “cannabis” (por su nombre científico) en otras partes del mundo, pero que popularizó su mariguano y mexicano nombre durante la alta demanda desde los sesentas por el país más consumista del globo terráqueo desde entonces –la USA-, podrá pronto ser solicitada en cualquier parte del mundo como si se pidiera un taco de guacamole (palabras mexicanas también mundialmente reconocidas).

Aclaro, antes se seguir “tomando partido” en estas líneas, que pese a mi naturaleza adictiva, la marihuana no es una de mis afecciones, más el impacto general que tendría su pronta legalización en los dos países que me han visto crecer no desempatan con las consecuencias de salud, sociales, políticas, religiosas y personales, con el bagaje que cargamos en ambos lados del rio Bravo al mantener esa y otras drogas de forma ilegal dándole así al narcotráfico las ganancias que les permiten seguir operando literalmente “a diestra y siniestra”

La legalización tan sólo de la marihuana hasta hace un par de décadas, hubiera sido un golpe letal a la economía de los carteles de droga, que dependía entonces de la hierba verde hasta casi en un cuarenta por ciento de sus ingresos. Hoy, los mismos se han diversificado con el resurgimiento el consumo de la heroína en Estados Unidos, el sólido mercado de la cocaína y las drogas sintéticas, y la mafia de la extorsión y el secuestro dentro de mi México lindo y querido. Entonces, un golpe del cuarenta por ciento al negocio del narco, como a cualquier negocio, hubiese quizás dado la oportunidad para comenzar de verdad una “guerra ganable” contra los carteles; sin embargo no fue así, más si hoy no sólo se explora la opción de la marihuana, sino también de la cocaína, quizás el estado mexicano tenga una oportunidad real de dar una lucha ganable en contra del mal que tiene secuestrado al país.

La tarea no es fácil, y Canadá lo está viviendo, entre los muchos detalles globales, de impuestos, de comercio interior y exterior (dada su ilegalidad en casi el resto del mundo), están los “pequeños detalles” como la criminalización de delitos cometidos como consecuencia de la influencia de las drogas, la valoración del estado de inestabilidad para manejar un vehículo, el chequeo de un trabajador antes de comenzar su jornada laboral o al regresar de su descanso. Los impactos que trajeran el uso en los menores de edad.

Todas son problemáticas con las que se ha lidiado con el consumo del alcohol y el tabaco, que han demostrado ser armas mucho más letales para la salud personal y social de lo que pudiera ser la marihuana y de que, quizás, podría ser la cocaína; drogas que hasta hace un centenario eran legales prácticamente el todo el planeta.

Canadá, nuestro aun socio comercial ya tomó el paso; no es un “quizás”, es una realidad, casi una tercera parte de los estados de la Unión Americana lo permiten también cuando se refiere a la cannabis; está en México dar el siguiente paso y dar un golpe letal a su mayor enemigo, la violencia, e innovar con la legalización de la hierba verde y la cocaína; dejar así que los países vecinos del norte se preocupen más por la producción y trasiego de drogas sintéticas que cada vez son más y más producidas “localmente” y dedicarnos como mexicanos a combatir a las organizaciones criminales en el país; que no nos ganen en cuestión de las ganancias del “todo-poderoso” dólar que hoy lo alimenta, y rompiendo la espina vertebral de sus operaciones, que es el trafico al Norte.

Una vez más, gobiernos entrantes, está en sus manos, y así los hacemos responsables.

luisesparz@gmail.com


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