/ viernes 18 de enero de 2019

Nueva Orleans

En México como en el mundo, cuando se trata de poder, de política y de dólares, la mayoría de los ciudadanos nos quedamos “a medias” con la información y la mal información; y es que a veces son tan fantásticas las razones y explicaciones que nos dan los gobernantes, como las de las “teorías de conspiración” que concluimos los incrédulos ciudadanos. Para ejemplo nos sobran los “botones” en nuestra historia… Que si el tesoro de Moctezuma… Que si la Malinche y Cortés… Que si Allende (que por cierto conmemora su 250 Aniversario de nacido el próximo lunes) e Hidalgo no buscaban Independencia de España cuando se levantaron al grito de “Viva Fernando VII”… Que si Santa Anna era “Su Alteza Serenísima”… Que si Juárez y la masonería… Que si Porfirio Díaz se levantaba en armas bajo el lema de “No reelección”… Que si al presidente Alemán le decían “¿Qué toca hoy señor presidente, viaje o vieja”… Que si la orden de la masacre de Tlatelolco fue emitida por Echeverría o por Díaz Ordaz… Que si las “expropiaciones” luego “privatizaciones” para más tarde “nacionalizaciones” y de regreso a “modernizaciones” del petróleo, la electricidad y el sistema bancario se dieron por “tales o cuales” razones beneficiando a “tales y a cuales”… Que si Mario Aburto fue el “asesino solitario” de Luis Donaldo Colosio… Que si la historia y razones de los múltiples “dedazos” durante las seis décadas del priismo… Que como los disidentes priístas que no fueron beneficiarios de tales dedazos finalmente han tenido su “día de gloria” en el poder… Que si la ineptitud de los mismos los llevó a desabastecer al país de gasolina y apresurar la cruzada contra los huachicoleros, a la usanza en que un “novato” Zedillo acusaba al subcomandante Marcos de aquella “devaluación” de enero.

Me falta, sin duda, hilo para cocer, mas “dicharacheando” si “para muestra basta un botón”, “cuando el rio suena es que agua lleva…”

Dado que ésta no es una investigación periodística sino una mera opinión que recoge hoy algunas románticamente macabras “teorías conspiracionistas”, cabe resaltar lo que muchos -dentro y fuera del país- están señalando con respecto a algunas de las primeras decisiones del gobierno. Para muestra... el desabasto de gasolina.

El desabasto, sin duda, no es un problema de sintaxis lingüística ni de paciencia ciudadana; si es usted uno de los millones de ciudadanos que no ha podido ir a la gasolinera y cargar combustible como lo hacía regularmente porque no hay gasolina, simple y llano, hay un desabasto. El hecho de que tal sea la consecuencia de una estrategia que aun no se explica con convicción en su totalidad, es otra historia, más el presidente insiste en convencernos en su letanía matutina que no hay desabasto.

Si esa es su narrativa, ya lejos de las campañas políticas en las que estamos acostumbrados a escuchar promesas de dádivas disparadas “sin ton ni son”, es sumamente preocupante que AMLO esté utilizando la voluntad de una gran cantidad de mexicanos de hacer, incluso, un sacrificio personal para apoyar las decisiones de su líder.

Para ponerlo en perspectiva, una buena parte de los fanáticos seguidores de Donald Trump apoyan la construcción del infame muro, mas hasta la fecha no hay presupuesto para construirlo. Si Trump les dijera a sus seguidores que incrementaría los precios de la gasolina o que habría un desabasto en la misma para que con las ganancias de su venta a otro mejor postor se construyera el muro, la idea se acabaría de tajo, pues los trumpistas nunca tomarían la pérdida de una comodidad personal.

Millones de mexicanos, sin embargo, han tomado la decisión de aceptar ese sacrificio personal, y defienden la decisión de su líder “a capa y espada” con únicamente los argumentos que el presidente recita por las mañanas, y que puestos a la luz del entendimiento resultan poco válidos.

Admiro el liderazgo del Peje para con los suyos, admiro la oportunidad histórica que tiene para movilizar a las masas con algo más que manifestaciones, “frutsis” y sándwiches; mas si en realidad, como muchos entendidos o –ACLARO AQUÍ- entretenidos con las “teorías conspiracionistas” esto del combate al “huachicoleo” -que ¡Sí!, se debe atacar a toda costa y que ¡Sí!, es la causa fundamental de la violencia en estados como Guanajuato-, es una “cortina de humo” para justificar la falta de eficiencia para producir, importar y distribuir el combustible en toda la república mexicana, entonces será una vergüenza titánica de carácter histórico. Aprovecharse así del sacrificio personal que unos treinta millones de mexicanos voluntariamente “a fuerzas” están tomando.

No se visualiza una estrategia a largo plazo; las cifras de importación de los hidrocarburos no concuerdan entre las que da el gobierno con las que se muestran de sus principales proveedores en Estados Unidos, o ¿Es que se tiene previsto otro proveedor?

Exigimos cifras, estrategias, ¿Cómo y cuándo se abrirán de lleno los ductos y qué se hace para evitar que suceda lo mismo?, ¿Dónde y cuándo se comprará el ochenta por ciento de la gasolina que consumimos y que importamos? Datos! No letanías! Estos no son la clase de hechos que apagan las palabras, sino que las incendian. Cállenos la boca, Señor Presidente.

