/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Obras, ¿Caprichosas o Sustentadas?

Información es poder y no me refiero a un poder chafa como el de muchos wanna be servidores públicos, sino el poder de transformar realidades. Ya mucho se ha dicho sobre las obras que nuestro tlatoani de Macuspana hace o deshace y aunque el bajío es el oasis en este desierto que se llama cuarta transformación, enfrentamos un gran riesgo y es que la escasa participación en el proceso de proyectar nuevas obras públicas resulta en una serie de elefantes blancos de menor o mayor tamaño.

Es increíble que en Uruguay existe todo un sistema donde las vacas en las zonas más alejadas cuentan ya con un sistema de sensores que producen datos, esto para que los propietarios puedan tomar decisiones que abonen a su negocio. Ya quisiéramos tener algo de este sistema en las administraciones municipales, se dice y no pasa nada, los municipios no cuentan con la infraestructura para poder tomar decisiones con sustento, en nuestro país el Big Data, aún no encuentra cabida en la política.

En lo digital respecto al desarrollo urbano estamos aún en el lejano oeste, camino a la urbanización digital aún falta mucho por recorrer. A diferencia de las grandes corporaciones que residen en el Silicon Valley y que cuentan con una enormidad de datos de nosotros, los gobiernos de cualquier nivel no han sido capaces aún de dar ese paso. Esto no se trata de una pelea entre corporaciones vs instituciones, sino de generar alianzas que permitan un mejor desarrollo de lo público y porque no también de lo privado.

La ciudadanía 3.0 es lo de hoy, una red de ciudadanos activos puede lograr una producción de datos increíble. Hoy un grupo de whatsapp genera mayor información que cualquier iniciativa de gobierno pudiera lograr. El reto es tener una homologación de estos datos, sustituir lo cualitativo por lo cuantitativo y dejar de lado los proyectos a contentillo del poderoso en turno.

La participación se traduce en toma de decisiones, sin embargo no debemos perder de vista el objetivo final, el bien público, si comenzamos a hacer mal uso o en casos como algunas organizaciones de países de primer mundo y limitar la donación de datos o querer venderlos, lo único que generará es un obstáculo más a un posible uso del recurso público en pro de lo que la mayoría necesita y no como un simple capricho.

Decisiones basadas en datos duros son necesarios para poder construir el territorio de todos, la revolución de los datos es la nueva encomienda para poder generar ciudad, de una forma inteligente.

Información es poder y no me refiero a un poder chafa como el de muchos wanna be servidores públicos, sino el poder de transformar realidades. Ya mucho se ha dicho sobre las obras que nuestro tlatoani de Macuspana hace o deshace y aunque el bajío es el oasis en este desierto que se llama cuarta transformación, enfrentamos un gran riesgo y es que la escasa participación en el proceso de proyectar nuevas obras públicas resulta en una serie de elefantes blancos de menor o mayor tamaño.

Es increíble que en Uruguay existe todo un sistema donde las vacas en las zonas más alejadas cuentan ya con un sistema de sensores que producen datos, esto para que los propietarios puedan tomar decisiones que abonen a su negocio. Ya quisiéramos tener algo de este sistema en las administraciones municipales, se dice y no pasa nada, los municipios no cuentan con la infraestructura para poder tomar decisiones con sustento, en nuestro país el Big Data, aún no encuentra cabida en la política.

En lo digital respecto al desarrollo urbano estamos aún en el lejano oeste, camino a la urbanización digital aún falta mucho por recorrer. A diferencia de las grandes corporaciones que residen en el Silicon Valley y que cuentan con una enormidad de datos de nosotros, los gobiernos de cualquier nivel no han sido capaces aún de dar ese paso. Esto no se trata de una pelea entre corporaciones vs instituciones, sino de generar alianzas que permitan un mejor desarrollo de lo público y porque no también de lo privado.

La ciudadanía 3.0 es lo de hoy, una red de ciudadanos activos puede lograr una producción de datos increíble. Hoy un grupo de whatsapp genera mayor información que cualquier iniciativa de gobierno pudiera lograr. El reto es tener una homologación de estos datos, sustituir lo cualitativo por lo cuantitativo y dejar de lado los proyectos a contentillo del poderoso en turno.

La participación se traduce en toma de decisiones, sin embargo no debemos perder de vista el objetivo final, el bien público, si comenzamos a hacer mal uso o en casos como algunas organizaciones de países de primer mundo y limitar la donación de datos o querer venderlos, lo único que generará es un obstáculo más a un posible uso del recurso público en pro de lo que la mayoría necesita y no como un simple capricho.

Decisiones basadas en datos duros son necesarios para poder construir el territorio de todos, la revolución de los datos es la nueva encomienda para poder generar ciudad, de una forma inteligente.