En México como en el mundo, cuando se trata de poder, de política y de dólares, la mayoría de los ciudadanos nos quedamos “a medias” con la información y la mal información; y es que a veces son tan fantásticas las razones y explicaciones que nos dan los gobernantes, como las de las “teorías de conspiración” que concluimos los incrédulos ciudadanos. Para ejemplo nos sobran los “botones” en nuestra historia… Que si el tesoro de Moctezuma… Que si la Malinche y Cortés… Que si Allende (que por cierto conmemora su 250 Aniversario de nacido el próximo lunes) e Hidalgo no buscaban Independencia de España cuando se levantaron al grito de “Viva Fernando VII”… Que si Santa Anna era “Su Alteza Serenísima”… Que si Juárez y la masonería… Que si Porfirio Díaz se levantaba en armas bajo el lema de “No reelección”… Que si al presidente Alemán le decían “¿Qué toca hoy señor presidente, viaje o vieja”… Que si la orden de la masacre de Tlatelolco fue emitida por Echeverría o por Díaz Ordaz… Que si las “expropiaciones” luego “privatizaciones” para más tarde “nacionalizaciones” y de regreso a “modernizaciones” del petróleo, la electricidad y el sistema bancario se dieron por “tales o cuales” razones beneficiando a “tales y a cuales”… Que si Mario Aburto fue el “asesino solitario” de Luis Donaldo Colosio… Que si la historia y razones de los múltiples “dedazos” durante las seis décadas del priismo… Que como los disidentes priístas que no fueron beneficiarios de tales dedazos finalmente han tenido su “día de gloria” en el poder… Que si la ineptitud de los mismos los llevó a desabastecer al país de gasolina y apresurar la cruzada contra los huachicoleros, a la usanza en que un “novato” Zedillo acusaba al subcomandante Marcos de aquella “devaluación” de enero.

Me falta, sin duda, hilo para cocer, mas “dicharacheando” si “para muestra basta un botón”, “cuando el rio suena es que agua lleva…”

Dado que ésta no es una investigación periodística sino una mera opinión que recoge hoy algunas románticamente macabras “teorías conspiracionistas”, cabe resaltar lo que muchos -dentro y fuera del país- están señalando con respecto a algunas de las primeras decisiones del gobierno. Para muestra... el desabasto de gasolina.

El desabasto, sin duda, no es un problema de sintaxis lingüística ni de paciencia ciudadana; si es usted uno de los millones de ciudadanos que no ha podido ir a la gasolinera y cargar combustible como lo hacía regularmente porque no hay gasolina, simple y llano, hay un desabasto. El hecho de que tal sea la consecuencia de una estrategia que aun no se explica con convicción en su totalidad, es otra historia, más el presidente insiste en convencernos en su letanía matutina que no hay desabasto.

Si esa es su narrativa, ya lejos de las campañas políticas en las que estamos acostumbrados a escuchar promesas de dádivas disparadas “sin ton ni son”, es sumamente preocupante que AMLO esté utilizando la voluntad de una gran cantidad de mexicanos de hacer, incluso, un sacrificio personal para apoyar las decisiones de su líder.

Para ponerlo en perspectiva, una buena parte de los fanáticos seguidores de Donald Trump apoyan la construcción del infame muro, mas hasta la fecha no hay presupuesto para construirlo. Si Trump les dijera a sus seguidores que incrementaría los precios de la gasolina o que habría un desabasto en la misma para que con las ganancias de su venta a otro mejor postor se construyera el muro, la idea se acabaría de tajo, pues los trumpistas nunca tomarían la pérdida de una comodidad personal.

Millones de mexicanos, sin embargo, han tomado la decisión de aceptar ese sacrificio personal, y defienden la decisión de su líder “a capa y espada” con únicamente los argumentos que el presidente recita por las mañanas, y que puestos a la luz del entendimiento resultan poco válidos.

Admiro el liderazgo del Peje para con los suyos, admiro la oportunidad histórica que tiene para movilizar a las masas con algo más que manifestaciones, “frutsis” y sándwiches; mas si en realidad, como muchos entendidos o –ACLARO AQUÍ- entretenidos con las “teorías conspiracionistas” esto del combate al “huachicoleo” -que ¡Sí!, se debe atacar a toda costa y que ¡Sí!, es la causa fundamental de la violencia en estados como Guanajuato-, es una “cortina de humo” para justificar la falta de eficiencia para producir, importar y distribuir el combustible en toda la república mexicana, entonces será una vergüenza titánica de carácter histórico. Aprovecharse así del sacrificio personal que unos treinta millones de mexicanos voluntariamente “a fuerzas” están tomando.

No se visualiza una estrategia a largo plazo; las cifras de importación de los hidrocarburos no concuerdan entre las que da el gobierno con las que se muestran de sus principales proveedores en Estados Unidos, o ¿Es que se tiene previsto otro proveedor?

Exigimos cifras, estrategias, ¿Cómo y cuándo se abrirán de lleno los ductos y qué se hace para evitar que suceda lo mismo?, ¿Dónde y cuándo se comprará el ochenta por ciento de la gasolina que consumimos y que importamos? Datos! No letanías! Estos no son la clase de hechos que apagan las palabras, sino que las incendian. Cállenos la boca, Señor Presidente.

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